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sábado, 5 de octubre de 2019

A un maestro verdaderamente sabio, a un querido amigo.





Cierta ocasión, mi amigo y yo, manteníamos una charla sobre la vida. Quiero decir sobre las cosas que vamos viviendo conforme el tiempo
pasa, y el día a día. Sobre todas esas vivencias, errores, aciertos y desatinos que todos hemos experimentado y seguiremos experimentando, seguramente. El le suele llamar, a eso, la experiencia de la edad.
Entre los dos dista una diferencia de edad muy notoria; en estos momentos él tiene sesenta y dos años, yo soy relativamente mas joven, con veintinueve. Próximo a los treinta no dejo de sorprenderme y de decirme, a mí mismo ¡tres décadas y aquí sigues! Cada quién viviendo a su manera y a sus posibilidades. Es increíble.
Peor aún estaba cuando tenía quince o catorce y creía que era invulnerable.
En ocasiones no hemos estado de acuerdo en algunos aspectos; pero es fácil de comprender, si nos ponemos a pensarlo: ¡La vida no se ve igual a los 29 que a los 62! forzosamente no. 
Yo a menudo sufro de la impulsividad, la impaciencia y la hiperactividad propia de la edad, la lengua se me va de paso, y pretendo comerme el mundo, es mi vanidad, es el tinte de inmadurez si se puede ver de esa manera. Él por su parte es una persona bastante reflexiva, calmada y juiciosa. Sabe lo que debe no decir, y lo que debe decir en el momento oportuno. Sabe que vivir el instante es lo que mas importa. Y que nada más tiene sentido realmente. Enseña sin dar lecciones, sin usar las palabras, enseña sin estar presente, enseña sin juzgar, en silencio, sin ser abrumador, enseña con lo mas interno de si mismo, lo mejor de su espíritu...
Ha dejado atrás todas esas etapas que aún me faltan por descubrir.
Tenemos una amistad bastante singular para ser honestos: nuestros dos únicos gustos en común son los temas de mecánica de motores, y los animales; el amor y el respeto por los animales.
Ahora me he convencido de que hay cosas que se aprenden con el paso del tiempo, y que no están en los libros, ni estarán, como mencionaba en otra entrada; “lo que se puede leer en los libros que hablan sobre la vida es ceniza de hombres muertos” siempre hay algo que es imposible expresar por medios comunes.
La noche pasada he tenido un sueño bastante peculiar. Nada complicado. Mas bien diría bastante ramplón, pero que me iluminó con lo que yo creo una gran verdad, no es difícil convencerse de que las verdades son universales. Eran simplemente dos tuercas girando a lo largo de una varilla roscada, cada tuerca con un sentido de avance diferente al de la otra, por algún motivo estaban ahí, giraban por si solas, hasta que llegaban a juntarse, sencillamente, y se unían con solidez; sin modificar en absoluto sus características físicas. Tal hecho en la realidad sería imposible. En ese momento desperté y la definición llegó a mi mente. “La amistad es eso que une dos carácteres tan dispares y contrarios”
Todos creemos que la amistad es mas sólida entre mas cosas tengamos en común. Me he dado cuenta que no. Y todo esto se lo debo a mi querido amigo, él me ha hecho poseedor de esta gran verdad, de la forma que ya comentaba; sin lecciones, sin palabras, sin ser abrumador y sin sermones.
Quisiera poder decir: ¡Estos sabios abundan, lo cierto es que no... y yo tengo la dicha de ser amigo de uno de los pocos que hay!
Gracias por todo amiguin, tengo tantas cosas aún que aprender de ti.

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