Hace un tiempo
relativamente corto decidí leer “El
Principito” Atravesaba un momento crítico en mi vida.
Un momento en el que un sentimiento de soledad y pesadumbre, se
habían apoderado de mi.
Quiero decir que el libro
llegó a mi por mera casualidad en ese justo momento. ¿Algún
prefacio habré leído? No estoy seguro, ni lo recuerdo. Aunque
quiero recordar haberme enterado que el principito trataba de un
personaje muy triste y en ese momento, lo que mi alma ansiaba eran
cosas tristes,buscaba llorar de forma larga y extendida, en soledad,
sin que nadie se enterara; luego de accesos de ese tipo parecía todo
mas claro, mas diáfano, como esas tardes de Verano en que la
tormenta refresca el día y el sol se asoma delicioso y cristalino y
uno puede respirar la humedad cálida. Aunque parezca una
contradicción si, buscaba cosas tristes para tornar a un estado de
alivio. Desconozco si otras personas se ven predispuestas a un
comportamiento parecido, pero conmigo las cosas funcionan así.
Naturalmente, el libro lo
he conocido desde los anales de mi memoria y por fortuna mi educación
desde primaria y bachillerato, transcurrió alejado de la literatura
en cuanto a los profesores compete. Con toda seguridad mi pasión por
lo literario viene de otras fuentes, pero nunca de la escuela. De lo
contrario, quizás mi experiencia y como consecuente opinión sobre
el principio habrían sido las vulgares.
Lo que puedo argumentar,
basado en observaciones y charlas con gente de opiniones diversas, es
que la obra de Saint-Exúpery, sin inconveniente de su atemporalidad,
es una de las obras mas subestimadas por los lectores en general.
De un libro se pueden crear cientos de interpretaciones. Creo
que fue Flaubert el que dijo: “Que dicha sería, si tan solo
pudiéramos jactarnos de conocer a la perfección un solo libro, uno
solo” entonces seríamos seres humanos mas ricos. Y semejante
riqueza es utopía, algo imposible de alcanzar ¡Conocer un solo
libro! Parece una bagatela: imposible, y es que la maravilla de la
literatura reside en esta característica particular; existen quienes
leen con el espíritu, existen quienes lo hacen de forma racional y
lógica, existen quienes buscan un tema determinado. Quién gusta de
los hechos metafísicos, buscará metafísica, quién busca
racionalidad, encontrará racionalidad, quién busca belleza,
encontrará belleza, aunque la palabra belleza sea un término tan
complicado que prefiramos pasar de él y concretizar los ejemplos.
En una obra literaria cada
uno encontramos lo que deseamos encontrar. Todos tenemos una visión
propia de la vida configurada por aquello que tenemos, o carecemos,
experimentamos o deseamos experimentar (aunque casi siempre por lo
que carecemos y deseamos experimentar) . De leyes tampoco se puede
hablar. Los motivos por los que cada quién es impulsado a leer son
diversos.
Pero el hecho no para ahí.
También es cierto que conforme vivimos cambiamos, sin importar que
algunos no lo hagan en su versión mas visceral o profunda. Pero el
hecho es innegable, existe un cambio. Por fuerza, ciertos factores
circundantes o internos, no
podrán ser los mismos
durante la adolescencia que durante la adultez o la vejez, y así
sucede con las lecturas. Cuando leí por primera vez “La peste”
de Camus. Aquel contexto me pareció imposible, sacado de una obra de
ciencia ficción. Una mezcla extraña entre historia y ciencia
ficción. “Experimentar aquello en una sociedad moderna como la
nuestra sería impensable” me decía. Y mucho menos con todo ese
avance científico, esa masificación de la información, con sus
pros y contras.
Ni siquiera lo terminé.
Luego de casi una década,
hace unos meses lo retomé. Mi apreciación fue distinta. De pronto
todo cobró un sentido de una fuerza intimidante. ¿Aprendí de ahí?
Sin duda lo hice. Al menos mi apreciación fue distinta. Atravesamos
una pandemia. Y de ahí extraje una frase que he añadido a mi lista
de máximas de vida: Cito la frase integra:
“Rieux, ¿qué había
ganado? Él había ganado únicamente el haber conocido la peste y
acordarse de ella, haber conocido la amistad y acordarse de ella,
conocer la ternura y tener que acordarse de ella algún día. Todo lo
que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el
conocimiento y el recuerdo...”
De
aquí me permití obtener una síntesis;
“Todo
lo que el hombre puede ganar de la vida es el conocimiento y el
recuerdo”
La
vida es así. Nada nos pertenece, a nadie pertenecemos. Todos tenemos
que marchar. Y lo que mas nos vale, es saber no estar ligados a nada
ni a nadie.
He
llegado a saber que la peste, se lee a menudo como una metáfora de
la resistencia francesa a la ocupación nazi. Si lo pensamos con
detenimiento, pudiera ser. Pero como decía, todo depende de cuando y
en que circunstancias se lea y bajo que óptica. Todas las lecturas
son válidas. Ninguna es mas o menos importante que otra.
No
estoy seguro si vuelva a realizar una lectura de la peste algún día.
Aunque sería interesante ver si descubro otra faceta. Solo puedo
decir:
“Que
dichosos seríamos de poder llegar a conocer a su totalidad un solo
libro”
¿El
principito es un libro para niños?
En
efecto, el principito es un libro para niños. ¿El principito es un
libro para adultos? ¡claro que lo es! El principito es un libro para
adultos.
Pero
los adultos solemos vivir en ese mundo tan adulto, tan formal, tan
dividido; que hemos perdido la capacidad de asombro y la destreza que
posee un niño para leer con el corazón. Tendemos al pragmatismo y a
la racionalidad irracional...
¿Por
qué decido releer el principito y escribir sobre esto?
Tengo la dicha de conocer lo que significa una hermosa
amistad, que aunque nos encontremos muy lejos, estamos siempre cerca,
pues nuestra amistad es de la que se denomina una amistad
“Espiritual”, de todas, la mas hermosa. Pura, única, por el
gusto de compartir buenos momentos. ¿Qué si compartimos cosas en
común? Salvo mi admiración por sus valores y la dulzura de su
amistad muy pocas. Es por ello que escribo estas palabras pensando en
esa persona que ha creído tanto en mi, y ha estado ahí para mi, a
pesar de existir una diferencia en edad de poco mas de tres décadas
entre nosotros. Es la amistad lo que sin duda ennoblece al hombre.
Retomando
el principito
El principito es uno de esos libros, esos grandes libros
metahistóricos, que como todos los buenos libros, su lectura es
imposible que nos deje indiferentes. Nos arranca lagrimas, nos
permite soñar, reflexionar, cuestionarnos. Ser sentimentales, ser
humanos... compadecernos de nuestra condición humana, y como
resultado deja cráteres en nuestra individualidad. De tal forma que
puede resultar una obra plagada de enseñanzas, feliz o terriblemente
entrañable.
A
LEON WERTH
Pido
perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona
mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo
que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz
de entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera
excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío.
Verdaderamente necesita consuelo. Si todas esas excusas no bastasen,
bien puedo dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona
mayor. Todos los mayores han sido primero niños (pero pocos lo
recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:
A
LEON WERTH
CUANDO
ERA NIÑO
El principito, es pues, un libro que se lee con el alma.
Existe en la vida, aprendizaje al que no se accede mediante el
razonamiento. Lo que en verdad conviene es pensar detenidamente si un
trabajo como este se ajusta a una obra literaria, pues mas simple
resulta analizar de tal forma un ensayo. La buena literatura es un
reflejo de la existencia; está impregnada de su filosofía inmanente
pero no es una obra filosófica.
Pero como las personas mayores, necesitamos de
explicaciones; esto último justifica el presente trabajo. Aunque no
pretendo en modo alguno exponer una explicación respecto a la obra.
Como ya dije solo expongo mi lectura subjetiva, mis consideraciones
particulares igual de válidas que cualquier otra. ¿pero cómo
hacerlo? Son del tipo de cosas que se comprenden, se entienden
mientras se vive. ¿Cómo lograr exponer semejante aprendizaje?
Para quién su lectura represente un cuento de niños
entonces está bien. Pero una historia de niños que toca las fibras
mas sensibles y delicadas de la condición humana, que entraña
características de gran profundidad.
El problema no se encuentra en considerar al principito
una obra para niños, el problema resulta en que ha sido considerada
una obra vulgar para niños. Y a eso hago referencia al declarar que
es una obra subestimada por el lector promedio.
El
principito
“Después
de meditar silenciosamente me respondió:
-
Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá
de casa. -Sin duda. Y si eres bueno te daré también una cuerda y
una estaca para atarlo durante el día.
Esta
proposición pareció chocar al principito. -¿Atarlo? ¡Qué idea
más rara! -Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá…”
Y
agregó, quizás, con un poco de melancolía:
La vida de todo hombre se enmarca en cuatro puntos bien
definidos. Cuatro leyes con sus características intrínsecas,
ineludibles. La primera: Estar arrojados. Hemos llegado al mundo, un
lugar de limites demarcados. Un espacio mas pequeño de lo que
pensamos. Ahí es donde nuestra vida se desenvolverá. Y la pregunta
es. ¿Qué representamos realmente para el progreso del universo, si
es que ese progreso existe en realidad?
Si efectuamos un análisis a nivel macroscópico ¿qué
significamos para la trascendencia del cosmos?
Solo hay un hecho; la vida desprovista de sentido. Y ese
sin sentido es el que nos espolea a buscar ser parte de una sociedad,
un grupo social, una religión, un partido político o cualquier
especie de fanatismo. Esa negación a la vida absurda es la que
provoca el atarse a cualquier cosa que permite sentir que la vida
fluye. Resulta descorazonador. La verdad es mas dura y complicada. Y
mirar la verdad de frente, puede ser peligroso, entender que no hay
ningún sitio a donde escapar, a donde ir.
Hace algunos años, me encontraba charlando con un viejo
conocido. El tema saltó a la palestra y convenimos en que el sentido
de la vida es vivir. Pero existe una gran diferencia entre vivir y
saber vivir. Vivir desprovisto del mayor número de deseos. Lo que
abre una brecha a un tema de discusión que nos aparta de la linea
principal del libro.
“Hace
ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento
describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste
olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo llegar a
ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las
cifras.”
Y es que conocer una amistad verdadera, ennoblece,
aumenta la empatía, y los valores como seres humanos se enaltecen.
Entonces uno puede decir que se vuelve mas tolerante con los otros,
mas humano. Solo se necesita un amigo. El hecho mas profundo es que
uno no puede tener mas de un amigo. Basta con una reflexión un poco
cuidadosa de lo que significa una amistad objetiva. ¿A qué solemos
llamarle amigo? ¿Qué es un amigo? ¿Somos capaces de una amistad
verdadera? ¿Es posible alcanzar tal grado? Es cierto que lo mas
parecido a la amistad verdadera se experimenta durante la infancia.
¿Pero que sucede con el adulto? ¿Quizás a medida que el ser humano
se desarrolla la sociedad lo convierte en un ser mas individualista,
preocupado por números, agobiado por quehaceres, tal que cosas como
la amistad no son mas que bagatelas? Todo parece apuntar a ello.
Sociedades de seres mas solos de lo que creemos.
¡Ah,
principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida
melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la
suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto
día, cuando me dijiste:
-¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste: -¿Sabes? Cuando uno
está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
Conozco un planeta donde vive un señor muy
colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y
que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que
sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy
un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer esto le
llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!
La noche había caído. Yo había soltado las
herramientas y ya no importaban nada el martillo, el perno, la sed y
la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la
Tierra, un principito a quien consolar! Lo tomé en mis brazos y lo
mecí diciéndole: "la flor que tú quieres no corre peligro…
te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la
flor…te…". No sabía qué decirle, cómo consolarle y hacer
que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan
misterioso el país de las lágrimas!
Cuando en los días primaverales
el sol declina,
lánguido viento enfría la acalorada tierra,
lánguida pesadumbre esparce
a pesar de la luna,
senderito de tierra.
Visitando la región de los asteroides
Atrapados en mundos particulares. El mundo es nuestra
representación.
El sufrimiento sigue al hombre como el carro la pezuña
del buey. Donde se aprecia el punto en común a todos los personajes.
Tristeza, soledad, individualismo y limites.
Primer planeta: Habitado por un rey
Donde el principito aprende la valía de saber juzgarse
a sí mismo, antes de juzgar a los demás.
Una máxima mas de vida. ¿Y si además de juzgarse así
mismos somos capaces de reír de nosotros mismos, de nuestros
errores, de quienes representamos?
Segundo planeta: Habitado por un vanidoso
Donde el principito aprende, que la vanidad es tan
inútil como aburrida.
“ -¡Bueno! Te admiro -dijo el principito
encogiéndose de hombros-, pero ¿para qué te sirve?”
Tercer planeta: Habitado por un bebedor
“El planeta siguiente estaba habitado por un
bebedor. Fue una visita muy corta, pues hundió al principito en una
gran melancolía.”
La razón de las drogas, el afán del hombre por buscar
un desprendimiento momentáneo de su tristeza. La vida pesa. Si se
sabe que no hay nada mas. El desconsuelo que produce es grande.
El
alma del vino (Charles Baudelaire)
Una
noche, el alma del vino cantó en las botellas:
«¡Hombre, hacia
ti elevo, ¡oh! querido desheredado,
bajo mi prisión de vidrio y
mis lacres bermejos,
una canción colmada de luz y de fraternidad!
Sobre
la colina en llamas, yo sé cuánto se requiere
de pena, de sudor
y de sol abrasador
para engendrar mi vida y para infundirme el
alma;
mas, no seré ni ingrato ni dañino.
Pues
que experimento un regocijo inmenso cuando caigo
en el gaznate de
un hombre consumido por su labor,
y su cálido pecho es una dulce
tumba
en la cual me siento mucho mejor que en mis frías bodegas.
¿Oyes
resonar las canciones dominicales
y la esperanza que gorjea en mi
pecho palpitante?
Los codos sobre la mesa y arremangado,
tú me
glorificarás y te sentirás contento.
Yo
iluminaré los ojos de tu mujer arrebatada;
a tu hijo le volveré
su fuerza y sus colores
y seré para ese frágil atleta de la
vida
el ungüento que fortalece los músculos de los luchadores.
En
ti yo caeré, vegetal ambrosia,
grano precioso arrojado por el
eterno sembrador,
para que de nuestro amor nazca la poesía
que
brotará hacia Dios cual una rara flor!»
“-¿Por qué bebes? -volvió a preguntar el
principito.
- Para olvidar. -¿Para olvidar qué? -inquirió el
principito ya compadecido.
El cuarto planeta: ocupado por un hombre de negocios
“- ¡Buenos días! -le dijo éste-. Su cigarro se
ha apagado.Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince.
¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis
veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta
y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós
mil setecientos treinta y uno. -¿Quinientos millones de qué?”
Si, los hombres decimos: trabajo para vivir, pero
exactamente: ¿A qué hora solemos vivir?
- No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los
holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!
-¡Ah! ¿Estrellas?
Quien aprecia la vida, aprecia las cosas pequeñas: la
caída de las hojas de un árbol en otoño, una noche de luna, un
atardecer, las puestas de sol.
De entre la
niebla espesa
surge
una pequeña mariposa.
¿a dónde ha ido?
Quinto planeta: Ocupado por un farolero
Y así como el farolero, llegamos al segundo punto de la
condición humana: Luchar por subsistir.
Sexto planeta: Ocupado por un estudioso.
Pero los estudiosos no hacen mas que lo mismo del resto.
Sobrellevar el cuadro de la condición humana. Escondiendo las
narices en sus estudios y universidades.
El principito llega a la tierra en su viaje de
exploración (Capítulo 16)
“El séptimo planeta fue, por consiguiente, la
Tierra. ¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él
ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros),
siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete
millones y medio de borrachos, trescientos once millones de
vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas
mayores.”
Me permito agregar: Cada uno de ellos atrapado en su
mundo propio y limitado.
“Para darles una idea de las dimensiones de la
Tierra yo les diría que antes de la invención de la electricidad
había que mantener sobre el conjunto de los seis continentes un
verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos
once faroleros.”
“- Tengo problemas con una flor -dijo el
principito. -¡Ah!
Y se callaron. -¿Dónde están los hombres?
-prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el
desierto…
Frase que hace alusión a la idea expresada con
anterioridad, “Estámos mas solos de lo que pensamos”
La familia como célula social principal y primer manera
de evadir la soledad. Aún así la mayor parte de lo los trances
ocurridos en la vida de un hombre deberá enfrentarlos en soledad.
La muerte como uno de los trances mas importantes que el hombre debe
enfrentar en soledad.
“- No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué
significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.
- Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa
"crear vínculos… " -¿Crear vínculos?
- Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres
para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil
muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad
de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros
semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad
el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré
para ti único en el mundo…”
“- Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de
granito. Si algún día echas mucho de menos tu planeta, puedo
ayudarte. Puedo… -¡Oh! -dijo el principito-. Te he comprendido.
Pero ¿por qué hablas con enigmas?
“- Sed mis amigos, estoy solo -dijo el principito.
"Me creía rico con una flor única y resulta
que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que
apenas me llegan a la rodilla y uno de Ios cuales acaso esté
extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe… "
Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.”
Para cada uno de nosotros, la percepción es de estar en
el foco. La vida transcurre, todo lo demás el colateral. Somos el
foco de nuestro mundo por eso en los momentos de desgracia no creemos
que alguien pueda sufrir mas que nosotros, y en nuestros momentos de
dicha, que nadie sea mas dichoso. Aunque solemos ponderar mas
importancia a los de desdicha que a los de dicha. Los seres humanos
somos inconformes.
Llegado a la tercer década de mi vida, entro en una
fase de conflicto entre la soledad, la compañía, la amistad y la
unión humana. La tecnología se ha desarrollado; dos grandes
portales concentran a casi el total de los habitantes del planeta. Y
una nueva forma de sociedad se hace presente. Se podría argumentar
que el ser humano está mejor comunicado y mas próximo que en
cualquier siglo. Mas sin embargo una incómoda individualidad impera,
y el hombre niega a salir de su ostracismo. Lo percibo como personas
por fin reunidas, pero sin saber que decirse, como quererse, como
llegar a ser una unidad.
“El zorro se calló y miró un buen rato al
principito:
- Por favor… domestícame -le dijo.
- Bien quisiera -le respondió el principito pero no
tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
Sólo se conocen bien las cosas que se domestican
-dijo el zorro-. Los hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo
compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde
vendan amigos, Ios hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un
amigo, domestícame!”
“El principito volvió al día siguiente.
Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la
misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde
las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora,
más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto,
descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a
cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón… Los
ritos son necesarios. -¿Qué es un rito? -inquirió el principito.”
Algunos científicos describen la adultez temprana, como
una etapa donde los mecanismos Biológicos de la reproducción se
disparan y la gente hace lo que tienen que hacer; formar una familia
y reproducir la especie, a manera de ley. Y es cuando la soledad les
parece mas insoportable. Ese temor a la soledad es una coacción
hacía donde la naturaleza llama y formar ese núcleo aún con toda
la individualidad y lo absurdo que esto supone, con cariño o sin
cariño. Un absurdo del que ni siquiera parecen sospechar,
simplemente lo viven con todas las consecuencias.
“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple:
sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible
para los ojos.”
Y he aquí esta frase que plantea un problema de suma
importancia: ¿Se puede acceder a todo conocimiento por medio de la
razón? Existen pues cosas que solo se comprenden con los
sentimientos. La razón no está peleada con ello, ambas formas de
encontrar conocimiento tienen su validez y sus limites.
Capítulo 22
“Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el
trueno, hizo temblar la caseta del guardavías.
- Tienen mucha prisa -dijo el principito-. ¿Qué
buscan?
- Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe
-dijo el guardavías.
Un segundo rápido iluminado rugió en sentido
inverso. -¿Ya vuelve? -preguntó el principito.
- No son los mismos -contestó el guardvías-. Es un
cambio. -¿No se sentían contentos donde estaban?
Capítulo 24
“- El desierto es bello -añadió el principito.
Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede
uno sentarse en una duna, nada se ve, nada se oye y sin embargo, algo
resplandece en el silencio…”
Tenía catorce años cuando visité el desierto por
primera vez, y sentí una fuerza espiritual muy intensa, solo que
tampoco tuve esa idea de forma consciente. No pensé en nada. Tan
solo me dejé llevar por lo que se me presentaba ahí delante.
Entonces un era un chico que no encontraba su lugar en
la vida pero ahí sentí paz y redención.
Irónicamente fue como si ese vacío inmenso,
inexpugnable, absorbiera mis vacíos, o se hubiesen colmado ante
aquella soledad tan vasta. Es algo difícil de entender. Se capta
solo con los sentidos. Y si se trata de intelectualizar se pierde.
“- Sí -le dije al principito- ya se trate de la
casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es
invisible.”
- Tengo sed de esta agua -dijo el principito-, dame
de beber… ¡Comprendí entonces lo que él había buscado!
Levanté el balde hasta sus labios y el principito
bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta.
Aquella agua era algo más que un alimento. Había
nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del
esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando
yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa
de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi
regalo de Navidad.
- Los hombres de tu tierra -dijo el principito-
cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.
Quién aprecia la vida se conmueve con las cosas mas
simples y cotidianas, la caída de las hojas en Otoño, las primeras
lluvias de Primavera, las noches de Luna, el constante fluir de un
riachuelo.
Se habla de un triste y solitario poeta
de tiempos
inmemoriales
que paseando ebrio sobre una barca
abrazó el
reflejo de su amiga la luna
y ahogado murió
sobre aguas
tranquilas del río Yangzi,
y yo a menudo sueño que muero
bajo
su luz azul.
“Pero
él me respondió:
-
Tú debes trabajar ahora; vuelve, pues, junto a tu máquina, que yo
te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde.
Pero
yo no estaba tranquilo y me acordaba del zorro. Si se deja uno
domesticar, se expone a llorar un poco…”
“-
¿No te acuerdas? ¡No es aquí con exactitud!
Alguien
le respondió sín duda, porque él replicó: -¡Sí, sí; es el día,
pero no es este el lugar!
Proseguí
mi marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin
embargo, el principito replicó de nuevo. -¡Claro! Ya verás dónde
comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que
allí estaré yo esta noche. ¿ Yo estaba a veinte metros y
continuaba sin distinguir nada.
El
principito, después de un silencio, dijo aún:
Tienes
un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?
Me
detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender. -¡Ahora
vete -dijo el principito-, quiero volver a bajarme!
Dirigí
la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una
serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de
treínta segundos, se erguía en dirección al principito. Echando
mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al
ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la
arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se
escurrió entre las piedras con un lígero ruido metálico.
Llegué
junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que
estaba blanco como la nieve. -¿Pero qué historia es ésta? ¿De
charla también con las serpientes?
Le
quité su eterna bufanda de oro, le humedecí las sienes y le di de
beber, sin atreverme a hacerle pregunta alguna. Me miró gravemente
rodeándome el cuello con sus brazos. Sentí latir su corazón, como
el de un pajarillo que muere a tiros de carabina.
-
Me alegra -dijo el principito- que hayas encontrado lo que faltaba a
tu máquina. Así podrás volver a tu tierra… -¿Cómo lo sabes?
Precisamente
venía a comunicarle que, a pesar de que no lo esperaba, había
logrado terminar mi trabajo.
No
respondió a mi pregunta, sino que añadió:
-
También yo vuelvo hoy a mi planeta…
Luego,
con melancolía:
-
Es mucho más lejos… y más difícil…
Me
daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos.
Estreché al principito entre mis brazos como sí fuera un niño
pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada hacia
un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo.”
“Su
mirada, seria, estaba perdída en la lejanía.
Tengo
tu cordero y la caja para el cordero. Y tengo tambíén el bozal.
Y
sonreía melancólicamente.
Esperé
un buen rato. Sentía que volvía a entrar en calor poco a poco:
-
Has tenido miedo, muchachito…
Lo
había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura:
-
Esta noche voy a tener más miedo…
Me
quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable.
Comprendí que no podía soportar la idea de no volver a oír nunca
más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.
-
Muchachito, quiero oír otra vez tu risa…
Pero
él me dijo:
-
Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña
para que yo pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi
estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces
mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además,
te haré un regalo…
Y
rió una vez más. -¡Ah, muchachito, muchachito, cómo me gusta oír
tu risa!
-
Mi regalo será ése precisamente, será como el agua… -¿Qué
quieres decir?
La
gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las
estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecítas. Para
los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios,
eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas
como nadie ha tenido… -¿Qué quieres decir? -Cuando por las noches
mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo
riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo
tendrás estrellas que saben reír!
Y
rió nuevamente.
“Me
cogió de la mano y todavía se atormentó:
-
Has hecho mal. Tendrás pena. Parecerá que estoy muerto, pero no es
verdad.
Yo
me callaba. -¿Comprendes? Es demasiado lejos y no puedo llevar este
cuerpo que pesa demasiado.
-
Seguí callado.
Un
relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante
inmóvil, sin exhalar un grito. Luego cayó lentamente como cae un
árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.
“Ahora
hace ya seis años de esto. Jamás he contado esta historia y los
compañeros que me vuelven a ver se alegran de encontrarme vivo.
Estaba triste, pero yo les decía: "Es el cansancio".
AI
correr del tiempo me he consolado un poco, pero no completamente. Sé
que ha vuelto a su planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo,
que no era en realidad tan pesado… Y me gusta por la noche escuchar
a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles…
Pero
sucede algo extraordinario. AI bozal que dibujé para el principito
se me olvidó añadirle la correa de cuero; no habrá podido atárselo
al cordero. Entonces me pregunto:
"¿Qué
habrá sucedido en su planeta? Quízás el cordero se ha comido la
flor…"
A
veces me digo: "¡Seguro que no! El príncipito cubre la flor
con su fanal todas las noches y vigila a su cordero".
Entonces
me siento dichoso y todas las estrellas ríen dulcemente.
Pero
otras veces pienso: "Alguna que otra vez se distrae uno y eso
basta. Si una noche ha olvidado poner el fanal o el cordero ha salido
sin hacer ruido, durante la noche…". Y entonces los cascabeles
se convierten en lágrimas…
Y
ahí está el gran misterio. Para ustedes que quieren al principito,
lo mismo que para mí, nada en el universo habrá cambiado si en
cualquier parte, quien sabe dónde, un cordero desconocido se ha
comido o no se ha comido una rosa…
Pero
miren al cielo y pregúntense: el cordero ¿se ha comido la flor? Y
veréis cómo todo cambia… ¡Ninguna persona mayor comprenderá
jamás que esto sea verdaderamente importante!
Este
es para mí el paisaje más hermoso y el más triste del mundo.”
Y así llegamos a la última ley de la condición
humana: “Tener que morir”
Vine al mundo con las manos vacías,
descalzo lo dejo
venir, partir:
Dos sencillos sucesos que se entrelazaron
Kozan Ichikyo
¿-1360