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lunes, 24 de mayo de 2021

El principito (análisis filosófico)


Hace un tiempo relativamente corto decidí leer “El Principito” Atravesaba un momento crítico en mi vida. Un momento en el que un sentimiento de soledad y pesadumbre, se habían apoderado de mi.

Quiero decir que el libro llegó a mi por mera casualidad en ese justo momento. ¿Algún prefacio habré leído? No estoy seguro, ni lo recuerdo. Aunque quiero recordar haberme enterado que el principito trataba de un personaje muy triste y en ese momento, lo que mi alma ansiaba eran cosas tristes,buscaba llorar de forma larga y extendida, en soledad, sin que nadie se enterara; luego de accesos de ese tipo parecía todo mas claro, mas diáfano, como esas tardes de Verano en que la tormenta refresca el día y el sol se asoma delicioso y cristalino y uno puede respirar la humedad cálida. Aunque parezca una contradicción si, buscaba cosas tristes para tornar a un estado de alivio. Desconozco si otras personas se ven predispuestas a un comportamiento parecido, pero conmigo las cosas funcionan así.

Naturalmente, el libro lo he conocido desde los anales de mi memoria y por fortuna mi educación desde primaria y bachillerato, transcurrió alejado de la literatura en cuanto a los profesores compete. Con toda seguridad mi pasión por lo literario viene de otras fuentes, pero nunca de la escuela. De lo contrario, quizás mi experiencia y como consecuente opinión sobre el principio habrían sido las vulgares.


Lo que puedo argumentar, basado en observaciones y charlas con gente de opiniones diversas, es que la obra de Saint-Exúpery, sin inconveniente de su atemporalidad, es una de las obras mas subestimadas por los lectores en general.

De un libro se pueden crear cientos de interpretaciones. Creo que fue Flaubert el que dijo: “Que dicha sería, si tan solo pudiéramos jactarnos de conocer a la perfección un solo libro, uno solo” entonces seríamos seres humanos mas ricos. Y semejante riqueza es utopía, algo imposible de alcanzar ¡Conocer un solo libro! Parece una bagatela: imposible, y es que la maravilla de la literatura reside en esta característica particular; existen quienes leen con el espíritu, existen quienes lo hacen de forma racional y lógica, existen quienes buscan un tema determinado. Quién gusta de los hechos metafísicos, buscará metafísica, quién busca racionalidad, encontrará racionalidad, quién busca belleza, encontrará belleza, aunque la palabra belleza sea un término tan complicado que prefiramos pasar de él y concretizar los ejemplos.

En una obra literaria cada uno encontramos lo que deseamos encontrar. Todos tenemos una visión propia de la vida configurada por aquello que tenemos, o carecemos, experimentamos o deseamos experimentar (aunque casi siempre por lo que carecemos y deseamos experimentar) . De leyes tampoco se puede hablar. Los motivos por los que cada quién es impulsado a leer son diversos.

Pero el hecho no para ahí. También es cierto que conforme vivimos cambiamos, sin importar que algunos no lo hagan en su versión mas visceral o profunda. Pero el hecho es innegable, existe un cambio. Por fuerza, ciertos factores circundantes o internos, no

podrán ser los mismos durante la adolescencia que durante la adultez o la vejez, y así sucede con las lecturas. Cuando leí por primera vez “La peste” de Camus. Aquel contexto me pareció imposible, sacado de una obra de ciencia ficción. Una mezcla extraña entre historia y ciencia ficción. “Experimentar aquello en una sociedad moderna como la nuestra sería impensable” me decía. Y mucho menos con todo ese avance científico, esa masificación de la información, con sus pros y contras.

Ni siquiera lo terminé.

Luego de casi una década, hace unos meses lo retomé. Mi apreciación fue distinta. De pronto todo cobró un sentido de una fuerza intimidante. ¿Aprendí de ahí? Sin duda lo hice. Al menos mi apreciación fue distinta. Atravesamos una pandemia. Y de ahí extraje una frase que he añadido a mi lista de máximas de vida: Cito la frase integra:

Rieux, ¿qué había ganado? Él había ganado únicamente el haber conocido la peste y acordarse de ella, haber conocido la amistad y acordarse de ella, conocer la ternura y tener que acordarse de ella algún día. Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo...”

 

De aquí me permití obtener una síntesis;


Todo lo que el hombre puede ganar de la vida es el conocimiento y el recuerdo”


La vida es así. Nada nos pertenece, a nadie pertenecemos. Todos tenemos que marchar. Y lo que mas nos vale, es saber no estar ligados a nada ni a nadie.


He llegado a saber que la peste, se lee a menudo como una metáfora de la resistencia francesa a la ocupación nazi. Si lo pensamos con detenimiento, pudiera ser. Pero como decía, todo depende de cuando y en que circunstancias se lea y bajo que óptica. Todas las lecturas son válidas. Ninguna es mas o menos importante que otra.


No estoy seguro si vuelva a realizar una lectura de la peste algún día. Aunque sería interesante ver si descubro otra faceta. Solo puedo decir:

Que dichosos seríamos de poder llegar a conocer a su totalidad un solo libro”


¿El principito es un libro para niños?


En efecto, el principito es un libro para niños. ¿El principito es un libro para adultos? ¡claro que lo es! El principito es un libro para adultos.

Pero los adultos solemos vivir en ese mundo tan adulto, tan formal, tan dividido; que hemos perdido la capacidad de asombro y la destreza que posee un niño para leer con el corazón. Tendemos al pragmatismo y a la racionalidad irracional...



¿Por qué decido releer el principito y escribir sobre esto?

 

Tengo la dicha de conocer lo que significa una hermosa amistad, que aunque nos encontremos muy lejos, estamos siempre cerca, pues nuestra amistad es de la que se denomina una amistad “Espiritual”, de todas, la mas hermosa. Pura, única, por el gusto de compartir buenos momentos. ¿Qué si compartimos cosas en común? Salvo mi admiración por sus valores y la dulzura de su amistad muy pocas. Es por ello que escribo estas palabras pensando en esa persona que ha creído tanto en mi, y ha estado ahí para mi, a pesar de existir una diferencia en edad de poco mas de tres décadas entre nosotros. Es la amistad lo que sin duda ennoblece al hombre.

 

Retomando el principito


El principito es uno de esos libros, esos grandes libros metahistóricos, que como todos los buenos libros, su lectura es imposible que nos deje indiferentes. Nos arranca lagrimas, nos permite soñar, reflexionar, cuestionarnos. Ser sentimentales, ser humanos... compadecernos de nuestra condición humana, y como resultado deja cráteres en nuestra individualidad. De tal forma que puede resultar una obra plagada de enseñanzas, feliz o terriblemente entrañable.


A LEON WERTH

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Verdaderamente necesita consuelo. Si todas esas excusas no bastasen, bien puedo dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona mayor. Todos los mayores han sido primero niños (pero pocos lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEON WERTH

CUANDO ERA NIÑO

 

 

El principito, es pues, un libro que se lee con el alma. Existe en la vida, aprendizaje al que no se accede mediante el razonamiento. Lo que en verdad conviene es pensar detenidamente si un trabajo como este se ajusta a una obra literaria, pues mas simple resulta analizar de tal forma un ensayo. La buena literatura es un reflejo de la existencia; está impregnada de su filosofía inmanente pero no es una obra filosófica.

Pero como las personas mayores, necesitamos de explicaciones; esto último justifica el presente trabajo. Aunque no pretendo en modo alguno exponer una explicación respecto a la obra. Como ya dije solo expongo mi lectura subjetiva, mis consideraciones particulares igual de válidas que cualquier otra. ¿pero cómo hacerlo? Son del tipo de cosas que se comprenden, se entienden mientras se vive. ¿Cómo lograr exponer semejante aprendizaje?

 

Para quién su lectura represente un cuento de niños entonces está bien. Pero una historia de niños que toca las fibras mas sensibles y delicadas de la condición humana, que entraña características de gran profundidad.


El problema no se encuentra en considerar al principito una obra para niños, el problema resulta en que ha sido considerada una obra vulgar para niños. Y a eso hago referencia al declarar que es una obra subestimada por el lector promedio.

El principito


Después de meditar silenciosamente me respondió:

- Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa. -Sin duda. Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.

Esta proposición pareció chocar al principito. -¿Atarlo? ¡Qué idea más rara! -Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá…”


Y agregó, quizás, con un poco de melancolía:

  • Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.”


La vida de todo hombre se enmarca en cuatro puntos bien definidos. Cuatro leyes con sus características intrínsecas, ineludibles. La primera: Estar arrojados. Hemos llegado al mundo, un lugar de limites demarcados. Un espacio mas pequeño de lo que pensamos. Ahí es donde nuestra vida se desenvolverá. Y la pregunta es. ¿Qué representamos realmente para el progreso del universo, si es que ese progreso existe en realidad?

Si efectuamos un análisis a nivel macroscópico ¿qué significamos para la trascendencia del cosmos?

Solo hay un hecho; la vida desprovista de sentido. Y ese sin sentido es el que nos espolea a buscar ser parte de una sociedad, un grupo social, una religión, un partido político o cualquier especie de fanatismo. Esa negación a la vida absurda es la que provoca el atarse a cualquier cosa que permite sentir que la vida fluye. Resulta descorazonador. La verdad es mas dura y complicada. Y mirar la verdad de frente, puede ser peligroso, entender que no hay ningún sitio a donde escapar, a donde ir.

Hace algunos años, me encontraba charlando con un viejo conocido. El tema saltó a la palestra y convenimos en que el sentido de la vida es vivir. Pero existe una gran diferencia entre vivir y saber vivir. Vivir desprovisto del mayor número de deseos. Lo que abre una brecha a un tema de discusión que nos aparta de la linea principal del libro.


Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo llegar a ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las cifras.”


Y es que conocer una amistad verdadera, ennoblece, aumenta la empatía, y los valores como seres humanos se enaltecen. Entonces uno puede decir que se vuelve mas tolerante con los otros, mas humano. Solo se necesita un amigo. El hecho mas profundo es que uno no puede tener mas de un amigo. Basta con una reflexión un poco cuidadosa de lo que significa una amistad objetiva. ¿A qué solemos llamarle amigo? ¿Qué es un amigo? ¿Somos capaces de una amistad verdadera? ¿Es posible alcanzar tal grado? Es cierto que lo mas parecido a la amistad verdadera se experimenta durante la infancia. ¿Pero que sucede con el adulto? ¿Quizás a medida que el ser humano se desarrolla la sociedad lo convierte en un ser mas individualista, preocupado por números, agobiado por quehaceres, tal que cosas como la amistad no son mas que bagatelas? Todo parece apuntar a ello. Sociedades de seres mas solos de lo que creemos. 

 

¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste:

  • Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…


-¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste: -¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

  • El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?


  • Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!


La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: "la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…". No sabía qué decirle, cómo consolarle y hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!

 

 

Cuando en los días primaverales

el sol declina,

lánguido viento enfría la acalorada tierra,

lánguida pesadumbre esparce

a pesar de la luna,

senderito de tierra.

 

 

Visitando la región de los asteroides


Atrapados en mundos particulares. El mundo es nuestra representación.

El sufrimiento sigue al hombre como el carro la pezuña del buey. Donde se aprecia el punto en común a todos los personajes. Tristeza, soledad, individualismo y limites.


Primer planeta: Habitado por un rey

Donde el principito aprende la valía de saber juzgarse a sí mismo, antes de juzgar a los demás.

Una máxima mas de vida. ¿Y si además de juzgarse así mismos somos capaces de reír de nosotros mismos, de nuestros errores, de quienes representamos?


Segundo planeta: Habitado por un vanidoso

Donde el principito aprende, que la vanidad es tan inútil como aburrida.

-¡Bueno! Te admiro -dijo el principito encogiéndose de hombros-, pero ¿para qué te sirve?”


Tercer planeta: Habitado por un bebedor

El planeta siguiente estaba habitado por un bebedor. Fue una visita muy corta, pues hundió al principito en una gran melancolía.”


La razón de las drogas, el afán del hombre por buscar un desprendimiento momentáneo de su tristeza. La vida pesa. Si se sabe que no hay nada mas. El desconsuelo que produce es grande.

 

 

El alma del vino (Charles Baudelaire)

Una noche, el alma del vino cantó en las botellas:
«¡Hombre, hacia ti elevo, ¡oh! querido desheredado,
bajo mi prisión de vidrio y mis lacres bermejos,
una canción colmada de luz y de fraternidad!

Sobre la colina en llamas, yo sé cuánto se requiere
de pena, de sudor y de sol abrasador
para engendrar mi vida y para infundirme el alma;
mas, no seré ni ingrato ni dañino.

Pues que experimento un regocijo inmenso cuando caigo
en el gaznate de un hombre consumido por su labor,
y su cálido pecho es una dulce tumba
en la cual me siento mucho mejor que en mis frías bodegas.

¿Oyes resonar las canciones dominicales
y la esperanza que gorjea en mi pecho palpitante?
Los codos sobre la mesa y arremangado,
tú me glorificarás y te sentirás contento.

Yo iluminaré los ojos de tu mujer arrebatada;
a tu hijo le volveré su fuerza y sus colores
y seré para ese frágil atleta de la vida
el ungüento que fortalece los músculos de los luchadores.

En ti yo caeré, vegetal ambrosia,
grano precioso arrojado por el eterno sembrador,
para que de nuestro amor nazca la poesía
que brotará hacia Dios cual una rara flor!»

 

 

-¿Por qué bebes? -volvió a preguntar el principito.

- Para olvidar. -¿Para olvidar qué? -inquirió el principito ya compadecido.

  • Para olvidar que siento vergüenza -confesó el bebedor bajando la cabeza. -¿Vergüenza de qué? -se informó el principito deseoso de ayudarle. -¡Vergüenza de beber! -concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio.”


El cuarto planeta: ocupado por un hombre de negocios


- ¡Buenos días! -le dijo éste-. Su cigarro se ha apagado.Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. -¿Quinientos millones de qué?”

 

 

Si, los hombres decimos: trabajo para vivir, pero exactamente: ¿A qué hora solemos vivir?


- No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar! -¡Ah! ¿Estrellas?


Quien aprecia la vida, aprecia las cosas pequeñas: la caída de las hojas de un árbol en otoño, una noche de luna, un atardecer, las puestas de sol.


De entre la niebla espesa

surge

una pequeña mariposa.

¿a dónde ha ido?




Quinto planeta: Ocupado por un farolero


Y así como el farolero, llegamos al segundo punto de la condición humana: Luchar por subsistir.


Sexto planeta: Ocupado por un estudioso.


Pero los estudiosos no hacen mas que lo mismo del resto. Sobrellevar el cuadro de la condición humana. Escondiendo las narices en sus estudios y universidades.


El principito llega a la tierra en su viaje de exploración (Capítulo 16)


El séptimo planeta fue, por consiguiente, la Tierra. ¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores.”


Me permito agregar: Cada uno de ellos atrapado en su mundo propio y limitado.


Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra yo les diría que antes de la invención de la electricidad había que mantener sobre el conjunto de los seis continentes un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.”




- Tengo problemas con una flor -dijo el principito. -¡Ah!

Y se callaron. -¿Dónde están los hombres? -prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto…

  • También se está solo donde los hombres -afirmó la serpiente.”


Frase que hace alusión a la idea expresada con anterioridad, “Estámos mas solos de lo que pensamos”


La familia como célula social principal y primer manera de evadir la soledad. Aún así la mayor parte de lo los trances ocurridos en la vida de un hombre deberá enfrentarlos en soledad. La muerte como uno de los trances mas importantes que el hombre debe enfrentar en soledad.



“- No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.

- Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear vínculos… " -¿Crear vínculos?

- Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”


- Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu planeta, puedo ayudarte. Puedo… -¡Oh! -dijo el principito-. Te he comprendido. Pero ¿por qué hablas con enigmas?

  • Yo los resuelvo todos -dijo la serpiente.”



- Sed mis amigos, estoy solo -dijo el principito.

  • Estoy solo… estoy solo… estoy solo… -repitió el eco.”


"Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de Ios cuales acaso esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe… " Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.”


Para cada uno de nosotros, la percepción es de estar en el foco. La vida transcurre, todo lo demás el colateral. Somos el foco de nuestro mundo por eso en los momentos de desgracia no creemos que alguien pueda sufrir mas que nosotros, y en nuestros momentos de dicha, que nadie sea mas dichoso. Aunque solemos ponderar mas importancia a los de desdicha que a los de dicha. Los seres humanos somos inconformes.

 

 

Llegado a la tercer década de mi vida, entro en una fase de conflicto entre la soledad, la compañía, la amistad y la unión humana. La tecnología se ha desarrollado; dos grandes portales concentran a casi el total de los habitantes del planeta. Y una nueva forma de sociedad se hace presente. Se podría argumentar que el ser humano está mejor comunicado y mas próximo que en cualquier siglo. Mas sin embargo una incómoda individualidad impera, y el hombre niega a salir de su ostracismo. Lo percibo como personas por fin reunidas, pero sin saber que decirse, como quererse, como llegar a ser una unidad.



El zorro se calló y miró un buen rato al principito:

- Por favor… domestícame -le dijo.

- Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

  • Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Ios hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!”



El principito volvió al día siguiente.

  • Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón… Los ritos son necesarios. -¿Qué es un rito? -inquirió el principito.”



Algunos científicos describen la adultez temprana, como una etapa donde los mecanismos Biológicos de la reproducción se disparan y la gente hace lo que tienen que hacer; formar una familia y reproducir la especie, a manera de ley. Y es cuando la soledad les parece mas insoportable. Ese temor a la soledad es una coacción hacía donde la naturaleza llama y formar ese núcleo aún con toda la individualidad y lo absurdo que esto supone, con cariño o sin cariño. Un absurdo del que ni siquiera parecen sospechar, simplemente lo viven con todas las consecuencias.


He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.”


Y he aquí esta frase que plantea un problema de suma importancia: ¿Se puede acceder a todo conocimiento por medio de la razón? Existen pues cosas que solo se comprenden con los sentimientos. La razón no está peleada con ello, ambas formas de encontrar conocimiento tienen su validez y sus limites.


Capítulo 22

Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavías.

- Tienen mucha prisa -dijo el principito-. ¿Qué buscan?

- Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe -dijo el guardavías.

Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso. -¿Ya vuelve? -preguntó el principito.

- No son los mismos -contestó el guardvías-. Es un cambio. -¿No se sentían contentos donde estaban?

  • Nunca se siente uno contento donde está -respondió el guardavías.”



Capítulo 24

- El desierto es bello -añadió el principito.

Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve, nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio…”


Tenía catorce años cuando visité el desierto por primera vez, y sentí una fuerza espiritual muy intensa, solo que tampoco tuve esa idea de forma consciente. No pensé en nada. Tan solo me dejé llevar por lo que se me presentaba ahí delante.

Entonces un era un chico que no encontraba su lugar en la vida pero ahí sentí paz y redención.

Irónicamente fue como si ese vacío inmenso, inexpugnable, absorbiera mis vacíos, o se hubiesen colmado ante aquella soledad tan vasta. Es algo difícil de entender. Se capta solo con los sentidos. Y si se trata de intelectualizar se pierde.


- Sí -le dije al principito- ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es invisible.”



- Tengo sed de esta agua -dijo el principito-, dame de beber… ¡Comprendí entonces lo que él había buscado!

Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta.

Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.

- Los hombres de tu tierra -dijo el principito- cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.

  • No lo encuentran nunca -le respondí. -Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua…


Quién aprecia la vida se conmueve con las cosas mas simples y cotidianas, la caída de las hojas en Otoño, las primeras lluvias de Primavera, las noches de Luna, el constante fluir de un riachuelo.


Se habla de un triste y solitario poeta
de tiempos inmemoriales
que paseando ebrio sobre una barca
abrazó el reflejo de su amiga la luna
y ahogado murió
sobre aguas tranquilas del río Yangzi,
y yo a menudo sueño que muero
bajo su luz azul.

 

 

Pero él me respondió:

- Tú debes trabajar ahora; vuelve, pues, junto a tu máquina, que yo te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde.

Pero yo no estaba tranquilo y me acordaba del zorro. Si se deja uno domesticar, se expone a llorar un poco…”











- ¿No te acuerdas? ¡No es aquí con exactitud!

Alguien le respondió sín duda, porque él replicó: -¡Sí, sí; es el día, pero no es este el lugar!

Proseguí mi marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin embargo, el principito replicó de nuevo. -¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que allí estaré yo esta noche. ¿ Yo estaba a veinte metros y continuaba sin distinguir nada.

El principito, después de un silencio, dijo aún:

Tienes un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?

Me detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender. -¡Ahora vete -dijo el principito-, quiero volver a bajarme!

Dirigí la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de treínta segundos, se erguía en dirección al principito. Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se escurrió entre las piedras con un lígero ruido metálico.

Llegué junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que estaba blanco como la nieve. -¿Pero qué historia es ésta? ¿De charla también con las serpientes?

Le quité su eterna bufanda de oro, le humedecí las sienes y le di de beber, sin atreverme a hacerle pregunta alguna. Me miró gravemente rodeándome el cuello con sus brazos. Sentí latir su corazón, como el de un pajarillo que muere a tiros de carabina.

- Me alegra -dijo el principito- que hayas encontrado lo que faltaba a tu máquina. Así podrás volver a tu tierra… -¿Cómo lo sabes?

Precisamente venía a comunicarle que, a pesar de que no lo esperaba, había logrado terminar mi trabajo.

No respondió a mi pregunta, sino que añadió:

- También yo vuelvo hoy a mi planeta…

Luego, con melancolía:

- Es mucho más lejos… y más difícil…

Me daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos. Estreché al principito entre mis brazos como sí fuera un niño pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada hacia un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo.”



Su mirada, seria, estaba perdída en la lejanía.

Tengo tu cordero y la caja para el cordero. Y tengo tambíén el bozal.

Y sonreía melancólicamente.

Esperé un buen rato. Sentía que volvía a entrar en calor poco a poco:

- Has tenido miedo, muchachito…

Lo había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura:

- Esta noche voy a tener más miedo…

Me quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable. Comprendí que no podía soportar la idea de no volver a oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.

- Muchachito, quiero oír otra vez tu risa…

Pero él me dijo:

  • Esta noche hará un año. Mi estrella se encontrará precisamente encima del lugar donde caí el año pasado…”

- Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo…

Y rió una vez más. -¡Ah, muchachito, muchachito, cómo me gusta oír tu risa!

- Mi regalo será ése precisamente, será como el agua… -¿Qué quieres decir?

La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecítas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie ha tenido… -¿Qué quieres decir? -Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo tendrás estrellas que saben reír!

Y rió nuevamente.

  • Cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estarás contento de haberme conocido. Serás mi amigo y tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana sólo por placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú les explicarás: "Las estrellas me hacen reír siempre". Ellos te creerán loco. Y yo te habré jugado una mala pasada…”





Me cogió de la mano y todavía se atormentó:

- Has hecho mal. Tendrás pena. Parecerá que estoy muerto, pero no es verdad.

Yo me callaba. -¿Comprendes? Es demasiado lejos y no puedo llevar este cuerpo que pesa demasiado.

- Seguí callado.

  • Será como una corteza vieja que se abandona. No son nada tristes las viejas cortezas…”



Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito. Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.



Ahora hace ya seis años de esto. Jamás he contado esta historia y los compañeros que me vuelven a ver se alegran de encontrarme vivo. Estaba triste, pero yo les decía: "Es el cansancio".

AI correr del tiempo me he consolado un poco, pero no completamente. Sé que ha vuelto a su planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo, que no era en realidad tan pesado… Y me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles…

Pero sucede algo extraordinario. AI bozal que dibujé para el principito se me olvidó añadirle la correa de cuero; no habrá podido atárselo al cordero. Entonces me pregunto:

"¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quízás el cordero se ha comido la flor…"

A veces me digo: "¡Seguro que no! El príncipito cubre la flor con su fanal todas las noches y vigila a su cordero".

Entonces me siento dichoso y todas las estrellas ríen dulcemente.

Pero otras veces pienso: "Alguna que otra vez se distrae uno y eso basta. Si una noche ha olvidado poner el fanal o el cordero ha salido sin hacer ruido, durante la noche…". Y entonces los cascabeles se convierten en lágrimas…

Y ahí está el gran misterio. Para ustedes que quieren al principito, lo mismo que para mí, nada en el universo habrá cambiado si en cualquier parte, quien sabe dónde, un cordero desconocido se ha comido o no se ha comido una rosa…

Pero miren al cielo y pregúntense: el cordero ¿se ha comido la flor? Y veréis cómo todo cambia… ¡Ninguna persona mayor comprenderá jamás que esto sea verdaderamente importante!

Este es para mí el paisaje más hermoso y el más triste del mundo.”



Y así llegamos a la última ley de la condición humana: “Tener que morir”

 

 

Vine al mundo con las manos vacías,

descalzo lo dejo

venir, partir:

Dos sencillos sucesos que se entrelazaron



Kozan Ichikyo

¿-1360

 

 

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