La razón es el principal factor que ha desplazado a la fe. La fe discrepa con la razón. La fe es un estado psicológico de espera ilusoria ante los temores humanos por el desamparo. Los hombres encontramos un refugio mas cálido en la fe, que frente al descorazonador racionalismo. En términos estrictos el hombre debería rechazar la fe para evitar un futuro desengaño y sufrimiento. Pero el corazón del poeta, el corazón del amante, el sentimiento del hombre que sufre, aunque enfangados, reside en la fe, reside en el sentimiento, en la tierra poco firme, en la arena movediza. Y es lo que confiere un carácter humano y cálido. La fe no debería ser desechada porque nos sitúa en un plano justo a la medida del hombre y ata nuestro ego para evitar que se eleve a las alturas.
El hombre de fe acepta sentirse temeroso ante el desamparo de la vida, lo cual es una muestra auténtica de que reconoce su finitud.
El hombre debería ser capaz de saber situarse en un punto medio donde la fe esté a su alcance y la razón otro tanto, y ser además capaces de estrechar o ensanchar fronteras cuando la situación lo amerite. En otras palabras: significa tener la capacidad de usar el razonamiento donde sea necesario usarlo, y hacer uso de la fe en otro tipo de situaciones.
Esto hablando de fe, sin el componente religioso. Si no como un aspecto psíquico del ser humano.
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