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miércoles, 24 de agosto de 2022

Presa de Morelia


Ese lugar que muestro en las fotos corresponde a la presa que alimenta de agua a la ciudad de Morelia en un 30%

En una de las fotos se aprecia la cortina y en otra (tomada desde la cortina) los edificios donde, en uno de ellos, debería estar el cuarto de control. Junto a la cortina, seguramente, el cuarto de máquinas. Hace tiempo que dejó de usarse para generar electricidad. Las turbinas siguen ahí. Supongo que todas oxidadas y herrumbrosas. No estoy seguro de la capacidad de energía que puede suministrar, y aunque estimo que no es considerable, no estaría nada mal que contribuyera nuevamente a la demanda energética de la ciudad. Habría que darle un vistazo al cuarto de máquinas y ver si es viable una restauración y puesta a punto. El problema es el mismo de siempre: “corrupción y malversación de recurso”

Como ya dije, actualmente la usan para riego y para abastecer de agua parte de la ciudad.

El camino discurre entre bosque. Cuando salgo a pasear, al menos, puedo librarme un rato del cubrebocas y recargar los pulmones con aire fresco.

El olor es interesante: Eucalipto, pino, resina...

Hay un tramo donde se encuentran una especie de abetos con unos conos enormes colgando. El olor me es muy familiar. Es imposible describir los olores pero me recuerda a una planta curativa. A una especie de bálsamo. No sé. Transitar por ahí me evocó mi infancia. Huele como la tienda de medicinas naturales donde trabajaba mi abuela. Yo solía pasar mucho tiempo con ella ahí metido. Mientras ella se ocupaba en el inventario, yo examinaba los miles de frascos. El olor era fenomenal. Como los aromas de todos los árboles del mundo ahí mezclados.


De niño solía ir algunas veces con mi papás y recuerdo que mucha gente hacía día de campo en un bosque de Eucaliptos y pinos que hay ahí. Parece ser que un potentado compró las tierras de esa zona y montó un negocio. Alquila botes, lugar donde acampar, etc.

Entré, tomé un par de fotos. Y en eso escuché ladridos de perros. Me quedé quieto y resignado esperando la mordida de una especie de Dóberman asesino, pero vi a lo lejos a un tipo que se aproximaba con cuatro perros.

Venía a informarme que era propiedad privada y si quería entrar ahí tenía que pagar 150 pesos. Tenía el motor en marcha. Pude haber salido, pero esperé a que se aproximara. Es mejor así. En estos días uno tiene que andar con precaución. Evitar tener conductas que parezcan sospechosas.

Llega y saluda. Saludo.

-Las motos pagan 150 pesos.

-¿Es privado? -pregunto

Asiente.

-Hace veinte años no lo era. Uno podía venir y pasarla bien. Eran tierras del estado. Quizás ejidales pero nadie echaba a la gente.

-Ahora es un parque privado. Rentamos botes de motor. Es para lo que sirve esto.

Me supo a ironía...

Que una revolución destruya lo que es injusto o no funciona para intentar algo nuevo y diferente...”

Debo admitir que los artífices de la reforma agraria se sentirían defraudados de saber lo que hacen y han hecho con las tierras colectivas los campesinos. En fin...

-Solo quiero tomar un par de fotos

-Está bien toma las fotos que gustes.

-¡Que generoso!

El tipo regresó por donde había venido. Los perros se quedaron para asegurarse de que me marchaba y yo me volví a la salida.

Al pasar por el puente del tren me detuve a tomar una foto mas. Bajé de la moto y me coloqué cerca del pretil cuando sentí una oscilación de arriba-abajo fortísima. ¡Un terremoto! ¡No! Tras de mi un hato de cabras cruzaba el puente. Solo hacen falta mas cabras para que la estructura entre en resonancia.¡Cabras rompan filas! O todo esto se irá a la mierda.













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