Cosas que parecen pero
no son
Vivir
en soledad sienta bien. Uno tiene el tiempo suficiente para estar
consigo mismo y echar una mirada a lo que traemos dentro, inferir,
aprender, corregir, modificar... etc. Y con el transcurso del tiempo
ciertas virtudes se presentan de una manera muy sutil. Pero también
se aprende a valorar mucho mas a los buenos amigos y su importancia
para el autodescubrimiento. También te encaras con tu aspecto mas
humano. Y con la mejor faceta de la vida. Y como dice ese poema de
Borges “Aprender que las palabras pueden herir, y que sus heridas
son tan profundas que difícilmente llegan a sanar” Entonces se
comienza a ser mas consciente del poder que tiene uno en la punta de
la lengua, y vas por ahí pensando muy bien lo que dices antes de
soltarlo. Es como traer dinamita. ¡Dinamita pura!
En
este terreno hay que tener cuidado con la ambigüedades.
No
recuerdo en donde leí que, en retórica, se sabe que las palabras
dulces y amables son altamente persuasivas. Nadie resiste el asedio
constante de palabras complacientes. Creo que es un hecho del que no
exijo demostración, estoy convencido de ello. Pero como digo, el
lenguaje puede llegar a ser una arma de doble filo. Aveces basta con
decir algo que no significa precisamente lo que el otro cree para
terminar hasta las amistades mas sólidas. Y cuando dichas amistades
son genuinas, el dolor de esa ruptura es bastante profundo, deja una
huella indeleble. Es impresionante hasta donde puede llegar el cariño
por un amigo. “El que no ama ya esta muerto” creo que lo
dijo Schopenhauer si no me equivoco.
Diciembre 31, 2018
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