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lunes, 10 de junio de 2019

Juego de azar

Supongamos una chica que se llama Adriana. Supongamos un chico que se llama Pedro. Adriana es ama de casa y madre. Pedro, conductor de colectivo. Una mañana Pedro se levanta quince minutos a las seis, dos minutos antes o después de lo acostumbrado. ¿Toma un baño? Quizás no lo hace, quizás si lo hace. ¿Toma algo de alimento? Quizás no lo hace, quizás lo hace. Quizás este casado, quizás no... quizá se encuentre deprimido, o eufórico. Puede que pasara la noche con una amiga y se ha demorado en despedirse o no se ha demorado. No lo sabemos.
Y comienza su día. Se toma su tiempo con el motor al ralentí, o tal vez no. Y comienza su jornada mas pronto, mas tarde o a tiempo.
Ese mismo día Adriana tiene planeado salir temprano. No desea molestar a su marido, le pide que descanse. Necesita atender unas cosas urgentes. Quizás el pequeño ha estado enfermo. Quizás ha estado consumiéndose en fiebre. A lo mejor no. Lo que si es cierto es que decide tomar un baño antes de salir y preparar algo de alimentos. Solo que quizás su esposo le ha dicho:
-¡Cocinaré mas tarde si tengo hambre, no te preocupes!
Y ella es posible que contestara:
-Lo hago ahora y tu lo pones al fuego mas tarde...
Puede que si, puede que no.
Entonces ella decide ir en auto. Acomoda al pequeño en el asiento trasero, se demora o lo hace rápido, da igual, o puede que no de igual.
Es una hora muy movida, hay embotellamiento. Decide seguir o decide tomar un atajo. Supongamos que decide el atajo. Llega a un sitio con menos afluencia de conductores: acelera. Un peatón se cruza; frena. Continúa algo rápido antes de la luz Roja, pero no lo logra. Se detiene en la luz roja y cuando el semáforo cambia, arranca suavemente.
Todo sucede muy deprisa. Los destinos se cruzan. El auto es embestido por el vehículo de Pedro. Es como apagar la luz. Todo ha quedado a oscuras. Puede que despierte, quizás no. No lo sabemos.

Siempre me ha llamado la atención la manera en que las vidas se encuentran. Hace unos días estuve hablando con una chica a la que sucedió un pequeño incidente de ese tipo. Un chófer de colectivo se estrelló contra su auto aparcado. Ya cuando estaba mas tranquila me dice:
-Creo que son las energías... se han juntado. Pero un milagro me salvó de no haber estado yo ahí en ese momento...
El Mateḿatico Henri Poincaré en su libro “ciencia y método” habla un poco sobre lo que se conoce como “la suerte” “el azar, la casualidad”
Ofrece un punto de vista mas positivista sobre el asunto. El sostiene que eso que nosotros llamamos el azar o la suerte, trata solamente de algoritmos; de pasos bien definidos y ordenados y consecuencias relacionadas que desembocan en un fin determinado; de una serie de hechos concatenados cuya relación es tan detallada, minuciosa y exhaustiva que escapa a nuestra capacidad de comprensión. 
Me siento inclinado a pensar de esa manera. De cualquier forma no se puede negar que es interesante el hecho de pensar en una multitud de vidas paralelas que algún día llegarán a cruzarse por destino, por azar o por lógica.
En la literatura existen muchos ejemplos de ello. Una de mis obras favoritas es Manhattan Transfer, de John Dos Passos y La región mas transparente, de Carlos fuentes... en ambas se encuentra el mismo factor: los personajes discurren sus vidas de forma paralela, cada uno, en su día a día, en sus clases sociales a las que pertenecen, con su rol en la sociedad, con sus pasiones y sus traumas. Aveces llegan a cruzarse, aveces en varias ocasiones, o han estado a punto de hacerlo.
Fuera de la ficción es algo que vivimos a diario y solemos pasar desapercibido. A mí siempre me ha gustado el misterio de esa serie de pasos que permiten cruzarse a dos extraños o juntarse a una multitud simultáneamente. Lógico. Nadie se conoce. Nadie le tomará importancia a un hecho así, a menos que el encuentro sea entre conocidos, fatal o amoroso. Pero resulta inquietante imaginar las acciones que habrá hecho esa persona para coincidir de esa manera con otras.

Tengo un amigo muy querido en Argentina. Pasa por un momento complicado puesto que tiene la misión de apoyar a su esposa con el cuidado de su suegra que sufre una enfermedad postrante y progresiva.
Cierta vez hablando le dije:
-¡Mira, piensa que si no te has casado con tu querida esposa, nunca habríamos llegado a conocernos!
¿Lo has pensado?
Sencillamente porque de no haberle conocido a ella, nunca habría tenido que cuidar de su suegra y por lo tanto no habría tenido necesidad de pasar largas horas en internet, y quizás nunca habríamos entablado una conversación en los foros. De ahí nació una fuerte amistad.
Creo que este asunto del azar es algo fascinante. Solo falta un pequeño ajuste, una pequeña vuelta de tuerca para cambiar una vida por completo.
Pareciera un juego siniestro en el que la muerte también juega. Reitero, creo que es un aspecto fascinante de la vida.

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