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sábado, 20 de marzo de 2021

Afecto

 

¿Cómo poder superar esa sensación absurda de la vida? Ese vacío, esa angustia. ¿Deseos? ¿Dinero? ¿Placeres?...

En el peor de los casos el dinero permite comprar compañía, lo que significa comprar afecto; o por lo menos afecto fingido, falso, todo basado en sexo.

En dichas condiciones, el sexo, no pasa de ser un analgésico para olvidar que estamos atrapados, solo que es temporal. Su efecto dura por un espacio ridículamente breve y no combate el problema en profundidad. Tan solo engaña el apetito del vacío. Solo es un momento de embriaguez, aparta los problemas que nos atañen de manera temporal, se esfuma. Una especie de morfina.

Algo mas efectivo reside en el cariño. Encontrar alguien con quién se puede ser como somos, compadecer sus carencias y expresar las nuestras. Lo cierto es que aún con todo ambos se encuentran apresados por la realidad, por el marco de la condición humana, y el afecto permite modificar la percepción de aligerar un poco la presión de la vida. Habrá quién objete estás palabras fácilmente, entonces yo le respondo:

Nadie, o casi nadie, somos capaces de ver el sol de frente sin cegarnos. Se que la verdad no es lo que acabo de expresar. Estoy consciente de sus defectos y sus consecuencias. Pero creo que si deseamos vivir, aveces hay que ser un poco mas flexibles con la ilusión.


Hace mucho tiempo conocí (de vista) y observé una pareja de lesbianas. Vivían en mi barrio, muy cerca de mi casa. Nunca llegamos a cruzar palabra. No se metían con nadie. Pero me llamaba la atención de manera especial, el afecto tan fuerte con que formaban una coraza para defenderse de las adversidades. Parecían felices. No se si en verdad lo eran, ni sabía el pasado que podrían venir arrastrando. Pero estoy seguro que al menos funcionaba. Cierta ocasión las encontré besándose en un pasillo de un centro comercial. La gente transitaba, todo a su alrededor fluía, pero ellas estaban en otro sitio, ausentes, no les importaba o no eran ni conscientes en ese momento de paroxismo sobre lo que sucedía. Habitaban un plano paralelo al que era imposible acceder para alguien mas. Podría haberse partido el núcleo de la tierra o caído la Luna al océano y quizás ni se enterarían en ese mundo privado, esa coraza de hierro, noble e invisible construida por los lazos de su afecto protector y embriagante.

Me hubiese gustado saber un poco mas de ellas, pero no tenía ningún derecho a invadir su privacidad. Poco después se mudaron del barrio y nunca mas he vuelto ha saber de ellas. Con toda mi sinceridad les deseo lo mejor y que esa coraza continúe mas fuerte que nunca.


Nadie o casi nadie, podemos ver de frente el sol sin cegarnos, y mirar de frente la verdad puede hasta matar. 

Quizás las personas mas felices sean las que ignoran estas cosas y mucho menos escriben sobre ellas. No lo sé. Pero al menos es lo que observo. 

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