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lunes, 16 de septiembre de 2019

El duque Huan y el carretero


Hallábase el duque Huan leyendo en el piso de arriba de su residencia, mientras debajo el carretero Bian labraba una rueda. Dejó éste el martillo y el escoplo, subió al piso de arriba y preguntó al duque Huan:
«Osaría preguntar al duque qué se dice en lo que está leyendo».
«Son dichos de hombres sabios» —respondió el duque.
«¿Viven aún esos hombres sabios?» —preguntó el carretero.
«¡Están todos muertos!» —exclamó el duque.
«Pues entonces, lo que lee el señor son los posos de los antiguos hombres».
«Cuando mi persona lee —dijo el duque Huan—, ¿cómo osa un carretero opinar a su antojo? Si eres capaz de darme razón de tus palabras, pase; que como no puedas, he de ordenar tu muerte».
«Vuestro siervo —dijo el carretero— ve las cosas desde la experiencia de su oficio. Cuando labra una rueda, si la hace holgada, entra suave pero no queda bien sujeta; y si estrecha, queda dura y no entra. Ni holguras ni estrecheces, sino lo que conviene a la mano y responde a la mente. La boca no puede declarar ese arte misterioso que hay entre los dos extremos. Vuestro siervo no ha podido comunicárselo a su hijo, ni el hijo de vuestro siervo aprenderlo de su padre. Por eso a los setenta años sigue vuestro siervo labrando ruedas. Cuanto los antiguos hombres no pudieron trasmitir ¡está tan muerto como ellos! De modo que lo que lee el señor son los posos de los antiguos».

Extracto Chuang Tsé
 
»En la época en que reinó la perfecta virtud, no se veneró a los sabios[48], ni se dio poder a los hombres de talento. Los de arriba eran como las ramas altas del árbol[49]; y el pueblo, libre como los ciervos del campo. Eran honestos, pero ignoraban lo que era la justicia; amábanse unos a otros, mas no sabían qué era la benevolencia; veraces, sin saber qué era la lealtad; hombres de palabra, ignoraban lo que era la confianza[50]. Teníanse con sencillez y se ayudaban mutuamente, mas no lo hacían por ejercitar la virtud. De ahí que sus actos no dejaran huella, y que sus hechos no se trasmitieran a la posteridad».


 

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