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miércoles, 18 de septiembre de 2024

COSAS QUE SE VAN

 COSAS QUE SE VAN 

Existen ciertas cosas que nos dejan sin aliento

y el corazón hecho un nudo.

Por ejemplo siempre he sentido nostalgia a la

la vista de un avión y ese sonido cuando pasa FUUUUUUUU

y que llega de lejos. 

Uno lo sigue con la mirada hasta que 

se aleja y desaparece entre las nubes y ya solo se mira su luz destellando.


El regreso a una casa vacía luego de que alguien acaba de partir

parece contener la esencia misma de quien hacía una o dos horas

había estado ahí. 

De niño me sucedía y dependía casi siempre del tiempo que haya durado la visita y el grado de cariño que tenía por esa persona.

Aveces la sensación podía ser desde minutos hasta una semana. 

Entonces la esencia que mas persistía era la de mi abuela. 


Quien se haya sentado en el living de una casa deshabitada y amueblada con pertenencias de los pasados moradores podrá entender.

Hace unos doce o trece años un amigo falleció. 

Su familia se mudó para evitar los recuerdos. Me encargaron el envío

de ciertos archivos personales ahí guardados. Volví a su casa luego de un par de meses del fallecimiento.

El sol entraba por la ventana del living. Y me senté ahí en medio de ese silencio o sonido de casa deshabitada. Era una casa muy grande. 

Hay una soledad y una locura extraña en todo eso. Los muebles ahí dispuestos.

Como si de un momento a otro fuesen a llegar sus propietarios. El aroma del desodorante ambiental atrapado en la madera y las paredes. 

Me serví un vaso de Johnnie Walker de la botella que había quedado a la mitad. 

Me senté en su sofá preferido entre todo ese silencio. Me puse a sentir. Mi alma se tragó algo de aquella soledad.

Daba la impresión de ser observado por la soledad misma. A ella no le incomodaba. A mi tampoco ella.  Y pensé en un saco de polvo y telas de araña. 

Entré siendo uno y salí siendo otro. Cuando salí le dejé en su sueño indefinido. Un tipo muy peculiar de soledad aquella. Soledad he sentido muchas otras veces. Pero aquella especie solo una vez. La que busca aposentarse en casas vacías. Lugares que fueron habitados y que encierran algo. La que parece atrapar al tiempo. 

Unas golondrinas que habían hecho su nido en el alero de la terraza rompieron el silencio

y con ello un trozo de mi alma. 


Uno también siente el final de una buena llamada telefónica con una persona a quien se quiere y se le echa de menos.

Cuando finaliza se desea volver a escuchar ese timbre.


Los senderos de Verano en el Otoño.

Un viejo olor de un perfume conocido también nos puede arrancar

una porción de alma.

Luego de décadas: la visita a la vieja casa familiar.

Son algunas cosas que te dejan el pecho sin aire.

Son tantas mas que solo me limitaré a lo que dije.

Porque al tiempo que escribo esto, vivo recuerdos.

Y mi alma está llena de cicatrices, abolladuras y rasgaduras. 

Hay algo que no se va: Las cicatrices. Se quedan. Se quedan con nosotros.

Y las mías las conozco muy bien. 

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