En realidad el objetivo que
persigo de este blog es muy personal. Me gusta pensar en que es una
especie de diario. Es un cuaderno donde esbozo las ideas de los temas
que me interesan, y si a alguien mas le son interesantes; bienvenido
sea. Si persiguiese los comentarios o los aplausos, seguramente, lo
habría cerrado hace tiempo; ya que nadie parece querer decir algo.
Mucho menos aún esta
escrito con fines tendenciosos a crear cambios o implantar formas de
pensar. Lo que si puedo asegurar es que se puede encontrar sinceridad.
Si fuese un sitio sobre
temas prácticos o técnicos, o pasatiempos, quizás gozaría de
mejor fortuna. Pero yo no tengo interés en escribir un sitio de
esos. Creo que tenemos suficiente con Youtube que es un enorme
basurero donde suelen encontrarse lindas joyas y hay tipos que se autodenominan "Youtubers" (payasos tras una cámara de video que sonríen todo el tiempo)
Al estar mirando “ El
cuaderno de Saramago” me encuentro con una entrada que dice así:
Día 5
BALANCE
¿Ha valido la pena? ¿Han
valido la pena estos comentarios, estas opiniones, estas críticas?
¿El mundo está mejor que antes? Y yo ¿cómo estoy? ¿Es esto lo
que esperaba? ¿Satisfecho con el trabajo? Responder «sí» a todas
estas preguntas, o incluso sólo a alguna, sería la demostración
clara de una ceguera mental sin disculpa. Y responder con un «no»
sin excepciones ¿qué podría ser? ¿Exceso de modestia? ¿De
resignación? ¿O tal vez la conciencia de que cualquier obra humana
no es nada más que una pálida sombra de la obra antes soñada? Se
cuenta que Miguel Ángel, cuando terminó el Moisés que se encuentra
en Roma, en la iglesia de San Pietro in Vincoli, dio con el martillo
en la rodilla de la estatua y gritó: «¡Habla!». No será preciso
decir que Moisés no habló. Moisés nunca habla.
De igual manera lo que en
este lugar se ha escrito a lo largo de los últimos meses no contiene
más palabras ni son más elocuentes que las que pudieron ser
escritas, precisamente ésas a las que el autor quisiera pedirles,
aunque fuera murmurando, «Hablen, por favor, díganme qué son, para
qué han servido, si ha sido para algo». Callan, no responden. ¿Qué
hacer, entonces? Interrogar palabras es el destino de quien escribe.
¿Un artículo? ¿Una crónica? ¿Un libro? Habrá que hacerlo, pero
ya sabemos que Moisés no responderá.
José Saramago
“El cuaderno”
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