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miércoles, 25 de marzo de 2020

cápsula sobre Nabokov



No estoy seguro cual sea la razón, pero últimamente he estado
pensando mucho en Nabokov. Y recordé (no sin causarme gracia) la enorme lista de cosas que odiaba. A menudo la gente critica mal a quienes dicen odiar esto o aquello. “Esta loco, no hay quien lo aguante” pero algunos locos son realmente divertidos. Creo que todos los artistas caminan sobre la raya de la locura; por eso son artistas.
Soy de la idea de que si no hay incomodidad, molestia, necesidad por decir algo, sencillamente no hay obra de arte. Seamos honestos; quienes buscan arte, no buscan precisamente la belleza. Creo que esta es una de las principales falacias que la academia engendró y alimenta en su definición de arte. O al menos yo no he conocido a nadie que busque en el arte lo bello, mucho menos en la poesía. El termino bello es tan difuso que resulta peligroso hablar de él. No sabemos ni siquiera que es exactamente lo bello.
Años atrás podía aguantar una obra de Dostoievski, ahora entre mas años pasan me doy cuenta que Dostoievski es tan intenso que puede resultar mortal para un viejo pesimista. Y eso que no soy tan viejo. Cuando intento releer una obra de Dostoievski o de Ivan Turgueniev siento como un pinchazo en lo vivo. Debo parar, agarrar otra cosa o de lo contrario se que no la pasaré muy bien. De mas joven podía con esa carga.
Lo mismo me pasa con ciertos escritores estadounidenses que describen la vida de pueblos sureños willa cather, Flanery O Connor, o las novelas de los Japoneses, ozamu dazai por ejemplo. También me sucede con Kafka.
Y esto es porque la literatura nos crea un desasosiego, nos deja con un remanente de inquietud respecto a la vida real. Se lo que digo. La literatura es peligrosa.
Hasta hace relativamente poco mi concepción del amor era netamente de la época romántica, sin yo llegar a sospecharlo siquiera. ¿Cómo era posible? Quizás tendrían que ver todos esos libros que leí en su momento. Pero de alguna manera terminé embelesado por ese perfeccionismo de caracteres, entrega, intensidad y pasión que siempre admiré en segundo plano. Aquellas historias o esos arquetipos de personajes pueden ser muy peligrosas. Con el paso de los años me di cuenta que pretender vivir bajo el ideal Romántico Aleman, solo podía desencadenar en una neurosis arrasadora. El choque con la vida real es terrible, son como lava y agua. Brutal.
De esto ya hablaré en otra ocasión.
Como decía: para mí, Nabokov siempre ha sido una de las personalidades mas atrayentes de la literatura. Me gustaría dejar registrada aquí toda esa lista de algunas cosas que odiaba, de cualquier forma, esta lista esta extraída del libro “Vidas escritas” de Javier Marias.

Le molestaba enormemente que le atribuyeran influencias, fueran de Joyce, Kafka o Proust, pero sobre todo de Dostoyevski, al que detestaba, considerándolo «un sensacionalista barato, torpe y vulgar». En realidad detestaba a casi todos los escritores, Mann y Faulkner, Conrad y Lorca, Lawrence y Pound, Camus y Sartre, Balzac y Forster.”



aborrecía a cuatro doctores —«el doctor Freud, el doctor Zhivago, el doctor Schweitzer y el doctor Castro de Cuba»”



Sus manías y antipatías, no obstante, llegaban mucho más lejos: odiaba el jazz, los toros, las máscaras folklóricas primitivas, la música ambiental, las piscinas, los camiones, los transistores, el bidet, los insecticidas, los yates, el circo, los gamberros, los night-clubs y el rugido de las motocicletas, por mencionar sólo unos pocos ejemplos.”



Lo irritaba la gente que encomiaba el arte «sencillo y sincero», o que creía que la bondad del arte dependía de su sencillez y sinceridad. Para él todo era artificio, incluidas las emociones más auténticas y sentidas, a las que no fue ajeno.”

Un libro suyo muy recomendable son sus apuntes sobre literatura de cuando dictaba clases en la universidad de Wellesley y Cornell, se titula “Curso de literatura Europea” para quines busquen indagar mas en sus ideas literarias. 
Casi cualquier libro de Nabokov me deja complacido, y siempre vale la pena.

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