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viernes, 6 de marzo de 2020

Una conversación sobre matrimonio


Había estado toda la tarde tirado en el sofá con la radio encendida, pensando sobre no se que asunto que he olvidado, pero que entonces demandaba toda mi atención. En ese momento las bocinas sonaban el tercer movimiento de la quinta de Beethoven y me hacía sentir realmente bien, quiero decir, melancólico, claro pero, bueno. Beethoven es como un río donde lavo lo peor de mi vida. Por no decir la escupidera donde vomito la mierda del día a día. Estaba pues, en ese estado cuando escucho que tocan la puerta. Subí el volumen e ignoré el llamado. Algunas veces suelen ser vendedores o evangelistas, solo que evangelistas no podían ser porque van por las mañanas, al menos así es costumbre en este barrio. Tal vez niños que pretenden gastar una broma o simplemente molestar. Suelen pasar, tocan el timbre y se marchan corriendo. No escuché nada mas -Quien haya sido, ahora se ha marchado- pensé. Pero algunos segundos después tocaron nuevamente. Fui a abrir. Era mi amigo Federico con su novia Mildred.
-¡Son ustedes! -dije- pasen.
Estan comprometidos desde hace seis años. Planeando un matrimonio, un hogar y muchos chicos, o algo de eso.
-Esta todo muy oscuro aquí y caldeado. -dijo Mildred
Tengo una planta carnívora en la mesa de centro para que las visitas no se queden mucho tiempo. Saco el frasco de Pringles, las pongo en un plato junto a la planta de forma que cuando la visita quiere coger una, tenga que pasar el brazo por arriba, cerca de la planta, con eso me aseguro de que no las toquen. Cuando se marchan vuelvo a guardar las papas. Es un buen sistema, cuando están a punto de arranciarse las como y compro nuevas en el super.
-Pobrecilla -dijo Mildred -debe pasarla muy mal aquí con todo este humo de cigarrillo.
-Esta habituada. -dije
-¿Realmente es carnívora?
-Es una Venus Carnívora -le dije.
-Te estabas agasajando sin nosotros... canalla.
-Solo dormitaba -contesté.
Se sentaron en los sillones de la salita. Traían Marihuana.
-Solo tengo soda de Limón -dije.
-Yo tomaré un poco de soda -dijo Mildred.
Saqué el tubo de Pringles.
-¿Tendrás un poco de agua con hielo? -preguntó Federico.
Llevé los vasos a la mesita. 
-Siento no poder ofrecer nada mas. ¿Conocen ese poema de Catulo que dice...?
-¿Catulo no es ese poeta Griego? -preguntó Mildred
-Italiano  -dije- pero el poema dice: Cenarás bien en mi casa, Fabulo querido, ojalá que con el favor de los dioses, dentro de unos pocos días, si traes contigo comida buena y copiosa, no sin una muchacha guapa, vino, sal y risa en cantidad. Te digo que si traes todo esto, mi simpático amigo, cenarás bien, pues la bolsa de tu Catulo está llena de telarañas. 
-Aquí no hay telarañas -objetó Federico
-La muchacha guapa la tenemos.
Federico comenzó a liar un churro. Y a hablar. Eso que decía siempre.
-¿Qué decía Sócrates del Matrimonio?
-No decía nada -dije- Sócrates solo enseñaba que nada sabemos.
-¿Y qué me dices de Krishnamurti, Schopenhauer?
-No lo sé -dije- puedes indagarlo.
-Lo que a Mildred y a mí nos gusta de ti es que eres un tipo muy divertido, aunque de un trato de mierda...
-Gracias...
-Pero volviendo a lo anterior deseábamos comentarte que quizá nos casemos el próximo Verano. Y lo que implica. Toda esa farsa. ¡Hermano! es cómico la manera en que la gente nos damos al teatro.
Mildred le miró. 
Federico tenía una forma de pensar muy avanzada para el común de las chicas.
-Quiero decir ¡Tu me amas, yo te amo! Unamos nuestras vidas. Así tiene que ser. No entiendo toda esa otra mierda ¿Comprendes? tanta...
-¿Parafernalia? -dije- Creo que si comprendo -contesté
-Yo diría teatro. Es algo realmente muy fácil de comprender. ¿Qué opinas tú?
-Lo veo bien, vaya, lo veo bien.
-¿Ya ves? ¡Te lo he dicho! -se dirigió a Mildred
Mildred no dijo nada. Tenía la esperanza de que influyera en la forma de pensar de Federico.
-¡Hay que joderse...! -exclamé
-Tengo en mucha estima sus consejos. -continúo Federico, señalándome.
-No digas eso por favor -le dije, me incomodó ese comentario. Ya te he dicho que no le doy consejos a nadie.

En realidad hacían buena pareja. Mildred es una chica bastante sensible. Posee mucha belleza, y en su interior todo es luz. Y además es muy sabia. No en el sentido de una sabelotodo, si no en el sentido de comprender. De percibir. Sin ese aire petulante y engreído.
-Así que ¿Que harías tú? -continúo Federico
-Pues no lo sé. -dije- realmente no lo sé. Creo que le das mas importancia de la que tiene. No veo cual sea el problema, ¿me entiendes? No veo la razón de ser inflexibles.
Terminó de encender el churro, me lo pasa primero, yo por cortesía se lo pasé a Mildred, luego me lo devolvió y le dí una buena calada y se lo mandé a él.
-¡Ohhh, ohhhh! -tose- si, si... reteniendo el humo... Mi forma de pensar acerca del matrimonio es... -da otra calada-...aja, aja... bastante, diría yo reaccionaria. Si, de esa forma le califico. Pero ella hermano no lo piensa así. 
Bueno, en estos días hay demasiadas parejas que viven en unión libre. -El porro volvió a circular- ¿Cierto? -preguntó
-Cierto -contesté yo- ¡Oye creo que sería divertido hacerlo con una pipa de agua! -dije- para variar.
-Se llaman Bong -intervino Mildred.
-Filtra toxinas -dije yo.
-¡TOXINAS! -interrumpió Federico- ¿Quién mierda se preocupa por eso? creo que este encierro te hace daño hermano, en verdad te lo digo...
-No, por desgracia el ochenta por ciento es mierda, lo demás es maría. -añadió Mildred-
-¡Mierda! -dije, luego tosí.
-Si -dijo él- mierda, el agua solamente es para enfriar el humo. Por cierto, tomaré un poco mas de agua con hielo si te parece bien. Espero no encontrar telarañas en mi vaso.
-Adelante, sírvete tu mismo.
Fue a la cocinita. Yo me levanté del asiento y puse un Album del Deep Purple.
-¡Es increíble! -dijo cuando regresaba de la cocina.
-¿Qué? -pregunté- Seguía con el rollo de las toxinas.
-Los doctores argumentan que fumar y beber mata y un tipo casi nos manda al arcén cuando veníamos. ¿Verdad Mili?
Mili asintió.
-Bueno, mata lentamente -dije yo- en dosis pequeñas. 
-La gente cada vez respeta menos -Agregó Mili.- No se que les pasa.
-Odio este país -dijo mi amigo.
-Supongo que en todos lados hay estúpidos. -dije- Por mi parte me encuentro genial en cualquier sitio. Soy un hijo de la madre tierra.
-¡Seguro! pero yo creo que deberíamos ser libres de elegir donde vivir.
Mildred continúo el rollo anterior.
-Si pero este se lleva el record. Lo vivo a diario. 
-Bueno y ¿a dónde irías?
Federico tomó la palabra:
-Ámsterdam, Nápoles, Alaska, La Antártida, Rusia... cualquier otro sitio de esos.
-Bueno... ¿No van a coger papas? Están frescas.
-Si claro... -dijo Federico- pero esa cosa me quita las ganas. Nunca me han gustado esas plantas. -dijo él- riéndose
-Son de dios, además puedes rodear la mesita -contesté.
-Quisiera poder tener una cuando nos casemos.
-¡Ni lo sueñes Mildred!
-Mantienen libre la casa de arañas y moscas -dije yo
-No me importan tus argumentos.
Rotamos el churro. 
-Un buen perro ratonero también es esencial. 
-Un tío mío tuvo uno que murió mas viejo que satán.
-¿qué Satán? -preguntó Federico
-Si Satán el otro perro salchicha de mi tío.
-Ah
-Bueno, el asunto es que era tan bueno para atrapar ratas que un día atrapó un gigantesca, le cortó la cabeza, el cuerpo fue a parar al corredor y la cabeza bajo el sofá de mi tío y ahí quedó y se secó...
-¡increible!
-No, lo increíble es que un buen día mi tío conoció una mujer que llevó a su casa para comerse una rosca, a la tipa se le regó el monedero cerca del sofá, metió la mano debajo y se topó con la cabeza de la rata. Fue un desastre. La tipa casi de desmaya, se puso lívida y arrojó la cabeza a mi tío, este pegó un salto y trató de retacharla con el cojín, pero falló y cayó a junto a su muslo, pegó un jodido grito de maricón y para entonces la mujer se había largado.
-Puta madre, puta madre...
Estuvimos un tiempo en silencio. Luego dijo.
-Creo que deberías casarte tu también. No es bueno que estés tanto tiempo solo.
-No estoy solo. Nadie esta solo realmente. -contesté- además de cuando en cuando me como una rosca.
-A mí me parece que estas muy solo. Espera ¿dónde esta ese...?
-Unicamente en apariencia. Además me siento bien. -Bostecé-
-¿Ves? A eso me refiero. ¿Quién en su sano juicio puede decir eso? Es un intelectual, se basta consigo mismo.
-Yo le creo -dijo Mildred- Para algunos es mejor estar solo.
-No lo se chicos. Simplemente  trato de vivir, vivir solamente.
-¡Pamplinas! Yo no soporto estar solo. Debes tener algo mal en la cabeza para creer lo contrario. Un tumor... leí que a un tipo le extrajeron un tumor del tamaño de una almendra y desde entonces su forma de pensar cambió.
-Natural -dije- ¿quién no cambia su forma de pensar luego de que le jodan el cerebro?
-¿Qué me dices de los santos? -pregunto Mildred
-¡Cuentos, puros cuentos! ¡Pamplinas!
-¿Los ascetas?
-Son los santos. Los ascetas son santos y los santos son cuentos, nadie puede ser lo suficientemente santo...
Me serví un vaso de soda con hielo mientras escuchaba la discusión. Volví a bostezar.
-Espera, he leído eso en un libro de Capote, creo que fue A sangre fría... la mujer tenía un tumor en la columna que le pellizcaba los discos o algo así...
-Bueno, no hablaremos mas sobre eso, dejémoslo estar -dijo Mildred.
-Bueno realmente hemos venido a charlar, si -dijo Federico- Hemos traído la batería a cargar y estábamos cerca y ¿Por qué no? Nunca esta demás pasar a visitar a un buen amigo... y volviendo a lo del matrimonio...
En ese punto debí quedarme dormido porque no recuerdo el resto de la conversación. Cuando desperté encontré una nota en la mesilla. Era de Mildred y Federico. No la leí completa. Aludía en un tono burlón a mi baja tolerancia a la María y algo relacionado con la jodida batería. Dejé el papel sobre la mesa, fui por una cerveza a la nevera y encendí la tv. Pase unos cuantos canales y la apagué. En eso escuché un trueno y unos segundos después pesadas gotas de lluvia golpeando la chapa del tejado trasero. Una mosca se posó dentro de un lóbulo de la venus y esta se cerró de imprevisto. Me quedé mirando la lluvia tras la ventana fumando y bebiendo pequeños tragos de mi cerveza. Pensando en que quizás compraría una piraña y una replica de un Goya.

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