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viernes, 6 de marzo de 2020

Cosas de la vida



Un buen día Misty, un lugareño de la zona conurbada, compró un par de tenis de moda. Flamantes, los mismos del anuncio de la tv. Y Misty creía en una fantasía, la idea de que, por no se que motivo de la vida, esos zapatos le volverían mas veloz al momento de correr y saltar. Justo como el atleta que aparecía en el comercial de televisión, cierto basquetbolista de medio pelo que Misty admiraba. Zapatos deportivos de esos ridiculamente caros. Así el primer día que se los puso, sintió la sensación de ligereza y rapidez al andar, comodidad, tu sabes, confort. Mas tarde Misty salió a dar un paseo por la avenida. Estaba oscureciendo, paulatinamente la calle se quedaba mas y mas sola. Las farolas comenzaron a encenderse. Al pasar junto a un zaguán, que por su diseño podía albergar fácilmente a varios hombres ocultos, sintió un objeto agudo en la espalda. Misty se detuvo. Una voz le ordenó, tranquila y hasta con cierta educación. “Los Tenis o la vida” Pero Misty tiró a correr raudo, raudo como un rayo con los zapatos nuevos, “y vaya que corría rápido” según me contó Misty. A cada zancada sentía como ganaba aceleración. Como un corredor de cuatrocientos metros en la pista olímpica. Algo así como las sandalias con alas que el dios Zeus le regaló a Hermes, el mensajero del monte olimpo. Solo que los rufianes fueron mas veloces aún. Le alcanzaron pocos metros mas delante, le amarraron tremenda patiza y se llevaron los zapatos y una cadenita de Santa Rebeca de Himlaia, regalo de su difunda abuelita.

Y el tiempo pasó, porque en muy raras ocasiones las rachas de mala suerte se suceden de forma tan continua. Aunque a decir verdad nadie lo sabe, son cosas fortuitas, tan complicadas que escapan a nuestro entendimiento y la gente fatua lo atañe a la suerte, la cual en realidad no existe; si no que son situaciones que responden a algoritmos tan complejos que producen dolor de cabeza y mucho vértigo. Pero volviendo a Misty (que no se porque le llamaban de tal forma, cuando su verdadero nombre es Juan Cruz) Cierto día, por razones que desconozco y que no vienen al caso. Una buena tarde en que se encontraba de vacaciones en Caleta, cogió unas chanclas de goma, se puso unas bermudas y salió de casa de su cuñada a dar una vuelta por la playa y mirar la puesta de sol. Misty es romántico, a pesar de que las chicas lo consideran un poco retrasado y babotas. Llevaba consigo una mochilita que contenia una toalla, un radio de pilas, una cámara fotográfica de rollo y una revista de automóviles deportivos. Cuando llegó a la playa por la carreterita eligió un buen sitio debajo de un cocotero y aprovechando aún la claridad de la tarde, la soledad, y para esperar el ocaso, se metió a nadar un poco, el mar estaba algo embravecido y el agua no muy agradable, lo cual es común por ser mar abierto del lado del Oceano Pacífico. Aquí habrá quien se sienta inclinado a pensar que salió del mar huyendo de un tiburón, pero no. Las cosas, aveces, aunque chuscas, no suceden como en guiones de películas baratas. Cuando salió tiritando de frío, se secó con la toalla, luego la extendió sobre el suelo arenoso y se sentó para sacarse la arena de entre los dedos de los pies. En eso se aproximan dos hombres. “Ni se te ocurra moverte” Misty obedeció en el acto, uno de ellos lo amagó en el piso a punta de resortera con una piedra expansiva del calibre .45 mientras el otro, recogía la mochilita y las chancletas de goma y se largaban corriendo con las ligas del arma tensas y la piedra vibrando de energía potencial.
Pero si piensa que los infortunios de Misty acaban ahí, permitame decir, y lo ví con mis propios ojos;  Misty se trasladaba de un punto A a un punto B en una motito diminuta. De pronto la motito se apaga. Misty se baja muy confundido, intenta encender, el motor hizo Bruuu pupupufff .... Bruuuuu pupupufff Bueno no importa. Así que comienza a empujar su motito porque al final, Misty es positivo. Piensa en positivo. Pero al pasar frente a una casa un perro se encontraba tomando sol. El perro se levanta, se despereza, estira sus patas delanteras bosteza, tranquilamente y sin razón aparente le muerde el tobillo al pobre de Misty.
Cómico, pero como dije: Son cosas fortuitas de la vida.
Y de Misty nunca volví a saber nada, la vida nos ha llevado por derroteros diferentes. A menudo le recuerdo con algo de nostalgia.

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