La última vez que hicieron el amor
Aquella
tarde Larry llegó temprano de la oficina cargando una caja llena de
sus objetos personales; un cuaderno de hojas amarillas, una lapicera
con algunos bolígrafos, gomas de borrar, un resaltador de textos. La
fotografía de Carol con su hijo Charly abrazando a Scotty sobre el
césped.
Carol
lo vio entrar desde la ventana de la cocina y lo siguió con la
mirada por el senderito de la entrada. Tiró del tapón del desagüe,
miró como el agua formaba un remolino y se secó las manos en el
delantal. En ese momento Charly se encontraba jugando con su amigo
Hans en el patio trasero. Se entretenían bebiendo coca cola,
tratando de resolver un libro de laberintos. Charly tenía siete años
y Hans su amigo, nueve.
Cuando
Larry entró a casa y puso la enorme caja sobre la mesa Scotty se
dejó ir sobre él.
-Scotty,
buen chico, buen chico.
El
perro se anudaba entre sus pantorrillas y arañaba su pantalón.
-Ahora
no Scotty, vamos ¡Vete!
-¿Cariño
que sucede? -preguntó ella con cierta gravedad, frontándose las
manos en el delantal- ¿Qué te pasa?
Larry
se tomó su tiempo. Scotty se tiró patas arriba.
Larry
le rascó un poco, luego dio unas palmaditas y señaló la puerta del
patio. Cuando el perro hubo salido y lo observó como si estuviese
orgulloso de él dijo con voz algo apagada;
-¿Recuerdas
que te había hablado del recorte de personal?
-¡Larry
tu...! -Carol presionó las manos sobre su pecho- oh dios mio.
Larry
se dio un par de golpes seguidos en la frente y maldijo en voz baja,
-Maldita
suerte, Maldita suerte... -repitió.
Y
se dejó caer sobre la silla del comedor con la cara entre las manos.
Carol se puso detrás de él y le colocó las manos en los hombros.
-Cariño
tranquilo ¿Tenemos el seguro de paro no?
-tenemos
el seguro de paro -repitió.
-Bueno,
ya veras como encontraras algo. También yo encontraré algo. Tenía
que pasar no te aflijas.
Pensó
en lo afortunado de tener el apoyo de Carol. Pensó en eso y en la
suerte que había corrido al haberse casado con una linda chica. Y
puso su mano sobre la de ella.
-Oh
dios... -suspiró. Luego dijo mas tranquilo- Carol. No quiero hablar
de esto por el momento ¿Con quién esta Charly?
-Hans,
el chico de los Brown ¿recuerdas?
-¿Los
Brown? ¿Su padre es el tipo aquel que cayó del tejado? ¿El
policía?
Carol
no contestó. Parecía aletargada. Al fin dijo.
-Cariño,
ve y toma un baño, relájate. No creó que sea conveniente que
Charly nos vea así. Tu, ve y toma un baño y enseguida te sirvo la
cena.
Carol
dio unas palmaditas sobre sus hombros y un beso en la mejilla. Luego
la vio entrar a la cocina y escucharla trajinar. Fue a la ventana del
salón y pudo ver a Charly y a su amigo junto al cerezo con la vista
clavada sobre el libro y los lapices de colorear.
Desató
los cordones de sus zapatos, abrió el grifo de la bañera y mientras
se llenaba terminó por desnudarse. Entró al agua, se frotó el
cuerpo hasta que la piel se tornó rojiza, luego se acomodó y cerró
los ojos.
Carol
entró al cuarto de baño y se sentó sobre el retrete.
-He
preparado algunas Hamburguesas con papas fritas para los niños.
Luego he mandado a Charly a casa de Hans.
Larry,
asintió.
-¿Así
que ha sucedido? -preguntó ella.
-Cariño
no se que hacer -dijo él.
-He
pensado tomar algún empleo nocturno -contestó ella.
-No
lo sé. No se si sea buena idea. Tal vez debamos pensarlo mejor. ¿Qué
hay de Charly?
Ella
no dijo nada. No la veía pero podía adivinar que tenía miedo. Así
que corrió la cortina y puso su mano sobre la de ella.
-Carol,
Carol...
Entonces
vio que estaba llorando.
-¡Oh
Larry! Estoy asustada, cariño. Hoy han requerido el pago de la
hipoteca... Tenía pensado que quizá...
-Lo
sé -dijo Larry
Larry
salió de la bañera. Le abrazó y le dio unas palmaditas en la
espalda.
-Bueno,
ya esta... todo irá bien. Todo irá bien.
Se
decían cara a cara.
-Ya
veras como saldremos de esta todos. Nosotros tu y yo Carol, y
Charly... Ya veras, oh dios.
¿Por
qué la vida tiene que ser tan difícil?
Ella
le besó. Se deshizo del vestido y se apoyó en la pared. Larry le
besó el cuello y fue bajando despacio. Cuando retornó, ella levantó
la pierna y la apoyó en el hombro de Larry para que pudiera
penetrarla. Cuando terminaron y Carol hubo salido, el agua aún
estaba agradable. Larry regresó a la bañera, se puso ambas manos en
la cara y se hundió completamente en el agua jabonosa aguantando la
respiración el mayor tiempo posible. Al menos así no podría
pensar.
Fue
la última vez que hicieron el amor.
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