Luego de un largo periodo
de mi primer encuentro con Emil Cioran, le he vuelto a retomar, esta
vez con “silogismos de la amargura”
Debo aceptar que mi primer
encuentro no fue satisfactorio. Por eso tuvo que pasar un tiempo
considerable antes de volver a tomar un libro suyo, y ahora tengo la
fortuna de poder valorarlo justamente en lo que se merece, como el
gran pensador que fue.
Yo creo que esto tiene que
ver con que las ideas deben haber madurado antes de
tomar algunos libros. Lo mejor que se puede hacer en ese momento es
dejarlo, e intentar mas tarde, y les aseguro que la experiencia es
diferente; pero eso solo es una suposición personal.
Aveces se trata
simplemente de que las ideas y las percepciones se moldean y se
amasan indefinidamente en una especie de metamorfosis que nos
acompaña hasta el día de nuestra muerte; sobretodo cuando se es una
persona problemática y rebelde.
También suelen
presentarse temporadas en las que nos vemos mas inclinados hacía el
pesimismo o el optimismo, o existe un periodo de confusión, y aveces
uno esta algo harto de todo y tienes necesidad de mandar todo a la
mierda. Creo que es natural, creo que todos nos hemos sentido así alguna vez.
Yo para esos casos he
descubierto en el ejercicio una pequeña válvula que ayuda un poco.
Salgo a correr, me ejercito, la mente se pone en blanco, inhalo y
exhalo, ejercito los músculos y libero todas las tensiones y
toxinas; y el resultado es relajante, la mente se reinicia y el
empuje que sentía antes regresa.
Siempre intuí que algo
bien no marchaba conmigo. Desde hace algún tiempo he tenido muy
arraigada la idea del suicidio. Cuando tenía veinte decía “Bueno,
no hay ninguna razón para vivir mas de los veinticinco” conforme
me aproximaba a los veinticinco decía bueno, sigo pensando lo mismo,
pero no hay ninguna prisa, puedo posponerlo a los treinta, ahora
tengo veintiocho, me acerco a los treinta, posiblemente lo aplace a
los treinta y cinco...¡es para cagarse de la risa! La idea clave es
“Ahí tengo esa opción para cuando lo decida, no tengo ninguna
prisa, puede esperar” creo que es la mejor manera de no suicidarse.
Creo que esta declaración me convierte en un farsante, pero la verdad es que a pesar de sus penurias creo que amo la vida y no estoy
seguro de si quisiera morir. O también puede que uno nunca sepa cual
es el mejor tiempo para morir; lo que se traduce a un temor de
cometer un acto alebrestado. No le temo a la muerte, pero esto es
diferente a no desear morir o no tomar decisiones erradas. ¡Un
asunto curioso!
Así parecido a Cioran
descubrí que era un suicida irresoluto. Un hombre que ama y reniega
de la vida de forma simultanea, como si hubiese una noche y un día
dentro de mí cohabitando. Un pesimismo sobre un optimismo que ambos
son el motor de mis días. Y creo que este gran absurdo es mi manera
de concebir la vida. ¡Ahora puedo comprenderlo un poco!
Creo que tras todo esto se encierra algo mas profundo.
Creo que tras todo esto se encierra algo mas profundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario