Otros tiempos y el presente de la literatura
(Opinión)
Revisando
mis archivos personales, me encontré con un artículo titulado
“Leñero: Cómo aprendí a escribir” de la edición Número 131
2015 de la Revista de la Universidad de México, dedicado al escritor
Méxicano Vicente Leñero Otero (Jalisco, Guadalajara, 9 de Junio de
1933 – Ciudad de México, 3 de Diciembre de 2014)
Vicente Leñero |
Aquellos
eran los tiempos en que aún vivían todos esos grandes perros de la
literatura Méxicana del Siglo XX: Juan Rulfo, Juan José Arreola,
Ocatavio Paz, Ibarguengoitia...
Leñero
cuenta como luego de un concurso y después de ser rechazado por su
ídolo literario, Juan Rulfo, conoció al celebre Juan José Arreola.
Y como este le invita a un taller que el escritor dirigía en su
domicilio familiar. Es ahí donde establece vínculo con otro grupo
de jóvenes pertenecientes a una generación bastante potente y con
mucho fuego, él cita a:
Luis
Antonio Camargo, Eduardo Lizalde, Homero Aridjis, Miguel González
Avelar...
Beatriz
Espejo, José de la Colina, José Emilio Pacheco, Fernando del Paso,
Juan Martínez...
y como él se refiere: “Allí
aprendimos a escribir a fuerzas de escribir.”
Arreola
se convirtió para él en una especie de padrino literario, a lo cual
me permitiré llamarlo “correr con suerte” y eso que no creo en
la suerte.
No
es precisamente “la suerte” eran los tiempos, las épocas en que
estaban todo ellos, y había grandes escritores con una generosidad
inmensa.
Eran
generaciones donde aún los jóvenes arriesgaban, se sentían
comprometidos de verdad y se enfrentaban a sus miedos.
Posteriormente
Leñero tuvo la oportunidad de redimirse, pues impartió talleres
donde hablaba del oficio, impulsaba a nuevos escritores y apadrinaba.
Para un escritor novicio eso es algo magnífico, no necesario, pero si
magnífico y de una ayuda incalculable al tiempo de publicar. Lo
triste del asunto es que todos aquellos buenos escritores ya están
muertos, y los que quedan se están muriendo.
Actualmente
está sucediendo un fenómeno bastante preocupante, cada vez hay menos
buenos escritores, y por supuesto, los buenos lectores también
declinan en progresión geométrica. Estamos viviendo una generación
simplona, superficial y frívola que apuesta por el entretenimiento
instantáneo y las lecturitas light y ramplonas (no confundir con la
brevedad); con necesidad de factores externos para asesinar su
tiempo, y el alejamiento del pensamiento y la creatividad.
Se
esta viviendo un deterioro en calidad literaria a nivel mundial, con
un crecimiento de pseudo escritores que elaboran mamotretos
descomunales de escritura vergonzosa y que les llaman novelas.
Y
tomados de la mano, un aumento de académicos que juzgan la obra de
escritores sin saber escribir.
Escritores
que elaboran carne fresca para el negocio de las editoriales. De
por sí las editoriales siempre han tenido fama de ser lucrativas,
pues ahora lo son mas que antes ya que no valoran los trabajos de
calidad. Al contrario, apuestan por esos mamotretos extensos y
mortalmente aburridos por fines meramente pecuniarios. Material de
lectura para lectores sin discernimiento literario y que reporte
ganancias descomunales. ¡Esa es la consigna!
La
suerte de la publicación de un libro esta echada al análisis
estadístico y económico. Los tipos son unos quincalleros
auténticos, y aunque sepan que el manuscrito es una infamia total,
prefieren publicarlo si representa mayor ganancia para la compañía. Todo lo anterior genera un panorama bastante difícil a la hora de que un escritor decide publicar un buen libro y ser reconocido.
Pero
regresando al tema de lo “Light”
No
me siento tentado a culpar a la Internet de esta problemática, si
no mas bien, a la manera, y al uso que le damos a este y a
tecnologías como WhatsApp, Facebook, Instagram, Twitter... Las
tecnologías ahí están, el ¿que hacemos de ellas? es un
asunto particular de cada quién.
Personalmente
no soy enemigo de la tecnología (no podría, pertenezco a esta
generación); Internet tiene tanta podredumbre como tesoros ocultos,
y eso le convierte en algo fascinante. Ademas de que
promueve la comunicación entre los hombres.
También
pienso que un factor clave es nuestra obsesión por el dinero y el
bombardeo comercial. Nuestra forma de vida rápida y una obcecación
monstruosa por las horas laborales en detrimento de las horas de
esparcimiento.
Es
nuestra manera de vivir la que nos esta convirtiendo en sujetos
amantes de lo superficial y ligero. Y que son un impedimento para
conseguir lo mas importante en un hombre; “El conócete a ti mismo”
las horas de soledad, en las que podemos llevar acabo un proceso
introspectivo y enfrentarnos con nuestros pensamientos, pasiones y
temores. Si estamos tan ocupados; ¿A qué hora amamos? ¿A qué hora
pensamos? ¿A qué hora nos autoconocemos y nos convertimos en
hombres libres?
Por desgracia, la literatura no es el único medio de expresión humana que se está viendo afectado. Al paso que vamos, pronto no seremos mas que robotitos de cuerda, o se harán realidad las sociedades ficticias que se describen en, Un Mundo feliz, o Fahrenheit 451.
Esta es mi opinión, no la verdad, la verdad corresponde buscarla a cada uno de nosotros.
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