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miércoles, 26 de septiembre de 2018

Tiempo y vida


Tiempo y vida

Esta foto la tomé hoy. Apenas ayer era un capullo. Hace una semana mas o menos; un botón. Ahora toda una Rosa en las puertas de su madurez. ¡Mañana quien sabe!
La vida de las Rosas en tan breve en relación a la nuestra. Pero todo es relativo. Podemos pensar en que un hombre de noventa años (creo que la media de vida esperada hoy en México, es alrededor de 77 años, en EUA de 78 años, en España de 83 años mas o menos...) ha vivido una vida muy longeva, pero todo depende del contexto en que hablemos.
He llegado a saber de una ballena que en el 2010 fue capturada por un barco científico para su evaluación, y encontraron encarnado en su cuerpo un arpón del siglo XIX.
También he escuchado sobre la muerte “ mas o menos reciente” de una tortuga de la época de Charles Darwin.
Y que existen virus cuya permanencia en este mundo es de algunos segundos o milisegundos, no sé... y son longevos en comparación a otro tipo de virus.
Pero también todos sabemos que el tiempo de vida de los animales mas longevos es mediocre en relación de la tierra, y a su vez, esta, en relación a otros astros y la vía láctea, las estrellas, y los agujeros negros y todas esas cosas que hay ahí fuera.
Todo es relativo. ¡Se va o se viene según se vea!
Cuando somos niños y jóvenes el tiempo parece transcurrir abominablemente despacio. Y puede uno echar una ojeada hacia el futuro, y mirar mucha tela de donde cortar. ¡Ademas uno se cree una especie de ser privilegiado e inmortal! ¡La muerte se percibe como algo ajeno!
Solemos decir <<Algún día moriré>> pero ese día es tan lejano (por lo normal) que no lo reflexionamos con absoluta seriedad. Y al contrario nos parece romántico.
El tiempo nos va revelando muchas cosas de nosotros mismos. Cuando alcanzamos cierta edad uno se puede permitir ser mas paciente, mirar hacía a tras y ver un buen trecho recorrido; entonces ese es un indicador para comprender que ya tenemos nuestros años. Al fin de cuentas lo que hicimos y lo que no hicimos no importa realmente. Pero tampoco es posible desligarnos por completo de nuestro pasado por que de alguna manera somos nuestras viejas decisiones tomadas, y las decisiones que tomemos ahora configuran nuestro futuro.
Y por supuesto, la vejez tiene que ser una etapa interesante. (no indaguemos ahora en sus dificultades)
Casi nunca dejamos de ser los mismos, pero somos los mismos con ciertos cambios, virtudes, calamidades, defectos... El carácter es algo que veo imposible cambiar. Es lo que nos permite salir mas o menos airosos de esta vida.
Bueno.
Será hasta la próxima...
Buenas noches.


lunes, 17 de septiembre de 2018

La conjura de los necios




La conjura de los necios


La de la imagen es la estatua de Ignatius J. Reilly, el protagonista de la novela
La conjura de los necios” de John Kennedy Toole.
Se encuentra fuera del hotel Hyatt en el 800 de Iberville St, del lado principal en Canal St, en lo que hace algunos años era el Chateau Bourbon en el barrio Frances de Nueva Orleans, USA.

Se dice que gran parte del contenido de la novela corresponde a datos autobiográficos del autor, naturalmente, adaptados y condimentados al estilo literario irónico y satírico. Por supuesto es una novela que divierte, pero sucede que tras el telón encontramos una cantidad ingente de sufrimiento. Es un denominador común en la literatura y la vida, ya que después de todo la literatura es un reflejo de esta. Puedo mencionar muchísimos casos.
Ahora recuerdo un Prólogo bastante significativo, de la novela “La vida inútil de Pito Pérez” del escritor Méxicano José Rubén Romero este dice así, aquí va un fragmento;

Será bueno dejar asentadas en el papel antes de que la muerte que llevo en el alma descienda a mi mano, algunas travesurillas de Pito Pérez. Tal vez no sean del todo regocijadas, porque la miseria no engendra alegrías y la risa de los pobres, cuando de tarde en tarde se ríen, parece mueca de dolor...”


Hay una cantidad de razones particulares por las que un escritor hace lo que hace. Muchos lo hacen por vivir esas vidas que no han podido vivir, lo cual es lo mismo que escribir para abstraerse de su realidad, para tener una válvula de escape. Otros para explorar y entender la vida. Otros porque su vida es demasiado intensa y tienen el impulso de contar sobre las cosas que pasan por ahí...

De cualquier modo, el artista es un ser que sufre. Y sus personajes son seres que caminan en el filo del acantilado, que moran en los extremos mas peligrosos de la vida, prestos a precipitarse a la tragedia. A un paso de las cárceles, y los hospitales y los manicomios. Hasta ahora no me encontrado una sola historia literaria donde los personajes salgan de este patrón.
En toda expresión artística sincera, hay un espíritu que grita. Un pasado mas o menos atribulado, una necesidad de alivio y justificación.
Se cuenta que Kennedy Toole, reflejó parte de su vida personal en esta novela, que desde cierta manera, si se quiere ver así, fue la culpable, directa o indirecta, de su muerte.
Ignatius Realli es un hombre de treinta y tantos años que vive con su madre, y navega a contra corriente. Un ser nacido a destiempo, inadaptado, neurótico e incomprendido, convencido de que el mundo es el que marcha mal. Que se esta viviendo una época en que los valores humanos, las buenas costumbres, el concepto de hombre libre están al colmo de su deterioro. Y sueña con legarle al mundo su mira particular de concebir las cosas... En pocas palabras fantasea con un cambio. ¡Igantius Realli no va en contra de la sociedad, la sociedad va en contra de él!
No digo mas, la novela es una sorpresa y no quiero ser el “el infame” que les robe la experiencia reveladora”
Solo quiero decir que fue una novela incomprendida en su momento, y que sufrió una negativa por parte de los editores al ser publicada. Se cuenta que esa situación desencadenó una crisis depresiva fuertísima en el autor, que lo llevó a perder el control de la bebida y finalmente a quitarse la vida conectando una manguera del tubo de escape de su auto al interior de la cabina y encerrándose dentro.
Algún tiempo después la novela fue publicada y debidamente reconocida a instancias de su madre.
Situación bastante frecuente con los grandes, mientras que las librerías están atestadas de enanos y mediocres.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Cálido Buen Vino



Cálido Buen Vino
Ya se anuncian las tardes grises y frías
de un cercano Otoño.
Magnifica vista tengo desde esta ladera.
La ciudad luce bella.
Como un ser que yace consciente.
Las fábricas, los subterráneos y los edificios tragan y escupen gente.
Yo aquí sin preocupación alguna. Holgazaneando.
La ventana tapizada de papel periódico para proveer calidez.
Y mi vaso de buen vino caliente por compañía.
Arraigado a la verdad.
El desapego absoluto.
Reivindicado el ser y el cuerpo.
Casa oscura,
por la acera escucho deambular gentes
en su ir y venir
indiferentes a mi casa; les observa como
bestia de ojos apagados.
No me relaciono.
La amistad es una atadura de la que
prefiero prescindir.
Subterfugios al mundo ilusorio.
¡Ilusión, no existencia, absurdo!
Es la vida.
¡Salud!
Cálido Buen Vino.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

martes, 4 de septiembre de 2018

Insomne



Insomne





Estoy de pie en medio de la carretera con una mujer. Lleva un vestido de percal, blanco y vaporoso y hace mucho calor. Comienzo a sentir sofoco. Algo hay entre nosotros pero no estoy seguro que sea atracción sexual. No hablamos. Miro al rededor y solo veo los espejismos del desierto. Cierro los ojos y me limpio el sudor con la manga de la camisa. Cuando los abro de nueva cuenta la mujer ya no está a mi lado, le veo, pero muy lejos en el horizonte. Trato de llegar hasta ella pero cuanto mas avanzo mas se aleja. Es inútil. A cada zancada se aleja lo doble de distancia. Desisto y caigo de rodillas frustrado. Antes de sentir el golpe despierto algo agitado. Siempre es así. Es la cuarta ocasión que sueño lo mismo en el mes. Ha sido un Verano muy pesado para mí, el divorcio, demasiada ira y ansiedad e insomnio. Me cuesta mucho autocontrolarme, por eso vine aquí. Pretendo dejar las pastillas.
Me hospedo una temporada en la propiedad de un lugareño que aceptó alquilarme una habitación independiente de su casa. Es bastante rústica, construida de madera y techo a una agua por estar adosada al muro lateral de la casa principal. ¡Ya voy para un mes! El único inconveniente es que hay que cagar en una letrina que hiede demencial, asqueroso. ¡Y la orilla del agujero es de madera de abeto!
Manolo tiene como cincuenta y tantos años, vive con su esposa y dos hijas que están maravillosas, Paula y María de 23 y 27 años. Aveces las espío cuando se bañan. << Las dulces corderitas  acechadas por el lobo feroz>>
Son bastante tímidas, y de tener mas tiempo a solas seguramente habríamos dado un paso mas, solo que su madre no les quita el ojo de encima. Se nota que son todas unas hembras con una actividad hormonal a punto de hacer saltar la tapa. Pero ahí las mujeres deben ser sumisas. Paula desea vivir en la ciudad. Pude escucharle el otro día.
Nuestra comunicación se limita a unas cuantas palabras de negación o asentimiento y ha miradas furtivas y veloces.
Me concentro en volver a dormir pero no puedo. Consulto el reloj. Es la una y cuarto de la mañana.
La hora perfecta para pescar Lobinas. Voy por la caña y los anzuelos y salgo de la casa. A esa hora es cuando las lobinas que durante el día huyen del calor se arriman a zonas poco profundas para buscar alimento. Son como yo. Mas activas de noche.
Manolo y su familia están durmiendo. Me alejo de la casa sin hacer ruido. El perro se despierta pero me conoce, mueve el rabo, le llevo conmigo. Llego al lago. Me gusta pescar desde el embarcadero pero es el sitio mas común y predilecto de los principiantes. Un par de sujetos están pescando ahí con anzuelo y caña, parecen dos campistas. Es muy común encontrarse por la noche tipos pescando con tarraya. Aprovechan las tinieblas para hacerlo furtivamente, cuando la vigilancia es casi nula. Elijo un buen sitio de la orilla con el agua un poco mas arriba de las rodillas y lanzo un señuelo Jig. El perro no se arrima al agua. Permanece olisqueando los árboles y hurgando por ahí. Es un perro de una sangre muy noble de padre coyote y madre perro, durísimo, serpientero, con una enorme cicatriz en el cuero justo detrás de la base del cráneo. No tiene nombre. Simplemente llegó un buen día y nunca se fue. Nunca nadie le llama de una manera en especial. Es un animal un tanto extraño y aveces solitario. Sus ojos brillan de manera singular en las noches de Luna, como si una energía extraterrena, o el espíritu del bosque estuviese arraigado en él. Una vez se marchó durante un mes completo. Nadie le volvió a ver y todos pensaron que lo habían destrozado los coyotes. Regresó a la quinta semana. Si lo pensamos mejor quizás no tenga nombre por el simple hecho de que no hay manera posible de nombrarle. Es simplemente “perro”.
Estuve intentando mas o menos por una hora. Saco el anzuelo y veo que picó una. Es pequeña, subdesarrollada. La desengancho del Sedal y la regreso al agua. Vuelvo a intentar. Al fin pica una de unos dos kilos, bastante para mí. Extraigo una hoja de banano de mi morral la envuelvo y la guardo dentro. La próxima es como de un kilo y medio. Corro con suerte. Una media hora mas tarde Pica algo. Me da trabajo. Es un animal no muy pequeño pero tampoco muy grande. Tengo que ir mas al fondo por cuestión de comodidad. El agua me llega mas arriba de las rodillas. Esta templada. Agradable. Pero mas tarde se logrará poner un poco mas fría. No quiero ir mas allá, lo que menos quiero en zambullirme por completo, me basta con el pantalón y las botas para agua mojadas. ¡Que dura la vida del pescador! El animal tira fuerte pero no demasiado, el sedal es muy resistente halo con fuerza. Miro al fin un espécimen gordo. Mientras halo paulatinamente voy retrocediendo a la orilla. El pez deja de luchar. Cuando al fin lo tengo fuera sobre la orilla, el perro se arrima a olisquear. Es una carpa de unos tres kilogramos mas o menos. ¡Una pieza excelente! Me considero muy afortunado. La envuelvo también y mientras lo hago miro que han comenzado a formarse nubes. Me reviso en busca de sanguijuelas. Se deja ver un destello al otro lado del lago. Recojo mis cosas y emprendo el camino con el perro. La casa solamente se encuentra a unos cuatrocientos metros sobre un declive. Le obsequiaré los pescados a Manolo seguramente.
En la propiedad todo continúa en silencio. Doy algunas vueltas. Aún no puedo conciliar el sueño. Leo “La Montaña Mágica” de Thomas Mann a la luz de la bombilla. Avanzo unas dos paginas sin poner atención. Escucho un trueno. Y me quedo mirando al techo. Apago la bombilla. La luz de los relámpagos se vuelve mas intensa. En cuanto mis ojos se habitúan a la oscuridad, los destellos me obligan a cerrar los párpados. Poco después se suelta un verdadero vendaval vientos fortísimos. Todo aquello parece siniestro, desolado. La copa de los pinos se dobla. Yo vuelvo a la cama. Abro la boca y trato de no pensar. Consulto el reloj. Las tres quince de la mañana. Vuelvo a mi lecho... no pensar, no pensar... me concentré en las figuras que se forman tras mis parpados. y al fin creo que debí quedarme dormido. 

sábado, 1 de septiembre de 2018

Ave


 Ave


Y ahí estaba, simplemente, posada sobre una estructura de fierro. Era una tarde que me sentía particularmente vacío, como el cielo; plomizo. Pensando en la intensidad que representó el mes de Agosto para mí, y los cambios irreversibles que dejó en mi vida; entonces le miré ahí reposando, acurrucada.
Le tomé una instantánea por que me pareció que debía escribir algo sobre ella. Aveces me sucede. Se me presentan cosas sobre las que de algún modo mas tarde se van a configurar en algo escrito, o aveces de inmediato.
No se describir lo que sentí al verle ahí, especialmente hermoso y libre, mi ave. Como si desprendiese un aura y se me vino a la mente que quizás, pronto, no existiría mas. Sería una ave caída. Un cuerpecito sin vida y solo eso, y a todos les sería indiferente. 

Como dice ese poema de Robinson Jeffers:

Halcón Herido


Uno

El pilar astillado del ala es una muesca en el hombro maltrecho,
el ala cuelga como un pendón caído
y ya no puede usar el cielo eternamente, solo vivir con hambre
y dolor unos días. Ni gatos ni coyotes
abreviarán el tiempo de espera de la muerte, su captura sin garras.
Apostado en mitad del encinar, espera
al animal tullido que lo salve; o vuela de noche en un sueño
recordando la libertad; despertar es su ruina.
Es fuerte y el suplicio es peor para los fuertes, la impotencia es peor.
Los sabuesos del día llegan y lo atormentan
desde lejos, nadie sino la muerte redentora humillará ese cráneo,
la intrépida destreza, las terribles pupilas.
El Dios salvaje del mundo es compasivo a veces con aquellos
que piden compasión, no con los arrogantes.
Vosotros no le conocéis, gentes de la comunidad, o le habéis olvidado;
inclemente y brutal, el halcón le recuerda;
bello y salvaje, los halcones y moribundos le recuerdan.

Dos

Antes mataría a un hombre que a un halcón, salvo por el castigo;
pero al gran ratonero
no le quedaba sino el dolor inhábil
de su hueso quebrado, irreparable, el ala que al moverse
se mecía bajo sus garras.
Lo cebamos durante seis semanas, le di la libertad,
vagó por la región del promontorio y a la noche volvió suplicando morir,
no como un pordiosero, sino con la soberbia despiadada
de sus viejas pupilas.
El regalo de plomo llegó al atardecer.
Cayó tranquilo,
mullido como un búho, con suaves plumas femeninas; mas lo que
ascendió planeando: esa feroz urgencia: los martinetes
junto al río desbordado gritaron de temor mientras se levantaba
hasta desenfundarse casi del todo de la realidad.