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sábado, 28 de marzo de 2020

La Peste "Camus"


Recuerdo que hace algunos años leí el libro “La Peste” de Albert Camus; fue una lectura algo “impersonal” Para ser honesto no recuerdo si lo terminé. Lo que si recuerdo fue que lo leí, ya dije, distante, y algo impersonal. Una situación que creía posible, pero de una manera remota y muy improbable para los tiempos que corren y no a las magnitudes que estamos viviendo.
Pensaba que era muy poco probable que en pleno siglo XXI una epidemia se saliera de control de esa forma, debido al avance en la ciencia y las tecnologías y la disminución del analfabetismo. Vivimos en lo que yo suelo llamar el “siglo de la información” desde mi punto de vista creo que en ningún otro siglo el ser humano hemos estado mejor comunicados, ni hemos tenido tan a mano las monstruosas avalanchas de información que tenemos ahora. No obstante nos enfrentamos a una situación paradójica en todo esto: “Estamos y no estamos informados” odio esa frase, pero creo que por desgracia es así. El problema radica en que el individuo nos vemos abrumados ante una cantidad tan masiva de información que discriminar y discernir  no es algo muy sencillo.
Es fácil caer en la trampa de creer cosas que no son ciertas. Confiar en medios amarillistas e informaciones de doble intención y a la vez trasmitir los errores como una epidemia. Nuestro cerebro corre peligro de verse saturado ante una avalancha tan atroz de medios de comunicación e información a la punta de los dedos. No hay situaciones ideales. Todo tiene sus pros y contras.

Entonces en aquel momento pensaba que de darse casos de este tipo serían en países menos desarrollados de África o algo por el estilo. Ahora veo lo equivocado que estaba. Me encuentro con otra paradoja: “Los países mas afectados son los que a nivel mundial se encuentran mas avanzados tecnológica y económicamente” esto tiene una explicación plausible y la paradoja pasa a ser mera ilusión.
Pero volviendo al tema del libro, en aquel momento, naturalmente que no me detuve a pensar al respecto, digamos que fue una percepción que tenía en segundo plano. ¡Para mí era una situación muy semejante a la ciencia ficción! No creo que se me pueda culpar de ello. Sabía de algunos casos que llegaban a salirse de control y generaban una especie de epidemia, los medios informaban y después de un periodo relativamente corto no se escuchaba mas. Nunca imaginé que fuese tan “relativamente” sencillo que el mundo se viese en una situación tan complicada como lo que se vive actualmente con el COVID19.
He tenido oportunidad de observar y mirar lo que pasa a nuestro alrededor. Quizás estimulado por lo que esta sucediendo, he retomado el libro y se me ha presentado una lectura completamente distinta. Como una obra para una reflexión bastante profunda. Por primera vez puedo declarar que me encuentro en un caso donde la realidad esta casi a la par de la ficción, y lo digo así para no incurrir en temeridades.
Para mí “La peste” ha pasado a ser una radiografía del comportamiento humano; sentimientos, temores, defectos y capacidades.
Claro que cualquier otro tipo de interpretación es igual de válida. Para mí “La peste” es una historia con un trasfondo reflexivo y filosófico. Una obra de artillería pesada. Una obra que resuma contenido. Un registro indeleble donde ha quedado grabada a fuego una faceta de la naturaleza humana; como en toda buena obra literaria.

jueves, 26 de marzo de 2020

Por los rayos tras las nubes negras


POR LOS RAYOS TRAS LAS NUBES NEGRAS

El hombre quiere ser engañado
El hombre pide ser engañado
El hombre exige no ser aniquilado 
por los rayos tras las nubes negras
religión apagada
verdad que aniquila
El hombre huye de la verdad
revive las formas.
Enciende la antorcha en la caverna
arde 
se consuela de la fuente de las formas platónicas.
No mires por encima de ti. 
arde.
No mires dentro de tu cabeza
El hombre exige no ser aniquilado 
por los rayos tras las nubes negras.

 
DE SIETE A DOCE NO PUEDO PROTESTAR
No puedo protestar.
Del alero despiertan los gorriones.
Mi borrachera se ha terminado, atrás los montones de tristezas.
es tiempo de aspirar
el olor de la violetas del jardín perfumado.
No puedo protestar.
Pongo agua para café sobre la lumbre.
Bolígrafo y papel, las aves y el fresco
me escriben los poemas.
Soy prolífico.
No puedo protestar.
El corazón
siento que sana.
De siete a doce:
-No puedo protestar-

  CAMINANDO CUESTA ARRIBA POR LA RUE LOUBON
Y uno no sabe,
un día miré a un tipo tristísimo;
decían que era un genio,
iba ahí
caminando cuesta arriba por la Rue Loubon 
inclinando un poco el hombro. 
arrastrando cierto gesto de abatimiento
bajo los 31°C de un sol de Verano.
Era un poeta.
Yo entonces hacía un esfuerzo por penetrar
en otra vida.
Como traspasando una pared de placenta,
de ectoplasma.
Había escuchado a alguien decir
que los poetas podían cambiar de vida.
Yo me preguntaba ¿cómo sería la vida de un poeta?
-Esa era la sensación mas o menos-
cuando lo logré, tampoco me gustó.
Creo que era una especie de tipo tristísimo también.
Me dispuse a atravesar la pared nuevamente
poco a poco, poco, a poco: derritiendome.
¿pero?
¡Una especie de monje ZEN! caminando por la Rue Loubon
¡que complicado!
En algún punto debí perder el camino.
¿Un matemático?
¡que terror!
salí
Con sorpresa me dije: 
mi vida fluye y vivo, estoy vivo 
caminando cuesta arriba por la Rue Loubon.
Matando las horas
Abordando vidas de gente que camina por la Rue Loubon.

miércoles, 25 de marzo de 2020

cápsula sobre Nabokov



No estoy seguro cual sea la razón, pero últimamente he estado
pensando mucho en Nabokov. Y recordé (no sin causarme gracia) la enorme lista de cosas que odiaba. A menudo la gente critica mal a quienes dicen odiar esto o aquello. “Esta loco, no hay quien lo aguante” pero algunos locos son realmente divertidos. Creo que todos los artistas caminan sobre la raya de la locura; por eso son artistas.
Soy de la idea de que si no hay incomodidad, molestia, necesidad por decir algo, sencillamente no hay obra de arte. Seamos honestos; quienes buscan arte, no buscan precisamente la belleza. Creo que esta es una de las principales falacias que la academia engendró y alimenta en su definición de arte. O al menos yo no he conocido a nadie que busque en el arte lo bello, mucho menos en la poesía. El termino bello es tan difuso que resulta peligroso hablar de él. No sabemos ni siquiera que es exactamente lo bello.
Años atrás podía aguantar una obra de Dostoievski, ahora entre mas años pasan me doy cuenta que Dostoievski es tan intenso que puede resultar mortal para un viejo pesimista. Y eso que no soy tan viejo. Cuando intento releer una obra de Dostoievski o de Ivan Turgueniev siento como un pinchazo en lo vivo. Debo parar, agarrar otra cosa o de lo contrario se que no la pasaré muy bien. De mas joven podía con esa carga.
Lo mismo me pasa con ciertos escritores estadounidenses que describen la vida de pueblos sureños willa cather, Flanery O Connor, o las novelas de los Japoneses, ozamu dazai por ejemplo. También me sucede con Kafka.
Y esto es porque la literatura nos crea un desasosiego, nos deja con un remanente de inquietud respecto a la vida real. Se lo que digo. La literatura es peligrosa.
Hasta hace relativamente poco mi concepción del amor era netamente de la época romántica, sin yo llegar a sospecharlo siquiera. ¿Cómo era posible? Quizás tendrían que ver todos esos libros que leí en su momento. Pero de alguna manera terminé embelesado por ese perfeccionismo de caracteres, entrega, intensidad y pasión que siempre admiré en segundo plano. Aquellas historias o esos arquetipos de personajes pueden ser muy peligrosas. Con el paso de los años me di cuenta que pretender vivir bajo el ideal Romántico Aleman, solo podía desencadenar en una neurosis arrasadora. El choque con la vida real es terrible, son como lava y agua. Brutal.
De esto ya hablaré en otra ocasión.
Como decía: para mí, Nabokov siempre ha sido una de las personalidades mas atrayentes de la literatura. Me gustaría dejar registrada aquí toda esa lista de algunas cosas que odiaba, de cualquier forma, esta lista esta extraída del libro “Vidas escritas” de Javier Marias.

Le molestaba enormemente que le atribuyeran influencias, fueran de Joyce, Kafka o Proust, pero sobre todo de Dostoyevski, al que detestaba, considerándolo «un sensacionalista barato, torpe y vulgar». En realidad detestaba a casi todos los escritores, Mann y Faulkner, Conrad y Lorca, Lawrence y Pound, Camus y Sartre, Balzac y Forster.”



aborrecía a cuatro doctores —«el doctor Freud, el doctor Zhivago, el doctor Schweitzer y el doctor Castro de Cuba»”



Sus manías y antipatías, no obstante, llegaban mucho más lejos: odiaba el jazz, los toros, las máscaras folklóricas primitivas, la música ambiental, las piscinas, los camiones, los transistores, el bidet, los insecticidas, los yates, el circo, los gamberros, los night-clubs y el rugido de las motocicletas, por mencionar sólo unos pocos ejemplos.”



Lo irritaba la gente que encomiaba el arte «sencillo y sincero», o que creía que la bondad del arte dependía de su sencillez y sinceridad. Para él todo era artificio, incluidas las emociones más auténticas y sentidas, a las que no fue ajeno.”

Un libro suyo muy recomendable son sus apuntes sobre literatura de cuando dictaba clases en la universidad de Wellesley y Cornell, se titula “Curso de literatura Europea” para quines busquen indagar mas en sus ideas literarias. 
Casi cualquier libro de Nabokov me deja complacido, y siempre vale la pena.

miércoles, 18 de marzo de 2020

El triunfo de la muerte






El triunfo de la muerte


La de la imagen se titula "El triunfo de la muerte" del pintor Pieter Brueghel "EL VIEJO" Breda 1525 - Bruselas 1569
Y no es mas que una representación simbólica de una epidemia. En ese caso una epidemia de peste.

martes, 17 de marzo de 2020

Balance



En realidad el objetivo que persigo de este blog es muy personal. Me gusta pensar en que es una especie de diario. Es un cuaderno donde esbozo las ideas de los temas que me interesan, y si a alguien mas le son interesantes; bienvenido sea. Si persiguiese los comentarios o los aplausos, seguramente, lo habría cerrado hace tiempo; ya que nadie parece querer decir algo.
Mucho menos aún esta escrito con fines tendenciosos a crear cambios o implantar formas de pensar. Lo que si puedo asegurar es que se puede encontrar sinceridad. 
Si fuese un sitio sobre temas prácticos o técnicos, o pasatiempos, quizás gozaría de mejor fortuna. Pero yo no tengo interés en escribir un sitio de esos. Creo que tenemos suficiente con Youtube que es un enorme basurero donde suelen encontrarse lindas joyas y hay tipos que se autodenominan "Youtubers" (payasos tras una cámara de video que sonríen todo el tiempo)

Al estar mirando “ El cuaderno de Saramago” me encuentro con una entrada que dice así:

Día 5
BALANCE
¿Ha valido la pena? ¿Han valido la pena estos comentarios, estas opiniones, estas críticas? ¿El mundo está mejor que antes? Y yo ¿cómo estoy? ¿Es esto lo que esperaba? ¿Satisfecho con el trabajo? Responder «sí» a todas estas preguntas, o incluso sólo a alguna, sería la demostración clara de una ceguera mental sin disculpa. Y responder con un «no» sin excepciones ¿qué podría ser? ¿Exceso de modestia? ¿De resignación? ¿O tal vez la conciencia de que cualquier obra humana no es nada más que una pálida sombra de la obra antes soñada? Se cuenta que Miguel Ángel, cuando terminó el Moisés que se encuentra en Roma, en la iglesia de San Pietro in Vincoli, dio con el martillo en la rodilla de la estatua y gritó: «¡Habla!». No será preciso decir que Moisés no habló. Moisés nunca habla.
De igual manera lo que en este lugar se ha escrito a lo largo de los últimos meses no contiene más palabras ni son más elocuentes que las que pudieron ser escritas, precisamente ésas a las que el autor quisiera pedirles, aunque fuera murmurando, «Hablen, por favor, díganme qué son, para qué han servido, si ha sido para algo». Callan, no responden. ¿Qué hacer, entonces? Interrogar palabras es el destino de quien escribe. ¿Un artículo? ¿Una crónica? ¿Un libro? Habrá que hacerlo, pero ya sabemos que Moisés no responderá.

José Saramago

El cuaderno”

¡En caso de emergencia salvese quien pueda!


Ayer que fui al centro comercial, la gente llevaba botellas de agua y
papel higiénico por montones. Si quizás se comprende; supongo que todos tenemos miedo del virus. Caminé por el pasillo de la farmacia porque tenía intención de comprar una botella de gel antibacterial; pues los estantes estaban vacíos. Así que me dirigí al pasillo de los jabones y apenas si había un par de estos en los estantes. Si esta bien. Pensé. La situación es grave pero ¡oh dios! esto comienza a cagar las pelotas por mucho instinto de conservación que tengamos el ser humano. Lo único que se necesita en estos casos es un poco de sentido común y raciocinio.
¿Por qué la gente la ha tomado contra el papel higiénico? ¿qué temen? ¿qué se acabe? Siempre esta la posibilidad de lavarse el culo y la nariz. No veo cual sea el problema.
Y quizás, lo peor del asunto en estos casos son los llamados “acaparadores” ¿Dónde quedan los demás? La gente que por motivos económicos no puede comprar tanto, o simplemente no quieren comprar tanto porque no son tan irracionales.
Me he llegado a enterar en días pasados que en varios países incluido aquí en México (naturalmente) se han suscitado discusiones y riñas por culpa de las compras de pánico. Por ejemplo en Australia una mujer hasta intentó apuñalar o apuñaló a un hombre por llevarse todo el papel.
Bueno es una situación bastante cómica con esos tipos; sucede sencillamente que su capacidad imaginativa no les permite enterarse de que sus provisiones realmente no sirven de mucho. Carecen sencillamente de sentido común. Tan poco sentido común como tanto egoísmo y estulticia tienen.
No niego que la compra de provisiones se deba hacer con cierta estrategia; sobre todo si se trata de personas mas vulnerables. Importante tener estrategia para preservar orden y evitar aglomeraciones.
Pero es muy diferente a un tipo que esta muy sanote, llega con una camioneta, un acoplado y toda su familia que pretende llevarse media tienda. Mientras todos los demás tienen necesidad de ese mismo producto y no ha dejado nada. Ya veo que en todo el mundo el ser humano vivimos bajo la premisa “En caso de desastre salvese quien pueda”
Siempre sucede lo mismo. Recuerdo el año pasado con el tema de la gasolina aquí en México. Ahora esta pasando una situación muy similar a nivel mundial. Recuerdo que la gente se rompía la nariz en las filas, y en cuanto abría una estación de servicio se abarrotaba y terminaba entrando la policía.
Por supuesto había gente mas prudente que se ceñía a las indicaciones de las autoridades y el sentido común, pero nunca lograban un poco de gasolina o solo un poco.
No tardaron en aparecer los tipos acaparadores que montaron su negocito y te vendían el litro tres veces mas caro de lo normal. Bueno hubo necesidad de guardar a esos sujetos un rato a la sombra.
Ahora me entero de que hay unos tipos que están vendiendo gel antibacterial “el recipiente de 1L” a 400 pesos, cuando solía costar unos 70 pesos mas o menos.
Cuando se tuvo el problema de la gasolina, no había alma caritativa que quisiera vender por lo menos un poco; así fueses familiar o conocido.
Y esto lo digo con fundamento por que en esos días me dí mucho a la tarea de observar, hablar y escuchar.
Siempre he sido de la idea de que las crisis de cualquier tipo, si se miran del lado correcto, dejan enseñanzas muy positivas. Generalmente son los estados que causan incomodidad y sufrimiento los que suelen dejarte este tipo de enseñanzas.
Estados que nos expulsan de nuestra zona de confort un rato y nos hacen mirar la vida de frente y entonces así, y con un poco de honestidad, podemos comprender quienes somos en realidad.
Yo lo que puedo ver es, que esta pandemia nos esta demostrando lo egoístas que somos algunos seres humanos. Y si hay algo que el ser humano no podemos fingir; es el temor a la catástrofe. Es ahí cuando prolifera lo peor o lo mejor de cada uno.

viernes, 6 de marzo de 2020

Una conversación sobre matrimonio


Había estado toda la tarde tirado en el sofá con la radio encendida, pensando sobre no se que asunto que he olvidado, pero que entonces demandaba toda mi atención. En ese momento las bocinas sonaban el tercer movimiento de la quinta de Beethoven y me hacía sentir realmente bien, quiero decir, melancólico, claro pero, bueno. Beethoven es como un río donde lavo lo peor de mi vida. Por no decir la escupidera donde vomito la mierda del día a día. Estaba pues, en ese estado cuando escucho que tocan la puerta. Subí el volumen e ignoré el llamado. Algunas veces suelen ser vendedores o evangelistas, solo que evangelistas no podían ser porque van por las mañanas, al menos así es costumbre en este barrio. Tal vez niños que pretenden gastar una broma o simplemente molestar. Suelen pasar, tocan el timbre y se marchan corriendo. No escuché nada mas -Quien haya sido, ahora se ha marchado- pensé. Pero algunos segundos después tocaron nuevamente. Fui a abrir. Era mi amigo Federico con su novia Mildred.
-¡Son ustedes! -dije- pasen.
Estan comprometidos desde hace seis años. Planeando un matrimonio, un hogar y muchos chicos, o algo de eso.
-Esta todo muy oscuro aquí y caldeado. -dijo Mildred
Tengo una planta carnívora en la mesa de centro para que las visitas no se queden mucho tiempo. Saco el frasco de Pringles, las pongo en un plato junto a la planta de forma que cuando la visita quiere coger una, tenga que pasar el brazo por arriba, cerca de la planta, con eso me aseguro de que no las toquen. Cuando se marchan vuelvo a guardar las papas. Es un buen sistema, cuando están a punto de arranciarse las como y compro nuevas en el super.
-Pobrecilla -dijo Mildred -debe pasarla muy mal aquí con todo este humo de cigarrillo.
-Esta habituada. -dije
-¿Realmente es carnívora?
-Es una Venus Carnívora -le dije.
-Te estabas agasajando sin nosotros... canalla.
-Solo dormitaba -contesté.
Se sentaron en los sillones de la salita. Traían Marihuana.
-Solo tengo soda de Limón -dije.
-Yo tomaré un poco de soda -dijo Mildred.
Saqué el tubo de Pringles.
-¿Tendrás un poco de agua con hielo? -preguntó Federico.
Llevé los vasos a la mesita. 
-Siento no poder ofrecer nada mas. ¿Conocen ese poema de Catulo que dice...?
-¿Catulo no es ese poeta Griego? -preguntó Mildred
-Italiano  -dije- pero el poema dice: Cenarás bien en mi casa, Fabulo querido, ojalá que con el favor de los dioses, dentro de unos pocos días, si traes contigo comida buena y copiosa, no sin una muchacha guapa, vino, sal y risa en cantidad. Te digo que si traes todo esto, mi simpático amigo, cenarás bien, pues la bolsa de tu Catulo está llena de telarañas. 
-Aquí no hay telarañas -objetó Federico
-La muchacha guapa la tenemos.
Federico comenzó a liar un churro. Y a hablar. Eso que decía siempre.
-¿Qué decía Sócrates del Matrimonio?
-No decía nada -dije- Sócrates solo enseñaba que nada sabemos.
-¿Y qué me dices de Krishnamurti, Schopenhauer?
-No lo sé -dije- puedes indagarlo.
-Lo que a Mildred y a mí nos gusta de ti es que eres un tipo muy divertido, aunque de un trato de mierda...
-Gracias...
-Pero volviendo a lo anterior deseábamos comentarte que quizá nos casemos el próximo Verano. Y lo que implica. Toda esa farsa. ¡Hermano! es cómico la manera en que la gente nos damos al teatro.
Mildred le miró. 
Federico tenía una forma de pensar muy avanzada para el común de las chicas.
-Quiero decir ¡Tu me amas, yo te amo! Unamos nuestras vidas. Así tiene que ser. No entiendo toda esa otra mierda ¿Comprendes? tanta...
-¿Parafernalia? -dije- Creo que si comprendo -contesté
-Yo diría teatro. Es algo realmente muy fácil de comprender. ¿Qué opinas tú?
-Lo veo bien, vaya, lo veo bien.
-¿Ya ves? ¡Te lo he dicho! -se dirigió a Mildred
Mildred no dijo nada. Tenía la esperanza de que influyera en la forma de pensar de Federico.
-¡Hay que joderse...! -exclamé
-Tengo en mucha estima sus consejos. -continúo Federico, señalándome.
-No digas eso por favor -le dije, me incomodó ese comentario. Ya te he dicho que no le doy consejos a nadie.

En realidad hacían buena pareja. Mildred es una chica bastante sensible. Posee mucha belleza, y en su interior todo es luz. Y además es muy sabia. No en el sentido de una sabelotodo, si no en el sentido de comprender. De percibir. Sin ese aire petulante y engreído.
-Así que ¿Que harías tú? -continúo Federico
-Pues no lo sé. -dije- realmente no lo sé. Creo que le das mas importancia de la que tiene. No veo cual sea el problema, ¿me entiendes? No veo la razón de ser inflexibles.
Terminó de encender el churro, me lo pasa primero, yo por cortesía se lo pasé a Mildred, luego me lo devolvió y le dí una buena calada y se lo mandé a él.
-¡Ohhh, ohhhh! -tose- si, si... reteniendo el humo... Mi forma de pensar acerca del matrimonio es... -da otra calada-...aja, aja... bastante, diría yo reaccionaria. Si, de esa forma le califico. Pero ella hermano no lo piensa así. 
Bueno, en estos días hay demasiadas parejas que viven en unión libre. -El porro volvió a circular- ¿Cierto? -preguntó
-Cierto -contesté yo- ¡Oye creo que sería divertido hacerlo con una pipa de agua! -dije- para variar.
-Se llaman Bong -intervino Mildred.
-Filtra toxinas -dije yo.
-¡TOXINAS! -interrumpió Federico- ¿Quién mierda se preocupa por eso? creo que este encierro te hace daño hermano, en verdad te lo digo...
-No, por desgracia el ochenta por ciento es mierda, lo demás es maría. -añadió Mildred-
-¡Mierda! -dije, luego tosí.
-Si -dijo él- mierda, el agua solamente es para enfriar el humo. Por cierto, tomaré un poco mas de agua con hielo si te parece bien. Espero no encontrar telarañas en mi vaso.
-Adelante, sírvete tu mismo.
Fue a la cocinita. Yo me levanté del asiento y puse un Album del Deep Purple.
-¡Es increíble! -dijo cuando regresaba de la cocina.
-¿Qué? -pregunté- Seguía con el rollo de las toxinas.
-Los doctores argumentan que fumar y beber mata y un tipo casi nos manda al arcén cuando veníamos. ¿Verdad Mili?
Mili asintió.
-Bueno, mata lentamente -dije yo- en dosis pequeñas. 
-La gente cada vez respeta menos -Agregó Mili.- No se que les pasa.
-Odio este país -dijo mi amigo.
-Supongo que en todos lados hay estúpidos. -dije- Por mi parte me encuentro genial en cualquier sitio. Soy un hijo de la madre tierra.
-¡Seguro! pero yo creo que deberíamos ser libres de elegir donde vivir.
Mildred continúo el rollo anterior.
-Si pero este se lleva el record. Lo vivo a diario. 
-Bueno y ¿a dónde irías?
Federico tomó la palabra:
-Ámsterdam, Nápoles, Alaska, La Antártida, Rusia... cualquier otro sitio de esos.
-Bueno... ¿No van a coger papas? Están frescas.
-Si claro... -dijo Federico- pero esa cosa me quita las ganas. Nunca me han gustado esas plantas. -dijo él- riéndose
-Son de dios, además puedes rodear la mesita -contesté.
-Quisiera poder tener una cuando nos casemos.
-¡Ni lo sueñes Mildred!
-Mantienen libre la casa de arañas y moscas -dije yo
-No me importan tus argumentos.
Rotamos el churro. 
-Un buen perro ratonero también es esencial. 
-Un tío mío tuvo uno que murió mas viejo que satán.
-¿qué Satán? -preguntó Federico
-Si Satán el otro perro salchicha de mi tío.
-Ah
-Bueno, el asunto es que era tan bueno para atrapar ratas que un día atrapó un gigantesca, le cortó la cabeza, el cuerpo fue a parar al corredor y la cabeza bajo el sofá de mi tío y ahí quedó y se secó...
-¡increible!
-No, lo increíble es que un buen día mi tío conoció una mujer que llevó a su casa para comerse una rosca, a la tipa se le regó el monedero cerca del sofá, metió la mano debajo y se topó con la cabeza de la rata. Fue un desastre. La tipa casi de desmaya, se puso lívida y arrojó la cabeza a mi tío, este pegó un salto y trató de retacharla con el cojín, pero falló y cayó a junto a su muslo, pegó un jodido grito de maricón y para entonces la mujer se había largado.
-Puta madre, puta madre...
Estuvimos un tiempo en silencio. Luego dijo.
-Creo que deberías casarte tu también. No es bueno que estés tanto tiempo solo.
-No estoy solo. Nadie esta solo realmente. -contesté- además de cuando en cuando me como una rosca.
-A mí me parece que estas muy solo. Espera ¿dónde esta ese...?
-Unicamente en apariencia. Además me siento bien. -Bostecé-
-¿Ves? A eso me refiero. ¿Quién en su sano juicio puede decir eso? Es un intelectual, se basta consigo mismo.
-Yo le creo -dijo Mildred- Para algunos es mejor estar solo.
-No lo se chicos. Simplemente  trato de vivir, vivir solamente.
-¡Pamplinas! Yo no soporto estar solo. Debes tener algo mal en la cabeza para creer lo contrario. Un tumor... leí que a un tipo le extrajeron un tumor del tamaño de una almendra y desde entonces su forma de pensar cambió.
-Natural -dije- ¿quién no cambia su forma de pensar luego de que le jodan el cerebro?
-¿Qué me dices de los santos? -pregunto Mildred
-¡Cuentos, puros cuentos! ¡Pamplinas!
-¿Los ascetas?
-Son los santos. Los ascetas son santos y los santos son cuentos, nadie puede ser lo suficientemente santo...
Me serví un vaso de soda con hielo mientras escuchaba la discusión. Volví a bostezar.
-Espera, he leído eso en un libro de Capote, creo que fue A sangre fría... la mujer tenía un tumor en la columna que le pellizcaba los discos o algo así...
-Bueno, no hablaremos mas sobre eso, dejémoslo estar -dijo Mildred.
-Bueno realmente hemos venido a charlar, si -dijo Federico- Hemos traído la batería a cargar y estábamos cerca y ¿Por qué no? Nunca esta demás pasar a visitar a un buen amigo... y volviendo a lo del matrimonio...
En ese punto debí quedarme dormido porque no recuerdo el resto de la conversación. Cuando desperté encontré una nota en la mesilla. Era de Mildred y Federico. No la leí completa. Aludía en un tono burlón a mi baja tolerancia a la María y algo relacionado con la jodida batería. Dejé el papel sobre la mesa, fui por una cerveza a la nevera y encendí la tv. Pase unos cuantos canales y la apagué. En eso escuché un trueno y unos segundos después pesadas gotas de lluvia golpeando la chapa del tejado trasero. Una mosca se posó dentro de un lóbulo de la venus y esta se cerró de imprevisto. Me quedé mirando la lluvia tras la ventana fumando y bebiendo pequeños tragos de mi cerveza. Pensando en que quizás compraría una piraña y una replica de un Goya.

Cosas de la vida



Un buen día Misty, un lugareño de la zona conurbada, compró un par de tenis de moda. Flamantes, los mismos del anuncio de la tv. Y Misty creía en una fantasía, la idea de que, por no se que motivo de la vida, esos zapatos le volverían mas veloz al momento de correr y saltar. Justo como el atleta que aparecía en el comercial de televisión, cierto basquetbolista de medio pelo que Misty admiraba. Zapatos deportivos de esos ridiculamente caros. Así el primer día que se los puso, sintió la sensación de ligereza y rapidez al andar, comodidad, tu sabes, confort. Mas tarde Misty salió a dar un paseo por la avenida. Estaba oscureciendo, paulatinamente la calle se quedaba mas y mas sola. Las farolas comenzaron a encenderse. Al pasar junto a un zaguán, que por su diseño podía albergar fácilmente a varios hombres ocultos, sintió un objeto agudo en la espalda. Misty se detuvo. Una voz le ordenó, tranquila y hasta con cierta educación. “Los Tenis o la vida” Pero Misty tiró a correr raudo, raudo como un rayo con los zapatos nuevos, “y vaya que corría rápido” según me contó Misty. A cada zancada sentía como ganaba aceleración. Como un corredor de cuatrocientos metros en la pista olímpica. Algo así como las sandalias con alas que el dios Zeus le regaló a Hermes, el mensajero del monte olimpo. Solo que los rufianes fueron mas veloces aún. Le alcanzaron pocos metros mas delante, le amarraron tremenda patiza y se llevaron los zapatos y una cadenita de Santa Rebeca de Himlaia, regalo de su difunda abuelita.

Y el tiempo pasó, porque en muy raras ocasiones las rachas de mala suerte se suceden de forma tan continua. Aunque a decir verdad nadie lo sabe, son cosas fortuitas, tan complicadas que escapan a nuestro entendimiento y la gente fatua lo atañe a la suerte, la cual en realidad no existe; si no que son situaciones que responden a algoritmos tan complejos que producen dolor de cabeza y mucho vértigo. Pero volviendo a Misty (que no se porque le llamaban de tal forma, cuando su verdadero nombre es Juan Cruz) Cierto día, por razones que desconozco y que no vienen al caso. Una buena tarde en que se encontraba de vacaciones en Caleta, cogió unas chanclas de goma, se puso unas bermudas y salió de casa de su cuñada a dar una vuelta por la playa y mirar la puesta de sol. Misty es romántico, a pesar de que las chicas lo consideran un poco retrasado y babotas. Llevaba consigo una mochilita que contenia una toalla, un radio de pilas, una cámara fotográfica de rollo y una revista de automóviles deportivos. Cuando llegó a la playa por la carreterita eligió un buen sitio debajo de un cocotero y aprovechando aún la claridad de la tarde, la soledad, y para esperar el ocaso, se metió a nadar un poco, el mar estaba algo embravecido y el agua no muy agradable, lo cual es común por ser mar abierto del lado del Oceano Pacífico. Aquí habrá quien se sienta inclinado a pensar que salió del mar huyendo de un tiburón, pero no. Las cosas, aveces, aunque chuscas, no suceden como en guiones de películas baratas. Cuando salió tiritando de frío, se secó con la toalla, luego la extendió sobre el suelo arenoso y se sentó para sacarse la arena de entre los dedos de los pies. En eso se aproximan dos hombres. “Ni se te ocurra moverte” Misty obedeció en el acto, uno de ellos lo amagó en el piso a punta de resortera con una piedra expansiva del calibre .45 mientras el otro, recogía la mochilita y las chancletas de goma y se largaban corriendo con las ligas del arma tensas y la piedra vibrando de energía potencial.
Pero si piensa que los infortunios de Misty acaban ahí, permitame decir, y lo ví con mis propios ojos;  Misty se trasladaba de un punto A a un punto B en una motito diminuta. De pronto la motito se apaga. Misty se baja muy confundido, intenta encender, el motor hizo Bruuu pupupufff .... Bruuuuu pupupufff Bueno no importa. Así que comienza a empujar su motito porque al final, Misty es positivo. Piensa en positivo. Pero al pasar frente a una casa un perro se encontraba tomando sol. El perro se levanta, se despereza, estira sus patas delanteras bosteza, tranquilamente y sin razón aparente le muerde el tobillo al pobre de Misty.
Cómico, pero como dije: Son cosas fortuitas de la vida.
Y de Misty nunca volví a saber nada, la vida nos ha llevado por derroteros diferentes. A menudo le recuerdo con algo de nostalgia.