Cierta ocasión, mi amigo
y yo, manteníamos una charla sobre la vida. Quiero decir sobre las
cosas que vamos viviendo conforme el tiempo
pasa, y el día a día.
Sobre todas esas vivencias, errores, aciertos y desatinos que todos
hemos experimentado y seguiremos experimentando, seguramente. El le
suele llamar, a eso, la experiencia de la edad.
Entre los dos dista una
diferencia de edad muy notoria; en estos momentos él tiene sesenta y
dos años, yo soy relativamente mas joven, con veintinueve. Próximo
a los treinta no dejo de sorprenderme y de decirme, a mí mismo ¡tres
décadas y aquí sigues! Cada quién viviendo a su manera y a sus
posibilidades. Es increíble.
Peor aún estaba cuando
tenía quince o catorce y creía que era invulnerable.
En ocasiones no hemos
estado de acuerdo en algunos aspectos; pero es fácil de comprender,
si nos ponemos a pensarlo: ¡La vida no se ve igual a los 29 que a
los 62! forzosamente no.
Yo a menudo sufro de la
impulsividad, la impaciencia y la hiperactividad propia de la edad,
la lengua se me va de paso, y pretendo comerme el mundo, es mi
vanidad, es el tinte de inmadurez si se puede ver de esa manera. Él
por su parte es una persona bastante reflexiva, calmada y juiciosa.
Sabe lo que debe no decir, y lo que debe decir en el momento
oportuno. Sabe que vivir el instante es lo que mas importa. Y que
nada más tiene sentido realmente. Enseña sin dar lecciones, sin
usar las palabras, enseña sin estar presente, enseña sin juzgar, en
silencio, sin ser abrumador, enseña con lo mas interno de si mismo,
lo mejor de su espíritu...
Ha dejado atrás todas
esas etapas que aún me faltan por descubrir.
Tenemos una amistad
bastante singular para ser honestos: nuestros dos únicos gustos en
común son los temas de mecánica de motores, y los animales; el amor
y el respeto por los animales.
Ahora me he convencido de
que hay cosas que se aprenden con el paso del tiempo, y que no están
en los libros, ni estarán, como mencionaba en otra entrada; “lo
que se puede leer en los libros que hablan sobre la vida es ceniza de
hombres muertos” siempre hay algo que es imposible expresar por
medios comunes.
La noche pasada he tenido
un sueño bastante peculiar. Nada complicado. Mas bien diría
bastante ramplón, pero que me iluminó con lo que yo creo una gran
verdad, no es difícil convencerse de que las verdades son
universales. Eran simplemente dos tuercas girando a lo largo de una
varilla roscada, cada tuerca con un sentido de avance diferente al de
la otra, por algún motivo estaban ahí, giraban por si solas, hasta
que llegaban a juntarse, sencillamente, y se unían con solidez; sin
modificar en absoluto sus características físicas. Tal hecho en la
realidad sería imposible. En ese momento desperté y la definición
llegó a mi mente. “La amistad es eso que une dos carácteres tan
dispares y contrarios”
Todos creemos que la
amistad es mas sólida entre mas cosas tengamos en común. Me he dado
cuenta que no. Y todo esto se lo debo a mi querido amigo, él me ha
hecho poseedor de esta gran verdad, de la forma que ya comentaba; sin
lecciones, sin palabras, sin ser abrumador y sin sermones.
Quisiera poder decir:
¡Estos sabios abundan, lo cierto es que no... y yo tengo la dicha de
ser amigo de uno de los pocos que hay!
Gracias por todo amiguin,
tengo tantas cosas aún que aprender de ti.