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miércoles, 25 de diciembre de 2019

Crónica de una entrevista para empleo



El lugar era al fondo. A un costado de la zona de maniobras de los camiones de carga. Atravecé desde donde los choferes de trailers aguardaban aparcados su turno para descargar. Algunos comprobaban los neumáticos, lavaban la cabina y otros mantenían el motor en ralentí. Trailers larguisimos con matriculas procedentes de todo el país que olían a lubricante y Diesel crudo.
Yo llegué primero. Luego se unieron otros dos. Eramos en total tres en el grupo. Todos con el gafete prendido de la camisa. Yo llegué primero, aparqué en el area que acababa de cruzar y tenía necesidad imperiosa de ir a orinar, tres latas de cerveza y un café antes de marcharme de casa tendrían que salir tarde que temprano, naturalmente.
Nos pasaron en fila india a una recepción que olía a desinfectante y parecía sala de espera de consultorio dental. Nos sentamos formados en una banca de asientos duros. Nadie hablaba, la recepcionista tecleba y tecleaba. Menos mal que esto irá rápido pensé porque si hay algo que en verdad me molesta es esperar.
Arriba, frente a donde aguardabamos sentados, estaba fijada al techo una camara de seguridad contrapuesta a otra. La única puerta mas inmedita era por donde habiamos entrado y solo se podía salir si el guardia de afuera, desde su puesto, accionaba la cerradura eléctrica mediante un interruptor.
No hablabamos nadie.
La recepcionista pidió nuestros datos. Los trabajadores entraban y salian y se perdían en sus oficinas de al fondo como si se los hubiera tragado la tierra.
Despues pasó una media hora y yo con mas necesidad de ir a orinar. Comenzaba a creer que de no estarnos estudiando delante de un monitor, simplemente les gustaba jugar con el tiempo de los demas, o no tenían respeto alguno, ni entendimiento de la vida. Ni de que el tiempo de un hombre es limitado y que es un crimen abusar del tiempo de otros; lo cual era algo muy negativo para ellos. Pero al menos las empresas no te engañan al respecto, son honestas, es un atributo que es obligado reconocer; desde un primer momento apuntan a la cabeza y nose andan con ambages.
En el centro, junto a una planta de fantasía, había una mesa repleta de literatura infame, revistas de farándula y periódicos amarillistas de nota roja. Junto a la recepcionista un bidón de agua purificada y cucuruchos de papel para servirse.
Tres de los chicos con los que entré se dejarón ir por las revistas. Yo ni loco tocaría eso. Ademas, estratégicamente era aberrante. Podían estarnos estudiando frente a un monitor, si yo fuera uno de ellos lo haría; y eso, sin duda, dice mucho. Quién no pueda estar un momento sin hojear algo o mirando el teléfono denota mucha vacuidad. Yo no necesito de eso en las salas de espera. Me limito al placer de observar puramente. Y ahí no faltaba que observar; todas esas mujeres bien vestidas y de piernas elegantes que ocupaban cargos administrativos. Pero trancurrió otra media hora y aún seguían sin llamarnos. Estaba negociando la necesidad de ir a desaguar las birras. Pero no me agradaba la idea de estar ausente cuando empezaran a llamar.
Esperé otro cuarto de hora y estaba comenzando a sentirme muy incomodo, en parte por la espera injustificada y por mi vejiga que estaba a punto de reventar, pero nadie protestaba, nadie decía nada, estaban hechos de cal y mortero. ¡Hombres de granito! Yo no podía estar simplemente ahí como un maniqui hecho de madera sin quejarme. Así que ¡total! decidí que iría a orinar. Golpeé el cristal, hice una seña y el aguardía accionó la cerradura eléctrica.
-¡oiga ¿No hay baños en este sitio o qué?!
-Los de los visitantes están a la vuelta.
-¿Estan muy lejos?
-Algo. Deberías aguantarte.
-No lo creo -dije
-¿A cuantas entrevistas de trabajo te has presentado?
-¿Eso a que viene? -dije.
-Mi consejo es que a la proxima tires el agua antes de presentarte a una entrevista. ¡lo entiendes!
-¡Es que bebí cerveza!
-Ah, ¿y vienes a una entrevista de empleo bebido?
-¡Olvídelo!
Dí la vuelta a la nave. Había otra sección de trailers aparcados. Me metí en una callejuela. Al fondo ví un transformador y justo enfrente, pasando un pasillito estrecho descubrí los baños. Nadie los vigilaba. Estaban solos y una barra de luz blanca titilaba. Cualquiera podía entrar y cagar siempre que quisiera.
Cuando volví estaba un asiento vacío. ¡Protesté!
-¿Señorita que ha pasado con el chico que estaba aquí?
-¿Qué chico? -¡Espabile por dios, pensé- ¡oh ese! Lo han llamado.
-¡Por dios yo estaba citado a las cuatro en punto, me han robado mas de una hora...! Ademas el se ha registrado mucho despues de mí.
-Lo han llamado ha usted primero pero se ha salido, no es culpa mía. No pueden desperdiciar el tiempo esperandole. Son formas de agilizar el trabajo.
-Por favor no le estoy culpando.
Entonces me dijo que enseguida pasaría.
Veinte minutos mas tarde la cerradura electrónica sonó. Una mujer gorda entró y anunció el nombre del otro chico.
-¡Sigueme a bodega! -dijo- volteó a verme y me dijo- ¿Tu eres el que va para motociclista?
-Vendedor en motocicleta -corregí- Mi compañero te atenderá en un momento.
Pasaron quince minutos. La luz del sol había comenzado a declinar. Tenía ganas de orinar otravez, me transpiraban las manos, sentía un vacío en el estómago y yo estaba a treinta kilómetros de casa. Me dieron ganas de cagar. Sentí tanta molestia que tuve el impulso de arrancarme el gafete de un tirón y largarme de ahí. No sin antes decirles sus cosas, les diría...
-¡HABER, USTEDES CRETINOS, PIENSAN QUE ME MUERO POR TRABAJAR EN SU JODIDA EMPRESA, PIENSAN QUE USTEDES ... HIJOS DE...PUEDEN JUGAR CON EL TIEMPO Y LA VIDA DE LOS DEMAS... DE LA GENTE Y SU NECESIDAD...
En eso sonó el teléfono. La recepcionista hablaba muy bajo. Me quedé agudizando el oído y tratando de leerle los labios, dijo con esa vocecita diminuta, con cierto tonico.
-BueeEEeenoooo... ¿Siiiiiii? ¡No me digas queee! ¡Oh my god! ¿Mientes? ¡UPS! ¡JIJIJI! ¡JIJIJI!... Te lo mando... ya pues, te lo mando JIJIJI.
¿Te lo mando? -¡No podía ceerlo!
Colgó el teléfono y me dijo sin mirarme.
-¡Vete a recursos humanos!
-¿Vete? Y para colmo se mostraba igualada
quise contestarle.
¡No recuerdo haber dormido con usted, pero si me refresca la memoria...!”
Ante todo soy un caballero. Logré dominarme y no le dije nada.
Recursos humanos estaba del otro lado de la nave en una puertecilla blanca. Había dos escritorios. Una mujer jugaba solitario en el ordenador. Y el otro lo ocupaba un hombre con cara de hemorroide y unos pelitos de mazorca echados hacia un lado. El hombre me pidió que me sentara.
-¿Y bien...? -leyó en un papel- ¿Y bien Miguel Angel cómo te enteraste del empleo?
¡Cómo te enteraste! -pensé” ¿Acaso no hay buenos modales? Pero dije hmmmm. Sonreí. Y simulé intriga:
- Oiga, de donde ha sacado usted mi nombre. ¡Esa información! -pregunté
-¿Cuál Miguel Angel? ¿esta? Me ha llegado por correo del portal de empleo. Tienes veintisiete, estudiaste...
-Bien pues ahí me enteré. En el portal del empleo.
La mujer soltó un ¡Pujjj! Gutural...
-Manolito ahora si estuviste brillante.
El tipo se puso como un camarón.
-¡Es cierto -dijo Manolito- JAJAJA, JAJAJA!
La mujer se desternillaba de risa. Y Manolito solo hacía: ¡JAJAJAJAJA! Pero estaba inflamado como una hemorroide. De poder metería la cabeza en el retrete. Yo no me reía. A esas alturas ya sabía que no me iban a dar el empleo. Un empleador tenía que sentir ese aire de superioridad sobre el candidato y Manolito no lo había conseguido. No es mi culpa.
Aún así la entrevista continuó:
-¿Qué fue lo que le llamó la atención del empleo?
Eso estuvo mejor. ¡Ahora era señor! Intercambiaria los papeles.
-Manolito, para ser honesto el horario.
-¿El horario? ¿Qué hay con el horario?
-Me parece muy comodo, y pues dije vaya... Son mis horas mas productivas, contactaré con la gente de esta empresa y no hay nada que mas me entusiasme que trabajar para una compañia que se preocupa por sus empleados.
Nuevamente se puso como un camarón y se acomodó los pelitos de Mazorca. Solo que ahora dudaba.
-Bueno, el horario que vió no es exactamente...
-¿No es exactamente que? -dije- no comprendo.
-quiero decir que no es exactamente el real.
-¿Ah no?
-No. Me adelantaré un poco...
Comenzó a soltar una verborrea imparable sobre la historia de la compañia. No me interesaba, realmente estaba harto... Fingí escucharle y asentir lo que decía, pero no le escuchaba. Mi mente estaba ausente. Fue un momento de “PAUSE” Mi espíritu salió a dar una vuelta por ahí, dejó el piloto automático y salió a dar una vuelta. Duró muchisimo hablando. ¡Oh Cristo! No puedo creer que alguién viva para aprenderse eso de memoria. Sentía como si cada minuto que pasaba se duplicara. Al fin dijo:
-¿Comprende usted?
Mi espíritu regresó.
-Completamente -dije.
-Pues le repito. Para este empleo tan noble e importante para nosotros, la compañia decidiría su hora de salida. Pero por lo regular, será no antes de las nueve de la noche. Luego de entregar pedidos, elaborar facturas, bitácora, entregar el équipo.
-¿Quiere decir que no me puedo llevar la motocicleta?
-Es correcto.
-¿Por qué le importa tanto el horario? Yo trabajo todo el día. Todos trabajamos aquí todo el día.
-Si claro. Por supuesto pero mi abuelito esta muy enfermo y tengo que llevarlo todos los días para que le laven la sangre. ¿Entiendes Manolito? ¿Sabes lo que es, que le laven la sangre a una persona todos los días?
Se quedó pasmado.
-Lo imagino.
-¿De verdad?
-Bueno la verdad es que no.
-Pues mi primero introducen una aguja de calibre #34 en la carótida.
-¡Calibre 34!
-Treinta y cuatro -reafirmé- es una bomba, de un lado extraen por tubos transparentes de diámetro de cinco centímetros... y la sangre se transfiere a unos filtros donde se mezcla con unos detergentes que...
-Esta bien, no me gusta eso Miguel, no me gusta eso. Pero volviendo a lo del empleo hay oportunidad de crecimiento, vales para juguetes...
-Mira dejame pensarlo.
-Bien, le llamaremos
-Como quieras Manolo.
-Lo haremos.
-Le estaré esperando.
Me estrechó la mano y salí al aire libre. Ya estaba oscuro. Los camiones continuaban realizando maniobras y una fila de estibadores aguardaban para el trabajo nocturno. Fui por la moto y me largué de ahí.
Mi primer entrevista de trabajo había sido un desastre. Miguelito no encaja con nadie es la verdad. Siempre ha sido un inadaptado y un marginado. El único sitio propicio para Miguelito era su taller rodeado de sus motores aceitosos. Ahí se estaba bien. Tendría que olvidar lo de pedir empleo y continuar con el taller.
Por lo demás era una buena noche, ya sabrán algunos lo que es conducir motocicleta en una noche de Verano. Así que pronto me olvidé de todo y regresé a casa lo mas despacio que pude.
Había luna nueva. Y esa noche recuerdo que estuve mucho rato mirándola y bebiendo.