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jueves, 16 de enero de 2020

Borges y Bioy


He estado leyendo “Borges” de Adolfo Bioy Casares. El libro es en realidad un extracto, una compilación de los extensos cuadernos (casi tres mil páginas) del diario que Bioy Casares registró producto de una larga amistad que duró algo mas de treinta años.
Todas las noches (o casi todas las noches) los dos amigos se reunían en casa de Bioy Casares, cenaban juntos, pasaban al salón, o a la estancia de trabajo y compartían anécdotas, penurias y alegrías. Hablaban de Literatura, Filosofía, de Física, de escritura, de traducciones, escribían, leían e imaginaban juntos. Cuando Borges se marchaba Bioy se encerraba en su estudio y registraba minuciosamente las conversaciones, logrando así dejar plasmada una faceta mas personal de quién fue Borges, sus ídeas, opiniones, temores y carácter.
Supongo que lo que en verdad me llamó la atención de este libro fue esa poderosa relación de amistad que ambos mantuvieron por tanto tiempo. Y es que después de vivir una experiencia así, uno termina apreciando lo que significa la verdadera amistad y un amigo pasa a ser un verdadero hermano. Tengo un amigo muy querido, del que ya he hablado antes en este Blog. En el dos mil dieciseis iniciamos una correspondencia a miles de kilómetros y se mantiene a la fecha. Para mí ha pasado a formar parte muy importante de mi vida y brindo porque dure muchísimos años mas. A menudo le digo que nuestra amistad tiene el atributo de la espiritualidad. Pues a pesar de estar muy lejos físicamente, siempre tengo la sensación de que se encuentra muy cercano a mí. Algo de verdad increíble.
Regresando al tema del libro; en lo personal creo que este caso de amistad es uno de los mas hermosos que han existido. Al final Silvina Ocampo (También escritora, poeta y esposa de Bioy) intenta aniquilar, terminar lo que tanto había sobrevivido al tiempo. Desconozco en realidad el motivo que la impulsaba a obrar así; puede que quizás se encontrara algo harta de las visitas diarias de Borges a cenar y otro granito de arena de María Kodama (última esposa de Borges), creo que por parte de ellas, es una situación lamentable que denota una personalidad egoísta, destructiva y poco enriquecedora. Por suerte la fuerza de la amistad perdura y la despedida definitiva se materializa con el fallecimiento de Borges.
Aquí dejo algunos extractos del libro.

(193...)
Creo que mi amistad con Borges procede de una primera conversación, ocurrida en 1931 o 32, en el trayecto entre San Isidro y Buenos Aires, Borges era entonces uno de nuestros jóvenes escritores de mayor renombre y yo un muchacho con un libro publicado en secreto...
...Por dispares que fuéramos como escritores, la amistad cabía, porque teníamos una compartida pasión por los libros. Tardes y noches conversamos de Johnson, de De Quincey, de Stevenson, de literatura fantástica, de argumentos policiales, de L’Illusion Comique, de teorías literarias, de las contrerimes de Toulet, de problemas de traducción, de Cervantes, de Lugones, de Góngora y de Quevedo, del soneto, del verso libre, de literatura china, de Macedonio Fernández, de Dunne, del tiempo, de la relatividad, del idealismo, de la Fantasía metafísica de Schopenhauer, del neo-criol de Xul Solar, de la Crítica del lenguaje de Mauthner...”

1982
Sábado, 9 de enero. Come en casa Borges, que ahora viene casi todas las noches. Silvina siempre encontraba razones para no dejarlo venir. Yo lo lamentaba, porque pasamos buenos momentos con él, porque suele estar muy solo y porque siempre hay algún trabajo a medio hacer, como la traducción de Macbeth. Silvina me decía: «Hoy no, porque estoy muy cansada. Hoy no, porque me duele el estómago. Hoy no, porque no consigo a nadie para acompañarlo desde el automóvil hasta el sexto piso de su casa. Hoy no, porque es viernes o es sábado, y hay mucho tráfico. Hoy no, porque no sé si mañana viene alguien a trabajar y no quiero acumular cubiertos y platos sucios en la pileta». Yo me avenía y así pasaron meses, años; realmente nos apartó, como si hubiera una pelea entre nosotros. Ahora Borges se ofreció a corregir la traducción de sus cuentos al inglés y todos los días come en casa.
Según Borges, el tomo sobre los Gauchescos de la Historia de la literatura argentina está basado sobre el error de Rojas de creer que los poetas gauchescos fueron gauchos: «Eso no impide que el libro sea considerado una indispensable obra de consulta, un pilar de nuestra cultura. Qué se puede esperar de un hombre que se mandó hacer una casa idéntica a la casa en que se juró la Independencia».
Me dice que, según algunos, Lugones se hizo católico en 1934, al ver el Congreso Eucarístico: «Tanta gente y esa voz, en trémolo nasal, de aquel cura u obispo». BIOY: «A Bianco le pasó algo parecido: no fue bastante fuerte para oponerse a ese movimiento que convergía hacia el Monumento de los Españoles, convertido en una gran cruz, acompañado de esa voz irresistible». (A Borges no le gustó que le recordara que Bianco había participado de la comunión pública: estaba muy contento porque Bianco había ido a almorzar a su casa y después habían ido juntos a ver, en la plaza Canadá, el tótem que el gobierno canadiense regaló a la ciudad de Buenos Aires y a la República Argentina. Borges me describió el tótem: «Debe de ser horrible»).”

Lunes, 13 de febrero. Últimas noticias de Borges y María, comunicadas por Fanny a Silvina: Borges ya no ve a nadie: no solamente a nosotros, tampoco a Noemí Ulla ni a Alifano. A la mañana recibe a periodistas et alii. Después almuerza y toma una siesta. Después llega María, trabajan y comen juntos, no le deja tiempo para ver a nadie. Fanny concluye: «Que es lo que realmente quiere: que no vea a nadie más que a ella». Si esto fuera cierto, no sería tan raro: conozco varios amigos que pasaron por algo parecido. La propia Silvina, si pudiera, haría lo mismo conmigo.
Sobre Borges y su ex mujer Elsa, alguien me cuenta que, recién casados, estaban en los Estados Unidos, creo que en Harvard, donde las autoridades de la Universidad los alojaron en una casita. Era invierno. Una noche, en un agasajo a Borges, Elsa se fastidió (la irritaban esos homenajes no dirigidos a ella) y volvió sola a casa. Cuando Borges llegó, más tarde, para castigarlo, Elsa no le abrió la puerta. Nevaba, hacía mucho frío. Creo que Borges se fue a dormir a casa de un argentino, profesor de astronomía. Este profesor fue de las primeras personas que le oyó confidencias sobre su matrimonio y que le dijo que debía separarse.

Lunes, 12 de mayo. Hoy hablé con Borges, que está en Ginebra. A eso de las nueve, cuando íbamos a tomar el desayuno, llamó el teléfono. Silvina atendió. Pronto comprendí que hablaba con María Kodama. Silvina le preguntó cuándo volvían; María no contestó a esa pregunta. Silvina habló también con Borges y volvió a preguntar: «¿Cuándo vuelven?». Me dio el teléfono y hablé con María. Le comuniqué noticias de poca importancia sobre derechos de autor (una cortesía, para no hablar de temas patéticos). Me dijo que Borges no estaba muy bien, que oía mal y que le hablara en voz alta. Apareció la voz de Borges y le pregunté cómo estaba. «Regular, nomás», respondió. «Estoy deseando verte», le dije. Con una voz extraña, me contestó: «No voy a volver nunca más». La comunicación se cortó. Silvina me dijo: «Estaba llorando». Creo que sí. Creo que llamó para despedirse.”