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martes, 9 de julio de 2019

Mecánica de la vida (1)

Diferencias
Una diferencia importante entre el hombre rústico y el hombre complicado, estriba en que el último posee deseos de una naturaleza mas irrealizable, costosa y complicada de lograr. Paralelamente el hombre rústico desea cosas sencillas de proveer. De ahí que el hombre complicado presente un carácter mas descontentadizo y neurótico. Y se considere al otro como un sujeto henchido de felicidad. Mas sin embargo, lo cierto es que ambos se encuentran espoleados por un factor dominante: los deseos.
De tal forma es común que entre los hombres de categoría (llamémosle) “complicada” la dicha sea un estado extraño.

Deseos
Existen deseos de tipos y características diversas y de fuerza e impetuosidad, también, distintas. De entre los deseos mas potentes e impetuosos podemos encontrar “el deseo sexual” aún muy por arriba del deseo de poder y económico. O del deseo de una vida libre de desdichas y calamidades; O del deseo de no desear nada; O del deseo del bien.
Así pues el motor de la vida son esos deseos con independencia de su naturaleza.
Los deseos son aún de una fuerza superior al temor de morir, pues al dejarles superados, la muerte pasa a tomar otro concepto; dejamos de percibirle como la peor de las tragedias.
Terminar con los deseos es entrar en un estado de inmovilidad y calma absoluta. El juego de la vida se detiene y experimentamos una muerte en vida; como un lago que deja de tener oleaje y al que ni el viento ni las aves rizan su superficie y en él no hay mas que agua. Las apariencias terminan y se puede ver que la vida y sus pasiones son una esfera hueca.

Vida
La fuerza motriz de la vida proviene de los deseos.
A lo largo de la vida los deseos sufren incesantes mutaciones y cambios. Algunos se fortalecen convirtiéndose en pasiones. Otros duran demasiado poco, son transitorios o tienen una duración media. Algunos se desvanecen con el tiempo y llegan ha desaparecer, al fin, en años avanzados de nuestra vida. Otros no suelen tener mayor importancia para nosotros. 
Existen los que nunca desaparecen. Y los que de alguna manera creemos que nos llevan a ser mejores seres humanos. Estos últimos son de una categoría mas elevada que el resto. Del miedo depende el éxito de las religiones.
El miedo proviene de la posibilidad de que nuestros deseos no sean alcanzados o se vean amenazados; o de perder lo que hemos considerado conquistado y valioso.
(una madre que teme por sus hijos, un amante que teme perder el amor de su vida, o el temor de convertirse en aquello que mas se repudia...)

La vida esta constituida por una cadena interminable de deseos. Así como las aguas provistas de oleaje bambolean una embarcación de arriba a abajo; así los deseos mueven nuestra existencia. Una vez que se identifica un deseo, se lucha por él, se alcanza, se termina, y otro deseo llega a suplantarlo y el proceso se repite. Si se logra mantener esa cadencia sin interrupciones, el sujeto suele declarar por lo general “estar henchido de felicidad, y que la vida no es fácil, pero luchando por lo que se desea, se logra” es pues una sensación de vida. La vida fluye, y lo que le impulsa son las sorpresas que esta depara; que no son otra cosa que el advenimiento de nuevos deseos.

Fatalidad
Los deseos engendran deseos que desembocan en la culminación de un deseo mas imperioso. Así el desear todo aquello que nos haga sentir mas poderosos, mas importantes, mas amados o valorados son algunos casos...
Por lo general, si el deseo no se cumple, las consecuencias suelen ser frustración y depresión, y perdida de valores humanos. Entonces la vida toma un dejo de incertidumbre y de desesperanza. Así los amantes prefieren el suicidio, ante la posibilidad de verse perdidos (casos mas trágicos).
Los deseos producen confusión y embotamiento del raciocinio y arrastran aun estado nada conveniente, en el que no se percibe el mundo como en realidad es: ilusión.


Notas: Cuaderno de notas 2019, Miguel G.