¿Cómo poder superar esa
sensación absurda de la vida? Ese vacío, esa angustia. ¿Deseos?
¿Dinero? ¿Placeres?...
En el peor de los casos el
dinero permite comprar compañía, lo que significa comprar afecto; o
por lo menos afecto fingido, falso, todo basado en sexo.
En dichas condiciones, el
sexo, no pasa de ser un analgésico para olvidar que estamos
atrapados, solo que es temporal. Su efecto dura por un espacio
ridículamente breve y no combate el problema en profundidad. Tan
solo engaña el apetito del vacío. Solo es un momento de embriaguez,
aparta los problemas que nos atañen de manera temporal, se esfuma.
Una especie de morfina.
Algo mas efectivo reside
en el cariño. Encontrar alguien con quién se puede ser como somos,
compadecer sus carencias y expresar las nuestras. Lo cierto es que
aún con todo ambos se encuentran apresados por la realidad, por el
marco de la condición humana, y el afecto permite modificar la
percepción de aligerar un poco la presión de la vida. Habrá quién
objete estás palabras fácilmente, entonces yo le respondo:
Nadie, o casi nadie, somos
capaces de ver el sol de frente sin cegarnos. Se que la verdad no es
lo que acabo de expresar. Estoy consciente de sus defectos y sus
consecuencias. Pero creo que si deseamos vivir, aveces hay que ser un
poco mas flexibles con la ilusión.
Hace mucho tiempo conocí (de vista) y
observé una pareja de lesbianas. Vivían en mi barrio, muy cerca
de mi casa. Nunca llegamos a cruzar palabra. No se metían con nadie.
Pero me llamaba la atención de manera especial, el afecto tan fuerte
con que formaban una coraza para defenderse de las adversidades.
Parecían felices. No se si en verdad lo eran, ni sabía el pasado que podrían venir arrastrando. Pero estoy seguro que al menos funcionaba. Cierta
ocasión las encontré besándose en un pasillo de un centro
comercial. La gente transitaba, todo a su alrededor fluía, pero
ellas estaban en otro sitio, ausentes, no les importaba o no eran ni conscientes en ese momento de paroxismo sobre lo que sucedía. Habitaban un plano paralelo al que era imposible
acceder para alguien mas. Podría haberse partido el núcleo de la tierra o caído la Luna al océano y quizás ni se enterarían en ese mundo privado, esa coraza de hierro,
noble e invisible construida por los lazos de su afecto protector y
embriagante.
Me hubiese gustado saber
un poco mas de ellas, pero no tenía ningún derecho a invadir su
privacidad. Poco después se mudaron del barrio y nunca mas he vuelto
ha saber de ellas. Con toda mi sinceridad les deseo lo mejor y que
esa coraza continúe mas fuerte que nunca.
Nadie o casi nadie,
podemos ver de frente el sol sin cegarnos, y mirar de frente la verdad
puede hasta matar.
Quizás las personas mas felices sean las que ignoran estas cosas y mucho menos escriben sobre ellas. No lo sé. Pero al menos es lo que observo.