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lunes, 24 de mayo de 2021

Dilucidación de Jean Paul Sartre sobre el acto de escribir

Esta es una dilucidación de Jean Paul Sartre sobre la razón de la escritura. Me ha parecido valiosa.

 


 

¿Por qué escribir?
Cada uno tiene sus propias razones: para unos, el arte es un escape; para otros, un modo de conquistar. Pero cabe huir a una ermita, a la locura, a la muerte y cabe conquistar con las armas. ¿Por qué escribir, hacer por escrito esas evasiones y esas conquistas? Es que, detrás de los diversas motivaciones de los autores, hay una elección más profunda e inmediata, común a todos. Vamos a intentar una elucidación de esta elección y veremos si no es ella misma lo que induce a reclamar a los escritores que se comprometan.

Cada una de nuestras percepciones va acompañada de la conciencia de que la realidad humana es "reveladora", es decir, de que "hay" ser gracias a ella o, mejor aún, que el hombre es el medio por el que las cosas se manifiestan; es nuestra presencia en el mundo lo que multiplica las relaciones; somos nosotros los que ponemos en relación este árbol con ese trozo de cielo; gracias a nosotros, esa estrella, muerta hace milenios, ese cuarto de luna y ese río se revelan en la unidad de un paisaje; es la velocidad de nuestro automóvil o nuestro avión lo que organiza las grandes masas terrestres; con cada uno de nuestros actos, el mundo nos revela un rostro nuevo. Pero, si sabemos que somos los detectores del ser, sabemos también que no somos sus productores. Si le volvemos la espalda, ese paisaje quedará sumido en su oscuridad. Quedará sumergido al menos; no hay nadie tan demente que piense que el paisaje se reducirá a la nada. Seremos nosotros los que nos reduciremos a la nada y la tierra continuará en su letargo hasta que otra conciencia venga a despertarla. De este modo, a nuestra certidumbre interior de ser "reveladores" se une la de ser efímeros en relación con la cosa revelada.

Uno de los principales motivos de la creación artística es indudablemente la necesidad de sentirnos esenciales en relación con el mundo. Este aspecto de los campos o del mar y esta expresión del rostro por mí revelados, cuando los fijo en un cuadro o un escrito, estrechando las relaciones, introduciendo el orden donde no lo había, imponiendo la unidad de espíritu a la diversidad de la cosa, tienen para mi conciencia el valor de una producción, es decir, hacen que me sienta esencial en relación con mi creación. Pero esta vez, lo que se aleja es el objeto creado: no puedo revelar y producir a la vez. La creación pasa a lo efímero en relación con la actividad creadora.

Aunque parezca algo definitivo, el objeto creado siempre se nos muestra como provisional: siempre podemos cambiar esta línea, este color, esta palabra. El objeto creado no se impone jamás. Un aprendiz de pintor preguntaba a su maestro: ¿Cuándo puedo saber que mi cuadro está acabado? Y el maestro respondió: Cuando puedas contemplarlo con sorpresa, diciéndote: ¡Soy yo quien ha hecho esto! Lo que equivale a decir: nunca.

Esto equivaldría a contemplar la propia obra con ojos ajenos y a revelar lo que se ha creado. Pero es manifiesto que cuanto más conciencia tenemos de nuestro actividad creadora menos tenemos de la cosa creada. Cuando se trata de una vasija o un cajón que fabricamos conforme a las normas tradicionales y con útiles cuyo empleo está codificado, es el famoso "se" de Heidegger lo que trabaja por medio de nuestras manos. En este caso, el resultado puede parecernos lo bastante extraño a nosotros como para conservar a nuestros ojos su objetividad. Pero, si producimos nosotros mismos las normas de la producción, las medidas y los criterios y si nuestro impulso creador viene de lo más profundo del corazón, no cabe nunca encontrar en la obra otra cosa que nosotros mismos: somos nosotros quienes hemos inventado las leyes con las que juzgamos esa obra; vemos en ella nuestra historia, nuestro amor, nuestra alegría; aunque la contemplemos sin volverla a tocar, nunca nos entrega esa alegría o ese amor, porque somos nosotros quienes ponernos esas cosas en ella; los resultados que hemos obtenido sobre el lienzo o sobre el papel no nos parecen nunca objetivos, pues conocemos demasiado bien los procedimientos de los que son los efectos.

Estos procedimientos continúan siendo un hallazgo subjetivo: son nosotros mismos, nuestra inspiración, nuestra astucia, y, cuando tratamos de percibir nuestra obra, todavía la creamos, repetimos mentalmente las operaciones que la han producido y cada uno de los aspectos se nos manifiesta como un resultado. Así, en la percepción, el objeto se manifiesta como esencial y el sujeto como inesencial; éste busca la esencialidad en la creación y la obtiene, pero entonces el objeto se convierte en inesencial.

En ninguna parte se hace esta dialéctica más evidente que en el arte de escribir. El objeto literario es un trompo extraño que sólo existe en movimiento. Para que surja, hace falta un acto concreto que se denomina la lectura y, por otro lado, sólo dura lo que la lectura dure. Fuera de esto, no hay más que trazos negros sobre el papel. Ahora bien, el escritor no puede leer lo que escribe, mientras que el zapatero puede usar los zapatos que acaba de hacer, si son de su número, y el arquitecto puede vivir en la casa que ha construido. Al leer, se prevé, se está a la espera. Se prevé el final de la frase, la frase siguiente, la siguiente página; se espera que se confirmen o se desmientan las previsiones; la. lectura se compone de una multitud de hipótesis, de sueños y despertares, de esperanzas y decepciones; los lectores se hallan siempre más adelante de la frase que leen, en un porvenir solamente probable que se derrumba en parte y se consolida en otra parte a medida que se avanza, en un porvenir que retrocede de página a página y forma el horizonte móvil del objeto literario.

Sin espera, sin porvenir, sin ignorancia, no hay objetividad. Ahora bien, el acto de escribir supone una lectura implícita que hace la verdadera lectura imposible. Cuando las palabras se forman bajo la pluma, el autor las ve, sin duda, pero no las ve como el lector, pues las conoce antes de escribirlas; su mirada no tiene por función despertar rozando las palabras dormidas que están a la espera de ser leídas, sino de controlar el trazado de los signos; es una misión puramente reguladora, en suma, y la vista nada enseña en este caso, salvo los menudos errores de la mano. El escritor no prevé ni conjetura: proyecta.

Con frecuencia se espera la inspiración. Pero no se espera a sí mismo como se espera a los demás; si vacila, sabe que el porvenir no está labrado, que es él mismo quien tiene que labrarlo, y, si ignora todavía qué va a ser de su héroe, es sencillamente que todavía no ha pensado en ello, que no lo ha decidido; entonces, el futuro es una página en blanco, mientras que el futuro del lector son doscientas paginas llenas de palabras que le separan del fin. Así, el escritor no hace más que volver a encontrar en todas partes su saber, su voluntad, sus proyectos; es decir, vuelve a encontrarse a sí mismo; no tiene jamás contacto con su propia subjetividad y el objeto que crea está fuera de alcance: no lo crea para él. Si se relee, es ya demasiado tarde; su frase no será jamás a sus ojos completamente una cosa.

El escritor va hasta los límites de lo subjetivo, pero no los franquea: aprecia el efecto de un rasgo, de una máxima, de un adjetivo bien colocado, pero se trata del efecto sobre los demás; puede estimarlo, pero no volverlo a sentir. Marcel Proust nunca ha descubierto la homosexualidad de Charlus, porque la tenía decidida antes de iniciar su libro. Y si la obra adquiere un día para su autor cierto aspecto de subjetividad, es que han transcurrido los años y que el autor ha olvidado lo escrito, no tiene ya en ello arte ni parte y no sería ya indudablemente capaz de escribirlo. Tal vez es el caso de Rousseau volviendo a leer El contrato social al final de su vida.

No es verdad, pues, que se escriba para sí mismo: sería el mayor de los fracasos; al proyectar las emociones sobre el papel, apenas se lograría procurarles una lánguida prolongación. El acto creador no es más que un momento incompleto y abstracto de la producción de una obra; si el autor fuera el único hombre existente, por mucho que escribiera, jamás su obra vería la luz como objeto; no habría más remedio que dejar la pluma o desesperarse. Pero la operación de escribir supone la de leer como su correlativo dialéctico y estos dos actos conexos necesitan dos agentes distintos. Lo que hará surgir ese objeto concreto e imaginario, que es la obra del espíritu, será el esfuerzo conjugado del autor y del lector. Sólo hay arte por y para los demás.

 

El principito (análisis filosófico)


Hace un tiempo relativamente corto decidí leer “El Principito” Atravesaba un momento crítico en mi vida. Un momento en el que un sentimiento de soledad y pesadumbre, se habían apoderado de mi.

Quiero decir que el libro llegó a mi por mera casualidad en ese justo momento. ¿Algún prefacio habré leído? No estoy seguro, ni lo recuerdo. Aunque quiero recordar haberme enterado que el principito trataba de un personaje muy triste y en ese momento, lo que mi alma ansiaba eran cosas tristes,buscaba llorar de forma larga y extendida, en soledad, sin que nadie se enterara; luego de accesos de ese tipo parecía todo mas claro, mas diáfano, como esas tardes de Verano en que la tormenta refresca el día y el sol se asoma delicioso y cristalino y uno puede respirar la humedad cálida. Aunque parezca una contradicción si, buscaba cosas tristes para tornar a un estado de alivio. Desconozco si otras personas se ven predispuestas a un comportamiento parecido, pero conmigo las cosas funcionan así.

Naturalmente, el libro lo he conocido desde los anales de mi memoria y por fortuna mi educación desde primaria y bachillerato, transcurrió alejado de la literatura en cuanto a los profesores compete. Con toda seguridad mi pasión por lo literario viene de otras fuentes, pero nunca de la escuela. De lo contrario, quizás mi experiencia y como consecuente opinión sobre el principio habrían sido las vulgares.


Lo que puedo argumentar, basado en observaciones y charlas con gente de opiniones diversas, es que la obra de Saint-Exúpery, sin inconveniente de su atemporalidad, es una de las obras mas subestimadas por los lectores en general.

De un libro se pueden crear cientos de interpretaciones. Creo que fue Flaubert el que dijo: “Que dicha sería, si tan solo pudiéramos jactarnos de conocer a la perfección un solo libro, uno solo” entonces seríamos seres humanos mas ricos. Y semejante riqueza es utopía, algo imposible de alcanzar ¡Conocer un solo libro! Parece una bagatela: imposible, y es que la maravilla de la literatura reside en esta característica particular; existen quienes leen con el espíritu, existen quienes lo hacen de forma racional y lógica, existen quienes buscan un tema determinado. Quién gusta de los hechos metafísicos, buscará metafísica, quién busca racionalidad, encontrará racionalidad, quién busca belleza, encontrará belleza, aunque la palabra belleza sea un término tan complicado que prefiramos pasar de él y concretizar los ejemplos.

En una obra literaria cada uno encontramos lo que deseamos encontrar. Todos tenemos una visión propia de la vida configurada por aquello que tenemos, o carecemos, experimentamos o deseamos experimentar (aunque casi siempre por lo que carecemos y deseamos experimentar) . De leyes tampoco se puede hablar. Los motivos por los que cada quién es impulsado a leer son diversos.

Pero el hecho no para ahí. También es cierto que conforme vivimos cambiamos, sin importar que algunos no lo hagan en su versión mas visceral o profunda. Pero el hecho es innegable, existe un cambio. Por fuerza, ciertos factores circundantes o internos, no

podrán ser los mismos durante la adolescencia que durante la adultez o la vejez, y así sucede con las lecturas. Cuando leí por primera vez “La peste” de Camus. Aquel contexto me pareció imposible, sacado de una obra de ciencia ficción. Una mezcla extraña entre historia y ciencia ficción. “Experimentar aquello en una sociedad moderna como la nuestra sería impensable” me decía. Y mucho menos con todo ese avance científico, esa masificación de la información, con sus pros y contras.

Ni siquiera lo terminé.

Luego de casi una década, hace unos meses lo retomé. Mi apreciación fue distinta. De pronto todo cobró un sentido de una fuerza intimidante. ¿Aprendí de ahí? Sin duda lo hice. Al menos mi apreciación fue distinta. Atravesamos una pandemia. Y de ahí extraje una frase que he añadido a mi lista de máximas de vida: Cito la frase integra:

Rieux, ¿qué había ganado? Él había ganado únicamente el haber conocido la peste y acordarse de ella, haber conocido la amistad y acordarse de ella, conocer la ternura y tener que acordarse de ella algún día. Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo...”

 

De aquí me permití obtener una síntesis;


Todo lo que el hombre puede ganar de la vida es el conocimiento y el recuerdo”


La vida es así. Nada nos pertenece, a nadie pertenecemos. Todos tenemos que marchar. Y lo que mas nos vale, es saber no estar ligados a nada ni a nadie.


He llegado a saber que la peste, se lee a menudo como una metáfora de la resistencia francesa a la ocupación nazi. Si lo pensamos con detenimiento, pudiera ser. Pero como decía, todo depende de cuando y en que circunstancias se lea y bajo que óptica. Todas las lecturas son válidas. Ninguna es mas o menos importante que otra.


No estoy seguro si vuelva a realizar una lectura de la peste algún día. Aunque sería interesante ver si descubro otra faceta. Solo puedo decir:

Que dichosos seríamos de poder llegar a conocer a su totalidad un solo libro”


¿El principito es un libro para niños?


En efecto, el principito es un libro para niños. ¿El principito es un libro para adultos? ¡claro que lo es! El principito es un libro para adultos.

Pero los adultos solemos vivir en ese mundo tan adulto, tan formal, tan dividido; que hemos perdido la capacidad de asombro y la destreza que posee un niño para leer con el corazón. Tendemos al pragmatismo y a la racionalidad irracional...



¿Por qué decido releer el principito y escribir sobre esto?

 

Tengo la dicha de conocer lo que significa una hermosa amistad, que aunque nos encontremos muy lejos, estamos siempre cerca, pues nuestra amistad es de la que se denomina una amistad “Espiritual”, de todas, la mas hermosa. Pura, única, por el gusto de compartir buenos momentos. ¿Qué si compartimos cosas en común? Salvo mi admiración por sus valores y la dulzura de su amistad muy pocas. Es por ello que escribo estas palabras pensando en esa persona que ha creído tanto en mi, y ha estado ahí para mi, a pesar de existir una diferencia en edad de poco mas de tres décadas entre nosotros. Es la amistad lo que sin duda ennoblece al hombre.

 

Retomando el principito


El principito es uno de esos libros, esos grandes libros metahistóricos, que como todos los buenos libros, su lectura es imposible que nos deje indiferentes. Nos arranca lagrimas, nos permite soñar, reflexionar, cuestionarnos. Ser sentimentales, ser humanos... compadecernos de nuestra condición humana, y como resultado deja cráteres en nuestra individualidad. De tal forma que puede resultar una obra plagada de enseñanzas, feliz o terriblemente entrañable.


A LEON WERTH

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Verdaderamente necesita consuelo. Si todas esas excusas no bastasen, bien puedo dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona mayor. Todos los mayores han sido primero niños (pero pocos lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEON WERTH

CUANDO ERA NIÑO

 

 

El principito, es pues, un libro que se lee con el alma. Existe en la vida, aprendizaje al que no se accede mediante el razonamiento. Lo que en verdad conviene es pensar detenidamente si un trabajo como este se ajusta a una obra literaria, pues mas simple resulta analizar de tal forma un ensayo. La buena literatura es un reflejo de la existencia; está impregnada de su filosofía inmanente pero no es una obra filosófica.

Pero como las personas mayores, necesitamos de explicaciones; esto último justifica el presente trabajo. Aunque no pretendo en modo alguno exponer una explicación respecto a la obra. Como ya dije solo expongo mi lectura subjetiva, mis consideraciones particulares igual de válidas que cualquier otra. ¿pero cómo hacerlo? Son del tipo de cosas que se comprenden, se entienden mientras se vive. ¿Cómo lograr exponer semejante aprendizaje?

 

Para quién su lectura represente un cuento de niños entonces está bien. Pero una historia de niños que toca las fibras mas sensibles y delicadas de la condición humana, que entraña características de gran profundidad.


El problema no se encuentra en considerar al principito una obra para niños, el problema resulta en que ha sido considerada una obra vulgar para niños. Y a eso hago referencia al declarar que es una obra subestimada por el lector promedio.

El principito


Después de meditar silenciosamente me respondió:

- Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa. -Sin duda. Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.

Esta proposición pareció chocar al principito. -¿Atarlo? ¡Qué idea más rara! -Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá…”


Y agregó, quizás, con un poco de melancolía:

  • Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.”


La vida de todo hombre se enmarca en cuatro puntos bien definidos. Cuatro leyes con sus características intrínsecas, ineludibles. La primera: Estar arrojados. Hemos llegado al mundo, un lugar de limites demarcados. Un espacio mas pequeño de lo que pensamos. Ahí es donde nuestra vida se desenvolverá. Y la pregunta es. ¿Qué representamos realmente para el progreso del universo, si es que ese progreso existe en realidad?

Si efectuamos un análisis a nivel macroscópico ¿qué significamos para la trascendencia del cosmos?

Solo hay un hecho; la vida desprovista de sentido. Y ese sin sentido es el que nos espolea a buscar ser parte de una sociedad, un grupo social, una religión, un partido político o cualquier especie de fanatismo. Esa negación a la vida absurda es la que provoca el atarse a cualquier cosa que permite sentir que la vida fluye. Resulta descorazonador. La verdad es mas dura y complicada. Y mirar la verdad de frente, puede ser peligroso, entender que no hay ningún sitio a donde escapar, a donde ir.

Hace algunos años, me encontraba charlando con un viejo conocido. El tema saltó a la palestra y convenimos en que el sentido de la vida es vivir. Pero existe una gran diferencia entre vivir y saber vivir. Vivir desprovisto del mayor número de deseos. Lo que abre una brecha a un tema de discusión que nos aparta de la linea principal del libro.


Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo llegar a ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las cifras.”


Y es que conocer una amistad verdadera, ennoblece, aumenta la empatía, y los valores como seres humanos se enaltecen. Entonces uno puede decir que se vuelve mas tolerante con los otros, mas humano. Solo se necesita un amigo. El hecho mas profundo es que uno no puede tener mas de un amigo. Basta con una reflexión un poco cuidadosa de lo que significa una amistad objetiva. ¿A qué solemos llamarle amigo? ¿Qué es un amigo? ¿Somos capaces de una amistad verdadera? ¿Es posible alcanzar tal grado? Es cierto que lo mas parecido a la amistad verdadera se experimenta durante la infancia. ¿Pero que sucede con el adulto? ¿Quizás a medida que el ser humano se desarrolla la sociedad lo convierte en un ser mas individualista, preocupado por números, agobiado por quehaceres, tal que cosas como la amistad no son mas que bagatelas? Todo parece apuntar a ello. Sociedades de seres mas solos de lo que creemos. 

 

¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste:

  • Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…


-¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste: -¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

  • El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?


  • Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!


La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: "la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…". No sabía qué decirle, cómo consolarle y hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!

 

 

Cuando en los días primaverales

el sol declina,

lánguido viento enfría la acalorada tierra,

lánguida pesadumbre esparce

a pesar de la luna,

senderito de tierra.

 

 

Visitando la región de los asteroides


Atrapados en mundos particulares. El mundo es nuestra representación.

El sufrimiento sigue al hombre como el carro la pezuña del buey. Donde se aprecia el punto en común a todos los personajes. Tristeza, soledad, individualismo y limites.


Primer planeta: Habitado por un rey

Donde el principito aprende la valía de saber juzgarse a sí mismo, antes de juzgar a los demás.

Una máxima mas de vida. ¿Y si además de juzgarse así mismos somos capaces de reír de nosotros mismos, de nuestros errores, de quienes representamos?


Segundo planeta: Habitado por un vanidoso

Donde el principito aprende, que la vanidad es tan inútil como aburrida.

-¡Bueno! Te admiro -dijo el principito encogiéndose de hombros-, pero ¿para qué te sirve?”


Tercer planeta: Habitado por un bebedor

El planeta siguiente estaba habitado por un bebedor. Fue una visita muy corta, pues hundió al principito en una gran melancolía.”


La razón de las drogas, el afán del hombre por buscar un desprendimiento momentáneo de su tristeza. La vida pesa. Si se sabe que no hay nada mas. El desconsuelo que produce es grande.

 

 

El alma del vino (Charles Baudelaire)

Una noche, el alma del vino cantó en las botellas:
«¡Hombre, hacia ti elevo, ¡oh! querido desheredado,
bajo mi prisión de vidrio y mis lacres bermejos,
una canción colmada de luz y de fraternidad!

Sobre la colina en llamas, yo sé cuánto se requiere
de pena, de sudor y de sol abrasador
para engendrar mi vida y para infundirme el alma;
mas, no seré ni ingrato ni dañino.

Pues que experimento un regocijo inmenso cuando caigo
en el gaznate de un hombre consumido por su labor,
y su cálido pecho es una dulce tumba
en la cual me siento mucho mejor que en mis frías bodegas.

¿Oyes resonar las canciones dominicales
y la esperanza que gorjea en mi pecho palpitante?
Los codos sobre la mesa y arremangado,
tú me glorificarás y te sentirás contento.

Yo iluminaré los ojos de tu mujer arrebatada;
a tu hijo le volveré su fuerza y sus colores
y seré para ese frágil atleta de la vida
el ungüento que fortalece los músculos de los luchadores.

En ti yo caeré, vegetal ambrosia,
grano precioso arrojado por el eterno sembrador,
para que de nuestro amor nazca la poesía
que brotará hacia Dios cual una rara flor!»

 

 

-¿Por qué bebes? -volvió a preguntar el principito.

- Para olvidar. -¿Para olvidar qué? -inquirió el principito ya compadecido.

  • Para olvidar que siento vergüenza -confesó el bebedor bajando la cabeza. -¿Vergüenza de qué? -se informó el principito deseoso de ayudarle. -¡Vergüenza de beber! -concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio.”


El cuarto planeta: ocupado por un hombre de negocios


- ¡Buenos días! -le dijo éste-. Su cigarro se ha apagado.Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. -¿Quinientos millones de qué?”

 

 

Si, los hombres decimos: trabajo para vivir, pero exactamente: ¿A qué hora solemos vivir?


- No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar! -¡Ah! ¿Estrellas?


Quien aprecia la vida, aprecia las cosas pequeñas: la caída de las hojas de un árbol en otoño, una noche de luna, un atardecer, las puestas de sol.


De entre la niebla espesa

surge

una pequeña mariposa.

¿a dónde ha ido?




Quinto planeta: Ocupado por un farolero


Y así como el farolero, llegamos al segundo punto de la condición humana: Luchar por subsistir.


Sexto planeta: Ocupado por un estudioso.


Pero los estudiosos no hacen mas que lo mismo del resto. Sobrellevar el cuadro de la condición humana. Escondiendo las narices en sus estudios y universidades.


El principito llega a la tierra en su viaje de exploración (Capítulo 16)


El séptimo planeta fue, por consiguiente, la Tierra. ¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores.”


Me permito agregar: Cada uno de ellos atrapado en su mundo propio y limitado.


Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra yo les diría que antes de la invención de la electricidad había que mantener sobre el conjunto de los seis continentes un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.”




- Tengo problemas con una flor -dijo el principito. -¡Ah!

Y se callaron. -¿Dónde están los hombres? -prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto…

  • También se está solo donde los hombres -afirmó la serpiente.”


Frase que hace alusión a la idea expresada con anterioridad, “Estámos mas solos de lo que pensamos”


La familia como célula social principal y primer manera de evadir la soledad. Aún así la mayor parte de lo los trances ocurridos en la vida de un hombre deberá enfrentarlos en soledad. La muerte como uno de los trances mas importantes que el hombre debe enfrentar en soledad.



“- No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.

- Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear vínculos… " -¿Crear vínculos?

- Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”


- Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu planeta, puedo ayudarte. Puedo… -¡Oh! -dijo el principito-. Te he comprendido. Pero ¿por qué hablas con enigmas?

  • Yo los resuelvo todos -dijo la serpiente.”



- Sed mis amigos, estoy solo -dijo el principito.

  • Estoy solo… estoy solo… estoy solo… -repitió el eco.”


"Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de Ios cuales acaso esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe… " Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.”


Para cada uno de nosotros, la percepción es de estar en el foco. La vida transcurre, todo lo demás el colateral. Somos el foco de nuestro mundo por eso en los momentos de desgracia no creemos que alguien pueda sufrir mas que nosotros, y en nuestros momentos de dicha, que nadie sea mas dichoso. Aunque solemos ponderar mas importancia a los de desdicha que a los de dicha. Los seres humanos somos inconformes.

 

 

Llegado a la tercer década de mi vida, entro en una fase de conflicto entre la soledad, la compañía, la amistad y la unión humana. La tecnología se ha desarrollado; dos grandes portales concentran a casi el total de los habitantes del planeta. Y una nueva forma de sociedad se hace presente. Se podría argumentar que el ser humano está mejor comunicado y mas próximo que en cualquier siglo. Mas sin embargo una incómoda individualidad impera, y el hombre niega a salir de su ostracismo. Lo percibo como personas por fin reunidas, pero sin saber que decirse, como quererse, como llegar a ser una unidad.



El zorro se calló y miró un buen rato al principito:

- Por favor… domestícame -le dijo.

- Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

  • Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Ios hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!”



El principito volvió al día siguiente.

  • Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón… Los ritos son necesarios. -¿Qué es un rito? -inquirió el principito.”



Algunos científicos describen la adultez temprana, como una etapa donde los mecanismos Biológicos de la reproducción se disparan y la gente hace lo que tienen que hacer; formar una familia y reproducir la especie, a manera de ley. Y es cuando la soledad les parece mas insoportable. Ese temor a la soledad es una coacción hacía donde la naturaleza llama y formar ese núcleo aún con toda la individualidad y lo absurdo que esto supone, con cariño o sin cariño. Un absurdo del que ni siquiera parecen sospechar, simplemente lo viven con todas las consecuencias.


He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.”


Y he aquí esta frase que plantea un problema de suma importancia: ¿Se puede acceder a todo conocimiento por medio de la razón? Existen pues cosas que solo se comprenden con los sentimientos. La razón no está peleada con ello, ambas formas de encontrar conocimiento tienen su validez y sus limites.


Capítulo 22

Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavías.

- Tienen mucha prisa -dijo el principito-. ¿Qué buscan?

- Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe -dijo el guardavías.

Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso. -¿Ya vuelve? -preguntó el principito.

- No son los mismos -contestó el guardvías-. Es un cambio. -¿No se sentían contentos donde estaban?

  • Nunca se siente uno contento donde está -respondió el guardavías.”



Capítulo 24

- El desierto es bello -añadió el principito.

Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve, nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio…”


Tenía catorce años cuando visité el desierto por primera vez, y sentí una fuerza espiritual muy intensa, solo que tampoco tuve esa idea de forma consciente. No pensé en nada. Tan solo me dejé llevar por lo que se me presentaba ahí delante.

Entonces un era un chico que no encontraba su lugar en la vida pero ahí sentí paz y redención.

Irónicamente fue como si ese vacío inmenso, inexpugnable, absorbiera mis vacíos, o se hubiesen colmado ante aquella soledad tan vasta. Es algo difícil de entender. Se capta solo con los sentidos. Y si se trata de intelectualizar se pierde.


- Sí -le dije al principito- ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es invisible.”



- Tengo sed de esta agua -dijo el principito-, dame de beber… ¡Comprendí entonces lo que él había buscado!

Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta.

Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.

- Los hombres de tu tierra -dijo el principito- cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.

  • No lo encuentran nunca -le respondí. -Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua…


Quién aprecia la vida se conmueve con las cosas mas simples y cotidianas, la caída de las hojas en Otoño, las primeras lluvias de Primavera, las noches de Luna, el constante fluir de un riachuelo.


Se habla de un triste y solitario poeta
de tiempos inmemoriales
que paseando ebrio sobre una barca
abrazó el reflejo de su amiga la luna
y ahogado murió
sobre aguas tranquilas del río Yangzi,
y yo a menudo sueño que muero
bajo su luz azul.

 

 

Pero él me respondió:

- Tú debes trabajar ahora; vuelve, pues, junto a tu máquina, que yo te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde.

Pero yo no estaba tranquilo y me acordaba del zorro. Si se deja uno domesticar, se expone a llorar un poco…”











- ¿No te acuerdas? ¡No es aquí con exactitud!

Alguien le respondió sín duda, porque él replicó: -¡Sí, sí; es el día, pero no es este el lugar!

Proseguí mi marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin embargo, el principito replicó de nuevo. -¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que allí estaré yo esta noche. ¿ Yo estaba a veinte metros y continuaba sin distinguir nada.

El principito, después de un silencio, dijo aún:

Tienes un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?

Me detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender. -¡Ahora vete -dijo el principito-, quiero volver a bajarme!

Dirigí la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de treínta segundos, se erguía en dirección al principito. Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se escurrió entre las piedras con un lígero ruido metálico.

Llegué junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que estaba blanco como la nieve. -¿Pero qué historia es ésta? ¿De charla también con las serpientes?

Le quité su eterna bufanda de oro, le humedecí las sienes y le di de beber, sin atreverme a hacerle pregunta alguna. Me miró gravemente rodeándome el cuello con sus brazos. Sentí latir su corazón, como el de un pajarillo que muere a tiros de carabina.

- Me alegra -dijo el principito- que hayas encontrado lo que faltaba a tu máquina. Así podrás volver a tu tierra… -¿Cómo lo sabes?

Precisamente venía a comunicarle que, a pesar de que no lo esperaba, había logrado terminar mi trabajo.

No respondió a mi pregunta, sino que añadió:

- También yo vuelvo hoy a mi planeta…

Luego, con melancolía:

- Es mucho más lejos… y más difícil…

Me daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos. Estreché al principito entre mis brazos como sí fuera un niño pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada hacia un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo.”



Su mirada, seria, estaba perdída en la lejanía.

Tengo tu cordero y la caja para el cordero. Y tengo tambíén el bozal.

Y sonreía melancólicamente.

Esperé un buen rato. Sentía que volvía a entrar en calor poco a poco:

- Has tenido miedo, muchachito…

Lo había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura:

- Esta noche voy a tener más miedo…

Me quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable. Comprendí que no podía soportar la idea de no volver a oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.

- Muchachito, quiero oír otra vez tu risa…

Pero él me dijo:

  • Esta noche hará un año. Mi estrella se encontrará precisamente encima del lugar donde caí el año pasado…”

- Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo…

Y rió una vez más. -¡Ah, muchachito, muchachito, cómo me gusta oír tu risa!

- Mi regalo será ése precisamente, será como el agua… -¿Qué quieres decir?

La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecítas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie ha tenido… -¿Qué quieres decir? -Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo tendrás estrellas que saben reír!

Y rió nuevamente.

  • Cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estarás contento de haberme conocido. Serás mi amigo y tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana sólo por placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú les explicarás: "Las estrellas me hacen reír siempre". Ellos te creerán loco. Y yo te habré jugado una mala pasada…”





Me cogió de la mano y todavía se atormentó:

- Has hecho mal. Tendrás pena. Parecerá que estoy muerto, pero no es verdad.

Yo me callaba. -¿Comprendes? Es demasiado lejos y no puedo llevar este cuerpo que pesa demasiado.

- Seguí callado.

  • Será como una corteza vieja que se abandona. No son nada tristes las viejas cortezas…”



Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito. Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.



Ahora hace ya seis años de esto. Jamás he contado esta historia y los compañeros que me vuelven a ver se alegran de encontrarme vivo. Estaba triste, pero yo les decía: "Es el cansancio".

AI correr del tiempo me he consolado un poco, pero no completamente. Sé que ha vuelto a su planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo, que no era en realidad tan pesado… Y me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles…

Pero sucede algo extraordinario. AI bozal que dibujé para el principito se me olvidó añadirle la correa de cuero; no habrá podido atárselo al cordero. Entonces me pregunto:

"¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quízás el cordero se ha comido la flor…"

A veces me digo: "¡Seguro que no! El príncipito cubre la flor con su fanal todas las noches y vigila a su cordero".

Entonces me siento dichoso y todas las estrellas ríen dulcemente.

Pero otras veces pienso: "Alguna que otra vez se distrae uno y eso basta. Si una noche ha olvidado poner el fanal o el cordero ha salido sin hacer ruido, durante la noche…". Y entonces los cascabeles se convierten en lágrimas…

Y ahí está el gran misterio. Para ustedes que quieren al principito, lo mismo que para mí, nada en el universo habrá cambiado si en cualquier parte, quien sabe dónde, un cordero desconocido se ha comido o no se ha comido una rosa…

Pero miren al cielo y pregúntense: el cordero ¿se ha comido la flor? Y veréis cómo todo cambia… ¡Ninguna persona mayor comprenderá jamás que esto sea verdaderamente importante!

Este es para mí el paisaje más hermoso y el más triste del mundo.”



Y así llegamos a la última ley de la condición humana: “Tener que morir”

 

 

Vine al mundo con las manos vacías,

descalzo lo dejo

venir, partir:

Dos sencillos sucesos que se entrelazaron



Kozan Ichikyo

¿-1360

 

 

viernes, 14 de mayo de 2021

Nota sobre Espíritu y cuerpo

 

El Cristianismo considera el espíritu como la esencia real de un ser humano.

Yo no concibo el espíritu sin el cuerpo. El espíritu es el resultado de una conjunción de elementos: carácter, temperamento y experiencias pasadas.

Lo que responde a cierta pregunta; ¿Quiénes somos, este espíritu o este cuerpo? Espíritu y cuerpo...

Ambos están tan encarnados que las afecciones de uno infieren en el otro..

Es comprobable si miramos de forma atenta nuestro estado frente a una enfermedad física o un dolor físico. También lo podemos comprobar si hemos experimentado esa hambre en la que el estómago parece devorarse así mismo. ¿Qué efectos tiene todo ello en el espíritu?

Por su parte la experiencia de una soledad profunda, una desmoralización o alegría consecuenta efectos sobre el cuerpo.

jueves, 6 de mayo de 2021

El Nuevo Periodismo

 


En 1966 Truman Capote publica “A SANGRE FRIA” su obra monumental de “no ficción” que le impulsó a fortalecer su consagración en el mundo de las letras y el periodismo. A Sangre fría es un reportaje novelado sobre una acaudalada familia de granjeros de Holcomb Kansas “Los Cluttler” brutalmente asesinada por un par de malvivientes que habían escuchado algo y pretendían conseguir un “buen golpe”. Al final el golpe salió mal, ahí excepto una radio y algunos dolares no había gran cosa, lo cual propició que terminara en asesinato. Fue un hecho que estremeció a los estados unidos en 1959 y que Capote inmortalizó con su trabajo publicado en 1966 luego de incansables investigaciones, entrevistas, viajes, recolección de material (aún cuando los asesinos estaban prófugos en México y EUA) posteriormente a su detención las entrevistas de Capote continuaron por espacio de años mientras les enjuiciaban y sentenciaban a muerte. Producto de aquello fue “A Sangre fría”

A sangre fría, además, logró un hito, subió el marcador de golpe en favor a la literatura de no ficción procedente del periodismo. Así como lo menciona Tom Wolfe en su libro “El nuevo periodismo”

Antes de que surgiera una nueva forma de relatar noticias, había una estructura de clase que delimitaba el mundo de las letras. La clase alta, la élite, estaba conformada por novelistas, poetas y escritores en prosa; los únicos con derecho a sondear el carácter y el espíritu humano; penetrar hasta sus sentimientos mas viscerales. La clase media, por lo general estaba conformada por literatos menores, ensayistas, historiadores o intelectuales de cierto renombre u hombres que ejercieran el intelecto. La clase baja, la escoria, estaba formada por periodistas. Tom Wolf se refiere a esto como: “Se les consideraba principalmente como operarios pagados al día que extraían pedazos de información bruta para mejor uso de escritores de mayor sensibilidad” .

Como el mismo refería el “Lumpen de las letras”

Y hacía tiempo que estos entes del Lumpen habían comenzado a utilizar recursos y métodos que eran propios de las clases altas de novelistas. Es decir; el objetivo es narrar una noticia o un reportaje en forma de historia literaria, valiéndose de diálogos, descripciones del clima o el lugar y penetrando en la mente de los entrevistados. Manipulándolos a la manera de un objeto literario.

Y el hecho es que uno no puede llegar impunemente y hacer lo que guste sin esperar protestas y ataques de los que sostienen opiniones mas dogmáticas.  Aquí es donde surgen grupos divididos y una especie de batalla. Los círculos de literatos mas recalcitrantes se negaban a reconocer que aquellos seres ruines y despreciables llamasen literatura a un genero que proviene de reportajes. Para ellos la literatura tenía que ser mera y pura invención partiendo del conocimiento impersonal o personal del ser humano. Aún así otros grupos comenzaron a hablar de los trabajos “no ficción” como algo que se estaba gestando, algo serio que marcaría, quizás no una revolución, pero si abriría una brecha mas, a la par de la literatura de ficción y terminaría con la estructura de clases.


"La historia contada por Capote de la vida y la muerte de dos vagabundos que exterminaron a una familia acomodada de granjeros... apareció en forma seriada en The New Yorker en Otoño de 1965... causó sensación y fue un golpe terrible para todos los que confiaban en que el execrable “Nuevo periodismo se extinguiese”

El nuevo periodismo consiste en una manera diferente de hacer periodismo. Dejar atrás la vieja linea construía por periodistas pasados, y crear algo atractivo con las palabras haciendo uso del recurso literario. El objetivo era pretender que el lector tuviese la sensación de leer un relato corto. Inclusive que aquello se muestre puro, sin que el lector pueda notar las costuras. Que sea atrapado por la capacidad de las palabras y que la escena sea reconstruía como si se estuviese observando la acción de los personajes y podamos sentir sus alegrías o desdichas. A sangre fría fue un potente ejemplo de aquello.

Otro buen ejemplo de ello sería el trabajo de Nicholas Tomalin “El general sale a exterminar a Charlie Cong” que comienza:


El pasado viernes, después de un almuerzo ligero, el general James F. Hollingsworth, del Halcón Rojo, despegó en su helicóptero personal y mató más vietnamitas que todas las tropas bajo su mando...


El general entra a zancadas, cuelga dos medallas al mérito militar del pecho de uno de los médicos de campaña del coronel. Entonces sale de nuevo a zancadas hacia su helicóptero y extiende un mapa plastificado para explicar nuestra expedición vespertina...”


En lo personal me gustan los trabajos realizados por escritores que provienen del periodismo o han tenido alguna formación periodística. Admiro su estilo sencillo cristalino y potente.  Influenciados seguramente por esos grandes como Hemingway, Steinbeck, Faulkner, Caldwell, Dos Passos...

 Y si uno se siente identificado con este tipo de literatura "El nuevo periodismo" es una obra que sin duda vale la pena leer"

sábado, 1 de mayo de 2021

Reivindicación a la ociosidad

 


El trabajo es un elemento fundamental para el desarrollo del ser humano. El objeto de las protestas de 1886 fue conseguir mejores condiciones laborales y una jornada menos infernal, consistente en ocho horas de trabajo por ocho de descanso y ocio.

Aún en la actualidad esto no siempre es así, y se ha inventado un nuevo concepto “Horas extras trabajadas, horas extras pagadas”

Pero el hecho no es el dinero en si mismo. Yo iría un paso mas adelante y me permitiría reducir la jornada laboral a cuatro horas y el resto de ocio y descanso. La cuál es una tendencia que se está adoptando entre la administración de una multitud de compañías privadas alrededor del mundo, mas sucintamente en Europa. Países como Alemania, Inglaterra, Holanda, Países bajos, Dinamarca, Suecia, Irlanda... y aún en algunas empresas privadas de México.

El hecho es que el trabajo frente al ocio está sobre valorado, y al ocio no se le da la reivindicación que debe tener. Es una idea sencilla pero complicada de penetrar en las mentes, ya que el 90% de la gente son educados bajo el refrán “ La ociosidad es la madre de todos los vicios” pero no tienen en consideración que un fuerte porcentaje (y disculpen mi manía de porcentualizar todo, pero es un tema donde la estadística habla) de las mejores ideas creativas que el hombre ha tenido a lo largo de la historia han llegado en un momento de ocio y descanso. Inclusive cuando nuestro trabajo trata de encontrar las mejores soluciones a problemas determinados. El mero hecho de desconectar de todo ello, tirarse a descansar y dejar libre la mente permite soltar el inconsciente que trasmite las ideas creativas por el camino mas recto, al consciente. 

Otro problema a considerar es ¿qué entendemos por ociosidad? Stevenson lo definió a la perfección "La ociosidad no consiste en no hacer nada, si no en hacer muchas cosas no reconocidas por los dogmáticos" yo me permitiría añadir "También consiste en no hacer nada, liberar la mente, la única forma de dar paso a la espiritualidad" y no precisamente lo que se entiende por espiritualidad en lo común.

Si. En efecto buena parte de la vida del hombre gira en torno al trabajo porque una ausencia de este produciría efectos negativos tanto en la moral, en la calidad de vida y los principios humanos. Pero apelo por la perspectiva de una mayor mesura en las jornadas laborales. Ya que sin tiempo libre para disponer, el hombre descuida otros aspectos importantes de la vida, como es el pensar, el leer, el no pensar, el soñar, el amor, la amistad. Sin todos estos elementos el hombre termina embotando su personalidad, termina siendo un muñeco de masilla, maleable a voluntad del mas listo y del poderoso. Y si eso sucede con un hombre, ahora multiplíquese por cada uno de los miembros de una sociedad. Lo que obtenemos es una sociedad titubeante a la hora de discernir lo que es bueno para si misma. Sin la capacidad de elegir quién deberá llevar el timón de aquel grupo social. Una sociedad frustrada y estupidizada. 

La cuestión ahora es discernir de dónde proviene la frase “La ociosidad es la madre del vicio” y aunque no soy un especialista en la materia que voy a mencionar, si que intuyo que todo proviene del término “economía, dinero, riqueza, potentados, oligarcas” dicha frase data de mucho tiempo atrás. Y durante el contexto en que se desarrolló la huelga de los trabajadores del 01 de Mayo de 1886 que culminó con la masacre de la plaza de Haymarket, los días de la clase acomodada discurrían en un ocio que les permitía llevar una vida diferente gracias al trabajo inhumano de los obreros, dentro de las primeras fabricas en los albores de la Revolución industrial. Los ricos solían pensar que el ocio era algo destinado solo para ellos, y que al pobre solamente lo conduciría al degenere. Y era una situación que se vivía a lo largo y ancho del mundo definido como “civilizado” solo que en Chicago fue donde el asunto tomó mas graves consecuencias. Habrá también que pensar en lo que representa un exceso de trabajo y un déficit de trabajo. Pero una vez mas en base a mi intuición en materia económica, la cual no domino, pienso que es mas perjudicial un exceso de trabajo que benéfico. Pensemos en un hecho simple. Si las jornadas de trabajo se reducen a la mitad, las compañías podrían disponer de empleados descansados, felices, altamente creativos y listos para hacer que aquello avance de la mejor manera en conjunto a la sociedad. Además de estar creando el doble de puestos de trabajo. Ya que al terminar una jornada, estaría lista la otra tanda de trabajadores para suplir a los otros. Mientras que estos trabajan, los que ya trabajaron, aprovechan su tiempo para ir de compras, a un parque de diversiones, al cine o a cualquier sitio con el fin último de hacer circular su dinero y mover la economía o invertir en algún otro plus.

Actualmente hay forma de hacer las cosas distintas, pero el ser humano nos seguimos complicando la vida y las desigualdades han crecido, mientras que unos poseen un exceso de trabajo y tienen solo lo justo para salvar el fin de mes, otros mueren de hambre por no tener nada y otros flotan en exceso. Como se puede observar las desigualdades en lugar de mejorar se han acentuado. ¿Será necesario esperar otra revolución en ese sentido?