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miércoles, 7 de febrero de 2024

La Resiliencia del Poeta y del Filósofo


Al final el consuelo y el mejor escudo del que puede estar provisto el hombre radica en la Filosofía. ¡No hay nada más eficaz para hacer frente a cualquier tipo de infortunio que estar provistos con la aguda cuchilla de la filosofía!

El poeta también. El poeta es un ser que soporta mucho. Soporta realmente demasiado. Pero no es duro. No hay temple en el poeta. Su resistencia proviene de la poesía misma. Y solo cuando su poesía es autentica y con autentica me refiero a honesta, esa clase de poesía que sale quemando de las entrañas. Que se escribe porque hay una necesidad imperiosa de escribirla. Esa poesía que son trozos de si mismo... Ese tipo de poesía es la que permite al poeta recomponerse, sacudirse, limpiarse y liberar un poco el peso de las calamidades. Ese tipo de poesía es la que permite continuar.

Pero que un poeta sea “duro” de buen temple (salvo casos excepcionales) solo es una apariencia.


Lo que se puede llamar un verdadero ser templado. ¡Un autentico acorazado para la vida es el filósofo! No el filósofo de universidad. El filósofo de verdad. El sujeto que se conduce por la vida bajo el amparo de esa filosofía de cuyo filo se sirve para desmalezar y abrirse paso por la existencia.


Y es que al final el poeta es un ser débil. Siempre a un paso de la tragedia. Vive en una mar que surca en un bote de vela y timón. Apenas se dirige.

Se puede someter a la estadística. ¿Cuántos poetas de la historia han muerto de suicidio al verse rebasados por la fatalidad y cuántos filósofos?


George Trakl se administró una sobredosis de cocaína. Alfonsina Storni se internó en las aguas del Mar de la plata. Anne Sexton fue internada en un hospital Psiquiátrico. Sivia Plath abrío las espitas del gas. Celan se arrojó a las aguas del Sena. Pizarnik Tragó cincuenta pastillas de Barbitúricos. Manuel acuña ingirió Cianuro de Potasio...Safo, Virginia Woolf, Cesare Pavese... ¡Y todos casi por no poder resistir más!


La lista es interminable y mucho más nutrida que el caso de los filósofos.

¡Sócrates murió por sus ideales! Anaxagoras se dejó morir de hambre. Empedocles se lanzó al Etna pera probar su divinidad (según la leyenda) un eructo del volcán arrojó una de sus sandalias hasta la plaza de la ciudad. Hegesias de Cirene tuvo una bella muerte: murió defendiendo en lo que creía "el suicidio"  Zenón de Citio se suicidó al llegar a la vejez.


En ambos bandos hay muchos más pero sería injusto no reconocer que incluso hasta los filósofos han tenido más estilo para el suicidio.


El hecho fundamental aquí es que la filosofía aplicada a la vida endurece. Aumenta la capacidad de resiliencia. No quiero decir que el filósofo sea un ser infalible e indestructible pero es como de goma ante la adversidad. ¿Quién no ha sentido los rigores de la adversidad?... una ligera reflexión basta para convencernos de que todos tenemos un punto de quiebre. Pero en el filósofo de sangre este punto de quiebre está casi en el límite máximo mismo. 


Y esto es así por la naturaleza misma de la filosofía. Pongamos por ejemplo a la religión. A diferencia de la religión, la filosofía es intocable. Las religiones están muertas. Ese es el hecho. La filosofía es modular, abarca, tolera los derrumbes y las refutaciones, se mantiene en pie, es indestructible por lo menos mientras el hombre exista y tenga la capacidad de pensar. Si el poeta navega en una barca con timón y vela por mar abierto, el sacerdote lo hace sentado sobre un trozo de madera casi siempre producto de un naufragio. 

La filosofía aparece con la capacidad racional del hombre. Los dioses aparecen con la necesidad de encontrar respuestas, alguna. La religión es un invento del hombre; la filosofía es consustancial a la mente del hombre. La religión no para de decaer. No hay futuro para ella. No provee las respuestas que el hombre moderno busca. Y aunque la filosofía tampoco logra penetrar en la esencia mas profunda de la vida, al menos si permite encontrar un camino para vivir más en paz.

Pero él filosofo puede poetizar y el poeta filosofar y  viceversa. Se está mejor armado de esa manera. 

Y aunque las generaciones se sucedan, para la filosofía no existirá un periodo de decadencia. Tampoco lo habrá para la poesía. Aunque las cosas vayan mal. Aunque la gente lea cada día menos poesía; ella tampoco morirá mientras el hombre exista.

Y esta breve reflexión no es una diatriba contra el suicidio. El suicidio es una potente herramienta. Pero que si se decide emplear deberá ser bajo condiciones y requisitos muy especiales.

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